Devocional

A veces minimizamos las diferencias que tenemos con otros. Pensamos que no es importante llevarnos bien con todos. Juan parece pensar que es un gran problema: si no aceptas a tu hermano (odias), Dios no está interesado en tener comunión contigo. Considera Mateo 5:23–24.

No existe palabra más utilizada que la palabra amor. Cada uno habla sobre él, escribe sobre él, canta sobre él, pero muy pocos realmente lo experimentan. Si hemos de amarnos de verdad unos a otros, debemos tener una definición bíblica del amor. Sin una explicación adecuada del amor, nunca lo reconoceremos genuinamente cuando lo veamos. Si Satanás puede redefinir el amor, puede estilizar un sistema de lujuria como amor genuino.

Caín es el ejemplo que Juan utiliza de lo que no es el amor. Tanto Abel como Caín hicieron un sacrificio a Dios. Dios aceptó el de Abel, pero rechazó el de Caín. Caín debería darse cuenta de que tenía que cambiar su ofrenda, pero terminó acusando a Abel de su problema. Él había pensado que si Abel no hubiera estado allí, Dios se habría visto obligado a aceptar su ofrenda. Por ello, él mató a su hermano. El amor nunca utiliza a un hermano. Este odia que se utilicen personas para su ventaja. El amor nunca lo hace.

Nosotros vivimos en un mundo vacío y oscuro que, de acuerdo con Juan, odia a cada uno y en especial a los creyentes. Todos los que viven en tinieblas son réplicas de la misma naturaleza que motivó a Caín. El amor de Dios ha sido reemplazado por los malos deseos.

Es verdad que tenemos que ser sencillos como palomas y astutos como serpientes. No te dejes llevar por la apatía espiritual. Nosotros vivimos en un tiempo de gran libertad religiosa. Esta libertad no debe ser interpretada como la capitulación de las fuerzas del mal. Esta no es paz, no es más que un cambio de estrategia. La persona que odia a su hermano es un asesino, porque está en las mismas circunstancias que Caín enfrentó; él hizo las mismas cosas. O nos amamos los unos a los otros, o nos odiamos los unos a los otros. Juan no permite un término medio.

Santiago escribió: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites (Santiago 4:2b–3). La oración contestada es un cambio de actitud en nuestra cercanía con Dios.

Cristo es el ejemplo positivo del amor. Su clase de amor es el que debemos tener en nuestras vidas. El amor verdadero centra su atención en el bienestar de los demás. Este no pregunta: ¿Cómo voy a salir de esto?, sino: ¿Qué puedo hacer por otros? Él puso su vida. Él dio todo lo que tenía. El verdadero amor no es una respuesta. No se gana. Cristo no murió por nosotros porque lo hemos merecido, sino que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Muy seguido decimos: Te amo porque eres muy… Esto no es amor verdadero; es la lujuria desfilando como amor, ya que se debe ganar. El verdadero amor lleva el costo total de la relación. No espera nada a cambio (se lo agradecerá, pero no lo exige como condición previa). Cristo cargó con todo el costo para que podamos tener nuestra relación con Él. El verdadero amor es un acto de la voluntad, no de las emociones. Jesús no falla en amarnos; Él no obró por una emoción desesperada que lo llevó a la muerte. Él no fue voluntariamente a la cruz en un momento de pasión. Él decidió amarnos, hizo todo lo necesario para salvarnos. Esto es el tipo de amor que necesitamos entre unos a otros.

Nuestra comunión con Dios es un reflejo del nacimiento en la familia de Dios. Nuestra salvación no depende de lo que nosotros sentimos; depende de Dios, quien es más grande que nuestro corazón. Sin embargo, Dios quiere nuestro corazón para asegurarnos; Él quiere que nos sintamos salvos. Cuando nuestros corazones y nuestra teología están unidas, comenzamos a ver cosas en nuestras vidas. Una cosa que comenzamos a ver es la respuesta a nuestras oraciones. La respuesta a nuestras oraciones no es el resultado de Dios siendo inspirado por nuestra pasión. Es el resultado del cambio en nuestras oraciones. Conseguimos lo que pedimos porque, cuanto más cercana es nuestra comunión con Dios, más pensamos como Él; y cuanto más pensamos como Él, más pedimos cosas que Él quiere darnos, que son cosas conforme a Su voluntad.

Muchos creyentes buscan la credibilidad ante los ojos del mundo. Ellos quieren la música que va a reconocer el mundo. Ellos quieren credibilidad académica y científica. ¿Pueden cumplirse estos objetivos sin dañar el mensaje del Evangelio? El Evangelio que parece ser inofensivo no es evangelio. Un evangelio marchito no hace bien a nadie.

El capítulo 4 contiene tres dinámicas de comunión: comunión y el Espíritu. El capítulo se divide en tres ideas principales. Los versículos 1–6 nos muestran cómo probar los espíritus; los versículos 7–12, la importancia del Espíritu; y los versículos 13–21, la obra del Espíritu. La primera prueba de cualquier espíritu se basa en el contenido. ¿Qué está enseñando el espíritu? En este punto, Juan no está haciendo referencia a los espíritus personales, sino a las actitudes. Finalmente, todas las verdades vienen del Espíritu de Dios, y toda otra enseñanza es deficiente. Cada generación de creyentes se ha visto enfrentada a una oleada tras otra de falsas religiones. Algunas son oscuras, pero otras, como el trigo y la cizaña, son difíciles de separar. Toda nueva enseñanza debe ser evaluada bajo el fundamento de la Palabra de Dios. Los falsos maestros y falsos profetas no son raros; ellos son la norma. Juan no nos está dando una prueba de posesiones demoníacas; es una prueba de falsos maestros.

La segunda prueba de cualquier enseñanza es el examen de la compatibilidad. Nosotros podemos decir mucho sobre un maestro observando el tipo de discípulos que atrae. Imagina una habitación llena de gente, cada uno hablando diferentes idiomas. Un amigo tuyo llega y comienza a hablar con una persona en la habitación. Tu amigo habla alemán; por lo tanto, sabes que la persona con quien habla, habla alemán. Este es el principio que Juan expone en este principio espiritual.

El mundo se encuentra bajo el control del maligno. Lo escucha con tanta seguridad como Eva lo escuchó, o como Caín lo escuchó. Siempre busca la aprobación de Dios en primer lugar, porque buscar la aprobación del hombre es el mayor malentendido y la peor trampa para el orgullo.

La palabra cristiano significa pequeño Cristo. Esto implica que debemos ser como Él. ¿Te han confundido alguna vez con Jesús? Recuerda que puedes ser la única imagen de Jesús que otros puedan ver.

En estos versículos, Juan muestra la importancia del Espíritu Santo al desarrollar nuestra relación con Dios. El argumento es simple y profundo al mismo tiempo. Dios es la única fuente de amor, por lo tanto, si alguien tiene amor, es porque lo recibió de Dios. Dios derrama su amor a través del Espíritu que mora en nosotros. Cuando nos amamos unos a otros, certificamos a nosotros mismos que poseemos el Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque solo Él es capaz de hacer que nos amemos unos a otros.

El amor se origina con Dios. Nuestro amor es el producto final de un proceso que inició con la fundación del mundo. El amor que Dios tuvo por nosotros envió a Jesús a morir en la cruz. Esta muerte produjo nuestra salvación. Nuestra salvación incluye la obra interna del Espíritu Santo, quien mora en nosotros y nos permite escapar de los deseos mundanos y exhibir el tipo de amor que solo Dios posee. El amor nunca puede ser originado por un hombre. Esto es humanamente imposible. Nuestro amor es producto del amor de Dios.

Sin embargo, si nadie ha visto a Dios (v. 12), ¿cómo pueden conocer sobre Él? Nosotros somos rediseñados por el nuevo nacimiento para ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Pero Él quiere que todos conozcan que son sus discípulos porque nos amamos unos a otros. Nosotros le mostramos al mundo quién es Dios cuando nos amamos unos a otros. Somos perfectos (completos) con el amor de Dios. Dios no va a llamar a la puerta de nuestro vecino. Nosotros necesitamos entregar su mensaje de amor. Somos el último eslabón para llevar el amor de Dios a un mundo perdido y agonizante.

Amar es más que el beneficio divino de nuestra salvación; se trata de una responsabilidad sagrada. Es el faro que brilla en un mundo que no conoce nada más que el sustituto satánico: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.

El Espíritu que mora en nosotros nos permite amar a Dios; y porque amamos a Dios, podemos amar a aquellos en quienes Dios vive.

En el verso 13 vemos que tenemos la base de nuestra garantía morando en nosotros. Pero, ¿cómo sabemos si mora en nosotros? Buena pregunta. Primeramente, sabemos que mora en nosotros porque creemos las doctrinas esenciales de la fe. No podríamos creer si no tuviéramos al Espíritu Santo para convencernos (vs. 14–15). Nuestra profesión de fe sería imposible si no fuera por el Espíritu Santo. Estos dos versos son paralelos a 4:1–6.

Secundariamente, sabemos que el Espíritu mora en nosotros porque nos capacita para amarnos unos a otros (vs. 16). Dios es amor. Lo que no es de Dios no es amor. Dios es la definición, el ejemplo y la fuente del amor. Porque tenemos amor unos por otros, sabemos que el Espíritu Santo mora en nosotros. Estos versos lo resumen (4:7–12).

En los versículos finales del capítulo 4, Juan comienza a examinar la relación entre el amor y la confianza. Estas dos están naturalmente unidas. Algunos dicen que el amor es ciego. ¿Por qué? Porque el amor nos da una confianza inquebrantable en el objeto de nuestro afecto. Cuando experimentamos el amor de Dios obrando a través de nosotros, perdemos todo el miedo de enfrentarnos a Dios. No porque seamos justos, sino porque comenzamos a entender lo que significa el amor verdadero en realidad. Como Él es (amor), nosotros somos (amor) en este mundo (vs. 16). El perfecto amor echa fuera el temor. Esto muestra que podemos enfrentar el juicio. Sabemos esto porque lo hemos experimentado en nuestro trato con otros. Como nosotros perdonamos, aprendemos sobre el perdón. Como nosotros consolamos, aprendemos cómo Él nos consuela. El amor genuino debe ser expresado en términos reales. Esto debe envolverse en actos de amor. Si nosotros no vemos a Dios, ¿cómo podemos amarle? Nosotros sólo amamos a Dios cuando amamos a las personas en las que Dios mora. Jesús dijo: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis (Mateo 25:40).

Jesús enseñó que si una persona tiene fe del tamaño de un grano de mostaza, puede mover montañas. Incluso una pequeña fe puede ser poderosa si se coloca en la persona correcta. El poder está siempre en la promesa.

Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6a). El área final que afecta tu relación con Dios es tu fe. En los primeros cuatro versículos vemos la necesidad de la fe. Esta es esencial para la comunión. En el verso 1 vemos el nuevo nacimiento como el resultado de la fe (creer). Esta fe no es solo una forma de vida que nunca se volverá a utilizar; es un estilo de vida. Nos permite amarnos unos a otros y guardar sus mandamientos (v. 2). La fe hace las reglas agradables. Nosotros disfrutamos esto porque es la cosa más amorosa que podía haber hecho (v. 3). Esto es fe: una vez iniciada, produce vencedores. Nosotros no podemos producir la fe; la fe nos produce. Por fe seremos el tipo de persona (como Jesús) que vence al mundo.

La fe es sin duda esencial para nuestra vida espiritual, pero ¿qué es exactamente la fe? Creer algo que no ha sido constituido es fe.
Yo puedo creer en Buda, pero esto no tiene valor. Hay quienes creen firmemente en una falsa doctrina, pero en vez de conducirlos a la vida eterna, los excluye de la misma. La fe es más que solo creer: es creer en la cosa correcta. En qué creemos es el problema. Nosotros vemos en los versos 5–8 que la fe genuina está envuelta en un claro conocimiento de quién es Jesús. Los falsos maestros del día de Juan pensaban que Jesús era solo un hombre sobre quien el Cristo descendió en el bautismo. Este Cristo que dejó la crucifixión. Ellos inventaron esta explicación con el fin de prevenir la muerte de Dios.

Juan es absolutamente claro: el mismo Jesús que fue bautizado (agua), fue crucificado (sangre). Si nosotros negamos la realidad de la deidad de Jesús o la realidad de su muerte, nuestra fe es vana. Esto es poderoso para salvarnos y transformarnos a Su imagen. No es la cantidad de fe que tengamos, sino en quién hemos puesto nuestra fe. Cualquier cosa que niega la Palabra de Dios no es fe.

La fe es la victoria tanto para los creyentes como para los no creyentes. Los creyentes vienen al conocimiento de la verdad cuando conocen a Dios, y los no creyentes pueden llegar a conocer a Dios por medio de la fe. Esto es por fe y para fe.

En el pasaje de hoy, Juan continúa su discusión sobre la naturaleza de la verdadera fe. Él abre con un argumento simple: ¿En quién crees realmente, en el hombre o en Dios? ¿Quién es más fiable? A veces actuamos de manera imprudente. Algunos simples mortales, con una cadena de letras mayúsculas después de su nombre, hacen un pronunciamiento y nosotros corremos alrededor como Chicken Little: ¡El cielo está cayendo! A veces tratamos de hacer que la Biblia coincida con la nueva ilustración científica. Juan dice que necesitamos resolver el problema: la audiencia está fuera; elige a Dios o al hombre.

Dios ha dejado un testimonio de su Hijo a través del Espíritu Santo. Este testimonio es la Palabra de Dios. Nosotros podemos aceptar este testimonio o podemos rechazarlo. No hay una posición intermedia. No está abierta a negociación. Sé cuidadoso en no postergar la decisión de tu eternidad. Aquellos que creemos en el testimonio de Dios recibimos vida eterna. Si creemos en el hombre, moriremos con el hombre. Si creemos en Dios, viviremos con Dios. De acuerdo con el verso 13, la fe genuina siempre nos da garantía. La fe no es solo un importante componente de la comunión, es básico. Juan les estaba escribiendo a los creyentes, aquellos que creen lo correcto sobre Jesucristo. ¿Por qué les está escribiendo a los creyentes? Porque solo ellos pueden experimentar la comunión con Dios. Los no creyentes primero deben creer en las cosas que Juan está hablando, que tienen significado en esta vida.

Él está escribiendo por dos razones: primero, para que ellos tengan la seguridad de su destino. Segundo, ha escrito para que ellos continúen creyendo más en el Hijo. Nosotros podemos creer más porque nos ha dado más para creer. Como tenemos más Escritura, debemos tener más fe, porque hay más para creer.

Puedes haber escuchado: Toda verdad es la verdad de Dios. No hay nada más lejos que esta afirmación. Solo la Palabra de Dios es verdad. La verdad fuera del contexto no es verdad en absoluto. Recuerda, Satanás siempre enseña un poco de verdad; es su método, es un veneno que lleva a la caída.

Los versículos finales de la epístola son una revisión de las confidencias que nosotros tenemos como aquellos que poseemos comunión con Dios. Juan nos da el principio (vs. 14–15) y ahora un ejemplo (vs. 16–17). El principio es este: si pedimos algo que es Su voluntad para nuestras vidas (de acuerdo a Su voluntad), Él escuchará nuestra oración. Y porque Él escucha, podemos saber que recibiremos aquello que hayamos pedido.

Observa el ejemplo: un hermano comete un pecado no de muerte (un pecado de muerte es un pecado de rebelión abierta). Vemos a alguien cometer este pecado. ¿Qué hacemos? Tenemos una promesa: si oramos, Dios lo perdonará. Nosotros sabemos que Dios lo perdonará por lo que prometió en 1 Juan. ¿Si se trata de un pecado de muerte? Nosotros no conocemos la voluntad de Dios. Podemos orar, pero no tenemos la seguridad.

En los últimos cinco versículos de este libro, Juan nos da dos cosas más que nos hacen tener confianza de que estamos en comunión con Dios. Podemos estar seguros de que vamos a vivir rectamente (vs. 18–19), y podemos confiar que servimos a uno y al Único, al Único verdadero, al Único genuino Dios (vs. 20–21). Vivir en rectitud es parte de lo que somos, al igual que la injusticia es parte de lo que hace el mundo. Nosotros no podemos negar nuestro segundo nacimiento, así como ellos no pueden negar el primero. Por naturaleza somos hijos de Dios, y por esta naturaleza llevaremos fruto de justicia. El mundo está en oscuridad y sin esperanza; nosotros somos hijos de la luz y sabemos hacia dónde vamos.

Juan también nos asegura que ninguna otra religión, ningún otro culto, ninguna filosofía es otra cosa que adoración a los ídolos. La palabra verdadero (*alethinos*) transmite la idea de algo genuino o real. Nuestro Dios es el único Dios real. Todos los otros son invenciones de los malos pensamientos. Puede que no sean ídolos tallados con las manos, pero sin dudas son ídolos tallados con las mentes.

Con frecuencia, en el mundo en que vivimos, se asocia la verdad con la división bajo la lógica de “si te sientes bien al hacerlo”. El problema es que no logramos comprender qué es realmente el amor. El verdadero amor siempre hace lo mejor para la persona amada, aunque duela. Los falsos maestros tratan de generar una división entre estos dos conceptos.

Las dos pequeñas epístolas, 2 y 3 de Juan, muy probablemente fueron escritas antes que su mayor acompañante, 1 Juan. El problema había surgido en algunas de las pequeñas asambleas en y alrededor de Éfeso. Juan puede haber sido el pastor y en parte el responsable de estos rebaños. Él no fue capaz de visitar inmediatamente a cada grupo, por ello envía rápidamente una carta a al menos dos de estas iglesias, dándoles algunos consejos para estabilizarlas hasta que pudiera llevarles una respuesta más completa frente a los falsos maestros que se habían levantado en la iglesia. Estas falsas enseñanzas estaban produciendo errores doctrinales y errores de práctica.

Esta pequeña carta parece estar escrita a una mujer pudiente. Parece ser que ella permitió que la iglesia se reuniera en su casa. El hecho de que su esposo no aparezca puede deberse a que él no era salvo, o porque ella era soltera o viuda. El hecho de que no se mencione al pastor es una probable indicación de que estaba involucrado con las falsas enseñanzas.

La exhortación inicial de Juan para aquellos que han permanecido en la verdad de la Palabra es que continúen caminando en la verdad (verso 4) y en amor (verso 5). La verdad y el amor no son mutuamente excluyentes; de hecho, dependen mutuamente una de otra. Si el gran mandamiento es que amemos a Dios y nos amemos unos a otros, y si la totalidad de la ley y los profetas se dedica a esta tarea, seguramente se deduce que toda la verdad, por su naturaleza, promoverá el amor. Las falsas doctrinas siempre producen corrupción y un comportamiento basado en la carne, que es la antítesis del amor.

El amor odia. Esto es correcto: el amor odia. Este odia el mal (Salmos 119:104; Amós 5:15). El amor no significa compromiso; significa un compasivo compromiso con la manera de vivir de Dios. Donde no hay compromiso, no hay amor. El amor solo puede existir cuando hay un pacto veraz.

La segunda mitad de esta pequeña epístola establece un principio muy importante de la vida espiritual. Cualquier demanda de la vida espiritual debe ser evaluada basándose tanto en el área doctrinal como en el comportamiento. El hecho de que una persona diga: Señor, Señor, con lágrimas en los ojos, no significa que esa persona tiene el título de santo. Muchos engañadores han salido por el mundo. Ellos hablan correctamente, visten correctamente, se relacionan con la gente correcta, pero lo que enseñan es una mentira. Son algunos de los que, en ciertas situaciones, predican tolerancia. Sin embargo, los falsos maestros no son almas bien intencionadas que necesitan un poco de aliento y consuelo; son emisarios de Satanás, cuyo único deseo es dividir y destruir el rebaño.

Juan es claro en el verso 8. Cada uno de nosotros debe cuidarse, porque sus mensajes pueden ser muy persuasivos. Los creyentes no pueden perder la salvación, pero sí pueden perder los beneficios de la misma.  
Algunos se preguntan cómo los versículos 6 y 10 pudieron haber sido escritos por el mismo autor. La respuesta debería ser obvia.

El amor no puede abrazar lo que no es verdadero. Cuando toleramos la falsa doctrina bajo el pretexto del amor, destruimos lo mismo que decimos amar. Verdad y amor están inseparablemente unidas. Una no puede existir sin la otra. Sería un crimen dar a nuestros propios hijos para alimentar a un lobo hambriento. No solo destruiría el amor, sino que sería perjudicial para el lobo también. Si él prueba carne humana, probablemente querrá atacar a otros que le llamen la atención al cazador.

Gracias por compartir este texto tan profundo, Gabriel. Aquí ¿Dónde están las misiones en tu prioridad de dar? ¿Están estos hombres y mujeres siendo tratados con gran respeto o, porque están fuera de la vista, son los primeros en ser recortados en una crisis financiera? Recuerda: nosotros debemos enviarlos de la manera que glorifique a Dios.

Tercera de Juan fue escrita para una iglesia diferente, pero con las mismas falsas enseñanzas que invadieron la iglesia de 2 Juan. Probablemente Gayo era un miembro de influencia, si no es que era uno de los ancianos de la iglesia. El hecho de que no fue capaz de anular la decisión de Diótrefes (verso 10) parece indicar que ocupaba una posición inferior en la iglesia, tal vez como un pastor asociado o uno del grupo de líderes que estaba bajo la influencia de Diótrefes.

Tenemos en esta pequeña epístola uno de los pocos pasajes del Nuevo Testamento que habla sobre el sustento de los misioneros. El hombre mencionado en el verso 5 salió por fe (observa el verso 7), y la expectativa de las iglesias locales—algunas que ni siquiera los conocían—fue sustentarlos en su ministerio mientras estaban en esa localidad (versos 6 y 8). Mediante el apoyo a estos misioneros, las iglesias locales se convierten en compañeros de trabajo con ellos y participantes en su ministerio.

Obviamente, estos son hombres y mujeres que están enseñando la verdad, ya que en 2 Juan se nos dice que no debemos, de ninguna manera, ayudar a aquellos que enseñan falsas doctrinas. Tal vez el verso 6 nos da un poco de conocimiento sobre cómo Dios quiere que administremos esta responsabilidad. Se dice que ellos fueron enviados “de la manera digna de Dios”. ¡Wow! Los que dan su vida al servicio de la difusión del Evangelio deben ser tratados con gran honor en las iglesias. Ellos no deberían tomar nada de los perdidos (gentiles), sino depender de las iglesias locales para su apoyo. Esto es muy parecido a las misiones de fe que conocemos hoy en día.

A veces, de todas maneras, son necesarias. Este es uno de esos casos. La división de las iglesias nunca es sencilla, y siempre es triste. Pero por Dios y por la voz de la verdad, nosotros debemos estar preparados para cuando el liderazgo rechaza el plan de enseñanza de la Palabra, para caminar en amor e ir con aquellos que caminan en la verdad.

En los pasajes de hoy podemos ver un poco de lucha en la iglesia local. Diótrefes, quien parece ser el anciano principal, se ha desviado de la doctrina al punto de rechazar a los misioneros asociados con el apóstol Juan. Demetrio era un anciano menor que se opuso a Diótrefes, y él mismo fue colocado fuera de la iglesia por la junta liderada por Diótrefes. Gayo, a quien se le escribe la carta, se vio ubicado entre la lealtad a la iglesia local y su liderazgo, y la lealtad a Juan y su enseñanza. Juan escribe diciéndole que es totalmente correcto denunciar a Diótrefes, aun cuando era un anciano, por su claro rechazo a que la verdad de Dios sea proclamada por los apóstoles (verso 9). Esta es una de las decisiones más difíciles que los creyentes deben tomar. Verdad y amor no deben tornarse en adversarios. Nosotros amamos en verdad y enseñamos la verdad en amor.

El verso 13 aquí, junto con el verso 12 de la segunda epístola, son tal vez indicadores de que 1 Juan aún no se había escrito. Las muchas cosas que Juan quiso decir fueron escritas al final y son recordadas por nosotros en esta larga epístola. Estas dos pequeñas epístolas nos dan un contexto para comprender el mensaje de 1 Juan un poco mejor. La profunda pregunta en todas estas tres epístolas es sobre el balance crucial entre caminar en la verdad y caminar en amor. ¿Cuándo es correcto que nosotros separemos aquello del amor? La respuesta a esta pregunta está profundamente arraigada en la naturaleza de la verdad y la naturaleza del amor. Si permitimos que el mundo o las falsas enseñanzas definan estos conceptos, estaremos seguramente en problemas.