Hay muchos cristianos cargados de culpabilidad que necesitan tomar los Cinco pasos de la restauración de David para su comunión con Dios. Quizá el pecado te ha robado el gozo de tu salvación. Utiliza este Salmo como la guía que estaba destinada a ser. Al igual que David, tú también puedes volver a dar un paseo con Dios con un corazón purificado, un espíritu renovado y un gozo restaurado (vs. 10-12).

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El rey David escribió cuatro Salmos penitenciales (es decir, para expresar, con un corazón afligido, pesar por el pecado. Se incluye una disposición para expiar la transgresión). David fue confrontado por el profeta Natán con respecto al pecado de David con Betsabé (2 Samuel 12:7-9). Él escribió esos salmos en esta secuencia: Salmos 38, 6, 51 y 32. Leído en ese orden, vemos la restauración espiritual de David: de abrumar remordimiento (38:1-11) a rebosar de alegría en la seguridad de la restauración (32:11).

Transgresiones (v. 1) es sobrepasar los límites de conducta, tales como la quebrantación de los Diez Mandamientos. La iniquidad (v. 2) es el mal proveniente de un corazón malvado (Marcos 7:21-23). El pecado (v. 2) viene de la justicia exigida por Dios. Al confesar estos tres aspectos de la fechoría, David hace un triple llamado: borrar, lavar y limpiar.

David había sido enseñado por el Espíritu que todo pecado es, en última instancia, en contra de Dios (2 Samuel 12:13). Así, en la perspectiva histórica, Urías fue muerto por acciones malvadas de David, pero, en la perspectiva eterna, el daño a Urías será tomado por Dios como parte de extender el perdón de Dios y la restauración a David. En la Gloria, no habrá ningún obstáculo en la comunión restaurada entre Urías y David.

Pero, ¿quién va a compensar el daño que nuestros pecados hacen al tierno corazón del Dios eterno de los Cielos? Dios Padre sólo ha de mirar a la compensación pagada por la muerte de su Hijo, Jesucristo, en la cruz.

Los pasos para ir del pecado a la comunión con Dios son:
(a) la confesión (vs. 1-6),
(b) la limpieza por la sangre (vs. 7-10),
(c) el gozo y el empoderamiento por el Espíritu (vs. 11-12),
(d) el servicio (v. 13) y
(e) la adoración (vs. 14-17).

¡Ten cuidado! Tu lengua puede ser como la de Doeg, afiladísima y engañosa (v. 2). Incluso si tus palabras son verdaderas, debes preguntarte: ¿cuál es el verdadero propósito de mi hablar? ¿Hablas la verdad con la intención de hacer daño? ¿Eliges vivir como un olivo en la casa de Dios?

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Los escritos del Salmo 52 brindan su contexto histórico (1 Samuel 22:9-23). Al mando del vengativo rey Saúl, Doeg, el poderoso y rico edomita, jefe de los sirvientes de Saúl, mató a ochenta y cinco sacerdotes y a sus familias. El sumo sacerdote Ahimelec había suministrado, sin saberlo, el pan a David (1 Samuel 21:2) y a sus hombres mientras huían del ejército de Saúl.

Parte 1: David a su enemigo (vs. 1-5)
David comienza arremetiendo contra los traidores, por ejemplo, Doeg. Si bien es cierto que Doeg sólo informó a Saúl los hechos de la reunión de David con Ahimelec, David también vio el corazón de Doeg, el cual es la fuente de su mala intención. El propósito de Doeg era entregar a David a Saúl, para que David fuera destruido. En el versículo 5, David hace un pronunciamiento cuatro veces sobre la condenación de Doeg por mano de Dios.

Parte 2: El justo verá la abundancia de las riquezas de Dios (vs. 6-7)
El versículo le asegura al lector que los justos tendrán la última palabra, a pesar de que los malvados parecen prevalecer. El bienestar definitivo de una persona justa depende de hacer a Dios su fortaleza (v. 7).

Parte 3: La imagen real de la situación de David (vs. 8-9)
David deja sus problemas para alabar a Dios mientras reflexiona sobre su verdadera situación espiritual; David es como un olivo verde en la casa de Dios (v. 8). Se trata de un antiguo refrán hebreo que representa la comunión del creyente con Dios (Salmos 1:3; Lucas 23:31; Apocalipsis 22:2).

El árbol de olivo especialmente seleccionado sería llevado al recinto principal de la casa de un terrateniente. Allí podría recibir protección diaria, el cuidado y el riego que le permite estar verde, fructífero y encantador a la vista (Jeremías 11:16). Observa el contraste con el juicio sobre Doeg, el cual sería como un árbol arrancado y sacado de la tierra de los vivos (v. 5).

¡Ten cuidado! El pueblo de Dios, aun el día de hoy, puede contraer la enfermedad del necio. La cura a esta condición corruptora es recordar que la verdad es lo contrario de no hay Dios (v. 1). La cura que sana una moral podrida es la de buscar a Dios (v. 2) cada día y todas las veces que te enfrentes a cuestiones morales. Entonces, ¿qué cuestiones morales te amenazan? Prepárate dedicando unos minutos en busca de la dirección de Dios.

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Es interesante señalar que el Salmo 53 parece ser una revisión posterior del Salmo 14. Ambos terminan con la misma oración pidiendo al Mesías que establezca su reino en la tierra (Daniel 2:44). El Salmo 53:5 reemplaza al 14:5-6. El Salmo 53:1-4 es sustancialmente el mismo que el Salmo 14:1-4, excepto que el Salmo 53 revisa el texto para utilizar solo Elohim (traducido como Dios) como su designación para Dios, mientras que el 14 también utiliza Jehová (traducido SEÑOR, haciendo énfasis en una relación personal con Dios). Elohim se usa para declarar que Dios es el verdadero Dios o el Supremo en el Cielo.

Por lo tanto, es probable que el salmista haya hecho la revisión de nombres después de que Dios demostró su grandeza en una importante victoria sobre un fuerte enemigo (y también sobre el dios del enemigo) en una batalla posterior a la composición del Salmo 14. Ten en cuenta que, por estos cambios de nombre, el Salmo 53 está dando a ese mismo pensamiento un énfasis diferente en el cuidado de Dios por su pueblo (v. 6).

Necio, en el versículo 1, indica no solo deficiencia mental, sino desprecio por Dios y, por lo tanto, significa carente de sabiduría. Romanos 3:10-12 cita los versículos 1-3 para comenzar una serie de declaraciones que describen la depravación del corazón humano no regenerado. El necio del versículo 1 tiene el mismo problema del corazón que tuvo Faraón (Éxodo 9:34-35), quien ignoró a Dios (Éxodo 5:1-2); Ananías (Hechos 5:4) y Simón el mago (Hechos 8:21), siendo afligidos con la misma dolencia.

La palabra hebrea traducida como necio hace referencia a una enfermedad que corrompe (v. 1). Así, la moral de una persona se va pudriendo, llevándola a un estado de ruina.

¿Te encuentras en circunstancias extremas dudando? Aprende una lección de David. Empieza por recordar momentos de tu pasado en que hayas experimentado la ayuda del Señor. A continuación, contempla la verdad de que Él desea seguir siendo tu fiel libertador. Tómate un tiempo para decirle a Dios que vas a confiar de nuevo en Él y en su ayuda.

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Muchos Salmos tienen escritos abiertos. Algunos contienen palabras hebreas que suenan extrañas, como Masquil en el salmo de hoy. Esta antigua palabra deriva de la idea de “visión” y, por lo tanto, significa un poema de la contemplación.

Los acontecimientos históricos que ocasionaron el Salmo 54 se registran en 1 Samuel 23:19-29, donde fue dicha la ubicación del escondite de David al rey Saúl, quien luego envió a su ejército para destruir a David y a sus hombres. Los versículos 1-3 expresan una petición urgente a Dios por su protección. David basa su petición en la premisa de que sus perseguidores no tienen ningún respeto por Dios. Por el contrario, declara su confianza en la liberación y reivindicación del Señor.

En el versículo 6, David anuncia que va a ofrecer un sacrificio de alabanza verbal a Dios (Salmos 50:13-15; 69:30-31; lee también Hebreos 13:15).

En el versículo 7, David explica el fundamento de su fe en Dios por la liberación de todas sus angustias, al ser testigo de la fidelidad del Señor, como lo había hecho en el pasado. Obviamente, el versículo 7 es la realización de David de que Dios había resuelto el momento de la invasión filistea como respuesta a la oración de David.

El Selah al final del versículo 3 es un término musical que indica una pausa, lo que en este Salmo nos dice que los versículos 1-3 son la oración de David, siendo los versículos 4-6 alabanzas posteriores de David a Dios por su respuesta.

David comienza su “alabanza” al declarar que Dios “ayudó” a David (v. 4) al “devolver el mal” sobre las acciones impías de Saúl (v. 5). 1 Samuel 23:27-29 dice que, mientras los hombres de Saúl se acercaban a la banda de David, un mensajero llegó a advertir a Saúl que los filisteos habían invadido Israel, obligando a Saúl a dejar de tratar este nuevo problema.

Sigue el ejemplo de David cuando te enfrentas a situaciones imposibles: lleva tus preocupaciones y quejas a Dios. Puedes ver a Dios como un oído que se inclinará a escuchar todo lo que tienes que decirle acerca de tus problemas. Ahora bien, ¿estás tomando el tiempo para “doblar Su oído”?

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El profeta Natán había declarado (2 Samuel 12) que, como consecuencia del pecado de David con Betsabé, iba a haber rebelión en el reino de David. El Salmo 55 retrata la angustia sufrida por David cuando se enteró de que la rebelión se había producido por su propio hijo, Absalón, y por la traición de amigos cercanos. Este Salmo fue probablemente pronunciado durante la partida de David, desde que Absalón había asumido el control del reino.

El Salmo se divide en 3 partes:

1. Una oración de angustia, ya que David “se queja” con Dios (vs. 1-8).

2. Una proclamación de indignación contra sus traidores (vs. 9-15).

3. Una oración de confianza en la obra de Dios para sostener a David (ver el pasaje y comentario del día de mañana).

Observa la progresión en los pensamientos de David (ver Scroggie, vol. 2, p. 31):

1. En la primera sección, vemos a David pensando en sí mismo.

2. En la segunda, vemos a David pensando en sus enemigos.

3. En la tercera, vemos a David pensando en Dios.

En 2 Samuel 15:31 y 16:23 se nos dice que David se entera de que su consejero Ahitofel también fue un conspirador. Deducimos que de él se está hablando en los versículos 12-14 de nuestro Salmo. Aquí se expresa la amarga decepción de David por aquel amigo de confianza que, a través de “la maldad” (v. 15), se había convertido en el enemigo que trajo conflictos (v. 9) y opresión (v. 3) a Israel.

Observa el estado de David: estaba con un dolor en el corazón (v. 4), con miedos tan grandes que lo hacían temblar (v. 5). ¿Y qué hizo David? Llevó todo a Dios en oración, pidiéndole que le “escuche” (v. 1). David toma varios versículos hasta llegar del estado de preocupación y queja a recurrir a la única y verdadera fuente de ayuda: ¡Dios mismo!

Sí, le tomó un tiempo a David en su oración obrar a través de todos sus miedos y quejas, pero observa que llegó al punto que pudo decir: “En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará” (v. 16). ¿Qué problemas enfrentas que requieren que trabajes a través de la oración tus miedos, heridas e ira para que tú también puedas llegar al punto donde tengas paz espiritual sabiendo que tu confianza en Dios será tu ayuda?

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Este es un pasaje difícil en las Escrituras. Se llama Salmo imprecatorio. En él, David le pide a Dios que traiga juicio sobre los hombres perversos, aquellos que eran enemigos de David. David sabía muy bien que la venganza le pertenece a Dios (Dt. 32:35), es decir, Dios mismo se ocupará de los hombres malvados. El versículo 55:15 está reconstruyendo el juicio pronunciado por Dios anteriormente. Por ejemplo, 2 Samuel 23:1-3 dice: “El que gobierna… debe ser justo, gobierne en el temor de Dios”. Por lo tanto, la razón de que David pudiera pedirle a Dios que “hiciera descender al pozo de la destrucción” (v. 23) era porque “no temían a Dios” (v. 19).

Es importante entender la completa vida de oración de David con el fin de dar equilibrio a esta dura oración. Ten en cuenta que David oró por la mañana cuando huía de Absalón, lee el Salmo 3, donde su oración lo lleva de “estar en problemas” (vv. 1-2), a estar confiado (vv. 3-4), tranquilo (vv. 5-6), y finalmente triunfante (vv. 7-8). Su oración en la noche fue el Salmo 4 y su oración por la guía a lo largo del día fue el Salmo 5. Obtenemos una visión del resultado de todo lo orado en este Salmo (v. 5). A pesar de una situación que provocó que David temblara de miedo, David fue capaz de encontrar “paz de la guerra contra mí” (v. 18). 

Aquí se da un principio importante: David demostró el buen camino para triunfar sobre los malvados antagonistas. Clamó al Señor por la noche, por la mañana y al mediodía. Entregó sus cargas sobre el Señor y le confió su liberación y reivindicación. Nosotros también podemos encontrar la “paz” en medio de las situaciones difíciles de la vida cuando seguimos el modelo de oración de David.

Los escritos de los Salmos 34 y 56 y la historia en 1 Samuel 21 explican la angustia extrema de David cuando escribió este Salmo. Huyendo del rey Saúl, buscó refugio en Gat, la ciudad principal de los filisteos, los principales adversarios de Saúl. Aquis, rey de Gat (Abimelec era su título), había recibido a David, pero los siervos de Aquis lo reconocieron como el asesino de miles de filisteos. Se escapó del cautiverio fingiendo locura con éxito ante el rey Aquis, quien lo echó fuera.

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Al no poder salvarse por sus propios medios, David en este Salmo finalmente decide confiar plenamente en el Dios Altísimo para protegerlo de cualquier daño de los hombres. Hizo su fe concreta alabando a Dios por su “Palabra” (vv. 4, 10).

Aunque perseguido por algunos y abandonado por los demás, David percibió que el ojo de la protección de Dios estaba sobre él (vv. 8-9). Su fe se mantuvo al anunciar en varias ocasiones su confianza en Dios y alabar a Dios con la lengua y la pluma. Para observar mejor las ideas que llevaron a David a confiar en Dios, hagamos preguntas fuera de las declaraciones de David en este Salmo:

1. En Dios he confiado, ¿qué puede hacerme el “hombre”? (v. 4)

2. En Dios he puesto la confianza, ¿puede algo asustarme? (v. 11)

3. Si camino delante de Dios, ¿qué puede causar que mis pies resbalen? (v. 13)

El Salmo concluye con David mirando hacia atrás a momentos de su pasado cuando Dios lo preservó de la muerte (v. 13). Esto le da la confianza para creer que iba a “andar delante de Dios a la luz de los vivos” hasta que se cumplieran los propósitos de Dios para él en la tierra.

Considera una circunstancia difícil que estés atravesando y cómo puedes seguir el modelo de David:

1. Renuncia a la confianza en ti mismo.

2. Confía en las promesas de la Palabra de Dios.

3. Cree que Él tiene un propósito para tu vida.

4. Continúa alabándole por su Palabra y su provisión.

Toma el consejo del estribillo que se repite de David: “Dios es engrandecido”. ¿Has encontrado, como David, tranquilidad en medio del “bajo la sombra de las alas de Dios”? ¿Has confiado en que Dios también suplirá tus necesidades durante los momentos de dificultad? Entonces, ¿te tomarás un minuto para “rendir alabanza” a Dios por cumplir todo lo que ha destinado hacer en tu vida?

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Los escritos nos dicen que este Salmo fue escrito desde una cueva. Las Escrituras registran dos situaciones en que David se había refugiado en una cueva cuando huía de Saúl: 1 Samuel 22 y 24. El Salmo 57 fue escrito probablemente durante el primero, tras su fuga de Gat (1 Sam. 22:1).

También tomamos en cuenta que el Salmo 57 tiene la misma estructura que el 56, que consta de dos estrofas, cada una seguida de un estribillo (ver 56:4, 11 y 57:5, 11). Dado que el Salmo 56 incluye el voto (una promesa a Dios) de que David “rendirá alabanzas” a Dios (56:12; “rendir” = “pagar una obligación”), es probable que el Salmo 57 signifique el “pago” de David cumpliendo la promesa del Salmo 56. Ten en cuenta también el tono de victoria en el Salmo 57, desde que David ha visto que Dios completa o cumple a su pueblo todo lo que promete (v. 2). Ahora observa de nuevo los dos estribillos (un dispositivo poético que “detiene la acción” para que uno tenga en cuenta la frase que se repite; vv. 5, 11). David señala que Dios es “exaltado” a través del cuidado que tuvo durante los problemas que atravesó.

“A la sombra de tus alas” (v. 1) es también una de las imágenes favoritas de David (ver 17:8; 61:4; 63:7). Él se ilustra como un polluelo indefenso amparado bajo el ala de la madre debido a un peligro. Allí encuentra reposo absoluto sin temor al depredador (56:1-2; 57:3).

Muchos de los que viven vidas malvadas reciben poca retribución por sus malas acciones en este lado de la tumba. Pero con un poco de “caer en el pozo” han cavado su propia trampa (Prov. 26:27; 28:10). Al igual que Amán, quien murió en la horca que había preparado para Mardoqueo (Ester 7:10), son “atrapados por sus propias trampas” (Salmos 10:2). Dios lo hace para que los hombres teman delante de Él

Al escuchar las noticias diarias que están llenas de maldad y violencia, también nosotros podríamos ser engañados en la creencia de que, si bien “el crimen paga”, “el derecho a vivir no es recompensado”. ¿Cómo puedes mostrar una confianza “como David” hacia Dios? ¿De qué manera puedes hablar a favor de lo que es correcto? ¿Cómo puedes tomar la iniciativa de promover y aconsejar el derecho a vivir?

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David comienza con una protesta contra las autoridades gubernamentales (probables asesores de Saúl y, especialmente, contra los jueces; vv. 1-2). Se establecieron en la tierra como agentes de Dios (Romanos 13:1), quienes fueron, por lo tanto, obligados a gobernar con justicia. Sin embargo, ellos gobernaron en la maldad, ya que eran malos (v. 2). Se niegan a escuchar a Dios en cuyo nombre fueron nombrados (Daniel 4:17).

El Dr. Graham Scroggie ofrece este esquema:
a. vv. 1-5, El pecado de injusticia por los “altavoces” de la justicia.
b. vv. 6-9, La sentencia contra serpientes que deben ser destruidas.
c. vv. 10-11, La satisfacción de los justos; Dios juzgará con justicia.

David comienza con una pregunta a los jueces: ¿ustedes los jueces en verdad hacen justicia, si no hablan cuando debieron haber hablado? (v. 1). Más adelante se los llama “sordos” (v. 4), ya que estaban completamente indiferentes a la voz de Dios, que se representa como su “Encantador”. Los “encantadores de serpientes” eran comunes en el antiguo oriente. Como “Encantador”, Dios se ilustra como la dirección y el control de sus agentes en el gobierno.

David continúa utilizando el lenguaje colorido en el Salmo mientras suplica a Dios que destruya a estas “serpientes” que no podían ser domesticadas, ya que no escuchaban a su “Encantador” y continuarían en sus malos caminos. Por eso, David le pide a Dios que “les rompa sus dientes” (v. 6).

El Salmo concluye con un recordatorio de que Dios es el juez final de todo lo que ocurre en la tierra. Un día, los justos se alegrarán y los impíos conocerán su condena. Si bien hoy en día “los hombres dirán: Dios no juzgará a los malvados”, en ese día futuro “los hombres dirán: Ahora lo veo, Dios recompensa a los justos y juzga a los malvados”.

¿A veces sientes como si tuvieras un tipo de “ejército del mal” que busca destruirte en la primera oportunidad? Si no es así, ¡esos días seguramente vendrán! Entonces, ¿cómo puedes adoptar el “plan de defensa” de David? ¿Cómo puedes invocar a Dios como tu defensor? ¿Como tu capitán del ejército defensor? ¿Como tu escudo de defensa? ¿Como tu fortaleza?

El rey Saúl estaba decidido a matar a David porque Dios, por medio de Samuel, había dejado claro que David sería rey. El plan de Saúl consistía en pedirle a David que matase a cien filisteos para recibir a la hija de Saúl, Mical, como novia. Saúl estaba seguro de que David sería asesinado (1 Samuel 18:25). David mató a doscientos y reclamó a su novia. Ahora Saúl “temía” a David, ya que él “sabía que el Señor estaba con David” (18:28-29).

Furioso, Saúl trató de clavarle a David una jabalina. David se escapó a su casa. Saúl envió soldados a rodearla de modo que pudieran matarlo por la mañana (1 Samuel 19:9-11). Según los escritos, esta es la situación que conduce a David a escribir el Salmo 59.

En los versículos 1-5, David reconoce su situación y clama a su Dios para que lo cuide, defienda y salve. Declara su inocencia y recuerda a Dios su plan futuro de usar a David para alcanzar a las naciones. Los versículos 6 y 7 son una descripción poética de David sobre los soldados de Saúl. David declara su confianza en que Dios lo defenderá de sus adversarios (vv. 8-10).

Observa también que David, en los dos estribillos del Salmo (vv. 9 y 17, una trampa que “detiene la acción y permite al lector considerar”) quiere que observemos la frase: “¡Dios es mi defensa!”

Por último, tengamos en cuenta que el Salmo, en varias ocasiones, destaca el carácter “defensor” de Dios:

1. “Dios mío”, como un reclamo personal a Dios como su “Defensor” (v. 1).

2. “Oh Jehová, Dios de los ejércitos”, por tanto, Dios tiene un ejército celestial (v. 5).

3. “Oh Señor, nuestro escudo”, por tanto, Dios detiene todas las flechas de los malvados (v. 11).

4. “Oh, mi fuerza”, por tanto, la confianza de que “por la mañana” (v. 17), cuando el enemigo ataca, fracasarán en desafiar la fuerza de Dios.

Hay un principio de doble cara para nosotros en este Salmo: la victoria en la vida viene por medio de un caminar en la propia santidad de Dios. Las derrotas en la vida son, a menudo, dirigidas por Dios para que podamos ver nuestro propio pecado. Tómate el tiempo, como lo hizo David, para expresar un deseo de caminar en la santidad de Dios. Luego, confía en que Dios te “dará ayuda en los problemas” (v. 11) que te hacen “temblar”.

Este gran escrito es una guía útil. La situación es la siguiente: el rey David estaba en el extremo noreste de “Aram”, que llamamos Siria, durante su primera campaña. Al parecer, hubo un ataque que resultó en una severa derrota en manos de Israel. Entonces, los edomitas lanzaron una invasión en el extremo sur de Israel (cerca del Mar Muerto, llamado el “Mar de Sal”). Joab fue enviado con una parte del ejército de Israel para cumplir con esta invasión. En la batalla siguiente, doce mil edomitas fueron asesinados.

Mientras que los resúmenes de las victorias finales de David sobre Siria y Edom se dan en 2 Samuel 8:10-16 y 1 Crónicas 18:3-15, estas vienen después de las “cosas difíciles” (v. 3) abordadas en este Salmo. Aquí, Israel siente como si Dios la hubiera “desechado” (utilizado para describir el lanzamiento a distancia de una vasija rota). Dado que David usa “tú has” ocho veces en los primeros cuatro versículos, sabía que sus sufrimientos eran un juicio de Dios sobre la infidelidad de Israel.

Este Salmo tiene tres estrofas de 4 versos que se pueden dividir de la siguiente manera:

1. Eventos trágicos que provocan que Israel “tiemble” y busque a Dios de nuevo (vv. 1-4).

2. Un recordatorio de que Dios prometió la victoria en toda la región (vv. 5-8).

3. Una oración de confianza en Dios de que Él traería la victoria (vv. 9-12).

Observa cómo Dios responde a la oración de David (vv. 6-8). Dios le recuerda a David que las bendiciones se basan en la “santidad”. Dios, por medio de la santidad (v. 6), ya había entregado a Israel las áreas de la tierra mencionadas en los vv. 6-7. Ahora Dios declara, por medio de tres “Yo me” (vv. 6, 8), que Él estaba concediendo la victoria a David sobre las naciones enemigas circundantes.

En los versículos 9-12, David proclama su dependencia de Dios, y solo de Dios, y por lo tanto se apropia del poder de Dios para las próximas batallas.

¿Sensación de “abrumado” por la avalancha de problemas de la vida? Entonces deja que esto sea tu “Hora Silenciosa”, donde tengas una membresía como invitado permanente “en la Carpa de Dios”, donde permitas que Dios sea tu “Roca Fuerte” que es “mayor” (una protección segura) que tus problemas, y donde encuentres refugio bajo “las alas de Dios”.

Nosotros asumimos o seguridad que 2 Samuel 17:24-29 es el marco histórico para el Salmo 61, donde David ha escapado después de haber sido desterrado de Jerusalén y del Tabernáculo porque su hijo Absalón había asumido el control del reino de Israel. David se fue al “cabo de la tierra” (v. 2), es decir, a los confines de la tierra, y está otra vez en la necesidad de la ayuda de Dios. Mientras que David estaba en Mahanaim, una región rocosa en el extremo noreste de Jerusalén, esta frase hace hincapié en el clamor emocional de alguien que se siente “¡muy lejos de Dios!”.

En primer lugar, observa la situación de David: “cuando mi corazón desmayare” (v. 2), representa a un hombre “que cubre su rostro en el dolor” de dominar la angustia.

Ahora mira su petición de que Dios, una vez más, “lo lleve” a “la roca que es más alta que yo” (v. 2). La necesidad de David era para alguien con una capacidad superior a la de David. David observa: “Porque tú…” (v. 3), ya que Dios había sido previamente “refugio” y “fortaleza”. Además, David, habiendo sido excluido del Tabernáculo, solicitaba que se le permitiera continuar como invitado en el “tabernáculo de Dios” (una petición de comunión espiritual con Dios). También pide al confiar que Dios lo “cubrirá con tus alas” (como un polluelo que encuentra refugio bajo las alas de su madre).

Nota el contraste entre los tiempos de los versículos 5 y 6. El versículo 5 mira al pasado: “Tú has…”, mientras que el versículo 6 espera con interés las futuras relaciones de Dios con David: “¡días sobre días!”.

Debido a que Dios es misericordioso y veraz, David puede confiar en que Dios cumplirá todo lo que Él prometió en el pacto davídico (2 Samuel 7:16). Por lo tanto, dice David: “Alabaré tu nombre por siempre”.

Entonces, ¿quieres aprender de David? ¿Vas a utilizar todos estos escudos de defensa que Dios te ofrece? ¿Cómo puedes esperar que Dios sea tu “roca” durante tus “tiempos” difíciles (v. 8)?

En el escrito hebreo, los versículos 1, 2, 4, 5, 6 y 9 comienzan con la palabra “Akh”, que se traduce en español como “verdadero”, “único” y “seguro”. La palabra es el equivalente de “de cierto” de los Evangelios. ¡Afirma una verdad sin importar las circunstancias! La verdad que se anunciará aquí es “la confianza en Dios”.

En primer lugar, nota que David sigue basándose en una metáfora hebrea en cuanto a Dios: Él es nuestra “Roca” (v. 2). Primero, Moisés proclamó esta metáfora justo antes de su muerte mientras trataba de animar a Israel para continuar su confianza en Dios (Deut. 32:4, 15, 18, 31). Ten en cuenta que los versículos 5-6 repiten los versículos 1-2, excepto que el versículo 2 termina con una declaración de David: “no resbalaré mucho”. Pero, después de reflexionar durante un tiempo, el versículo 6 da la mayor declaración de que David “no resbalará” en lo absoluto.

Por último, observa las otras descripciones vividas de Dios, las cuales David reclama como sus muchos escudos para su propia defensa:

• Dios es mi “salvación” (vv. 1, 2, 6), es decir, “Dios trae la liberación”.

• Dios es mi “defensa” (vv. 2, 6), es decir, “mi gran lugar seguro, fortaleza”.

Así, David no “resbalará”, lo que quiere decir que sus enemigos no le causarán temblar de miedo. Nota el contraste presentado: sus enemigos, que confían en el dinero y la fama, serán como “paredes desmoronadas y cercos tambaleantes”.

Dios es mi “gloria” (v. 7). Por lo tanto, nada puede difamar a David, ya que su “fama” no se encuentra dentro de su propia persona o logros. Dios es mi “fuerza” (v. 7). Por lo tanto, Dios era su más firme apoyo. Dios es mi “refugio” (v. 7). Por lo tanto, Dios es un santuario seguro. Ahora David amonesta a sus lectores a tener confianza en Dios. ¡Observa el cambio de “Dios es mi refugio” (v. 7) a “Dios es nuestro refugio” (v. 1)!

David tenía la cura perfecta para el insomnio. No necesitaba pastillas para dormir (v. 6). Él confió en Dios para convertir la meditación en el sueño reparador cuando Él previó que dormir era necesario para las tareas de la mañana (Salmo 3:5; 4:4). ¡El salmista en el Salmo 119:148 esperaba con deseo despertar en la noche para que pudiera meditar en la Palabra de Dios!

Este hermoso Salmo se ha colocado en el Libro de los Salmos para formar el clímax de un trío de Salmos (61, 62 y 63). El marco histórico probable de este Salmo fue cuando David estaba siendo perseguido implacablemente por su hijo Absalón (2 Samuel 15-17). La frase que se repite, “mi alma” (vv. 1, 5 y 8), marca las tres divisiones del Salmo conforme David reflexiona sobre su fe en el poder y la gloria de Dios.

En los versículos 1-7, David nos muestra el camino a la alegría en medio de las peores circunstancias (Hebreos 12:2). Empieza por reconocer que “Él Dios” es su Dios. Le dice a su Dios que él anhela, tiene sed y busca de Él. Alaba y bendice a su Dios con los labios y las manos levantadas. Cuando se despierta durante la noche, se apropia de la total satisfacción futura en la que estará ante la presencia de Dios. Su fe se vuelve suficiente mientras medita sobre cómo Dios lo ha protegido en el pasado. David fue confirmado debido a su dedicación a seguir la dirección de Dios y confiar en Él para la futura reivindicación.

Meditemos otra vez sobre el Salmo mientras observamos a David reconociendo, buscando, ansiando, anhelando, viendo, alabando, bendiciendo, meditando y regocijándose. El Salmo nos muestra la perspectiva correcta en relación con el pasado, presente y futuro. A medida que vivimos en el presente, constantemente debemos tener en cuenta cómo Dios ha obrado con nosotros en el pasado. Al mismo tiempo, nos regocijamos en lo que Él ha prometido para nuestro futuro. Estamos consagrados en el presente “en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos” (Tito 1:2).

¿Es tu lengua también una afilada y cortante espada y un arco que dispara flechas envenenadas? ¡Pídele al Señor que te ayude a “considerar sabiamente” tus palabras antes de hablar! Pide que te haga “perfecto” (v. 4) para que tus palabras reflejen el carácter interno de un “recto de corazón” (v. 10) (Salmo 58).

El tema es la lengua hiriente. Su historia no se conoce, pero se ajusta a dos periodos de la vida de David: (1) cuando Doeg habló con el rey Saúl con la intención de dañar al joven David (1 Samuel 22), o (2) cuando Ahitofel se unió a la rebelión de Absalón y le dio consejos a él (2 Sam. 15:30-31).

1. 64:1-6: el lamento de David por los hombres malvados “atacándolo”. Ten en cuenta que “no temen” (v. 4) cuando hacen el mal.

2. 64:7-10: Consolación de David; Dios “de repente los herirá”.

Toma en cuenta que “todos temerán” cuando vean las “obras” de Dios (v. 9). Los “malvados” (v. 2) denotan el carácter de sus enemigos; literalmente significa “aquellos que rompen las cosas en pedazos”, lo que implica “la gente mala que desea dañar a otras personas”. Esto es lo contrario del carácter de Dios porque Él siempre quiere ayudar a la gente y restaurar sus vidas.

Los versículos 3-6 describen las acciones de los malvados. Sus “lenguas” (v. 3) son espadas afiladas que hieren a otros. Sus “palabras” son arcos lanzados como emboscada (v. 4, “secreto”), de modo que sus “flechas” pueden golpear a los “perfectos” (esos “inocentes” en quienes Dios trabaja para completar un carácter justo). Los malvados piensan como si nadie estuviera mirando sus malas acciones.

Observa la transición: “Pero Dios” (v. 7). Los malvados han olvidado que la “obra de Dios” (v. 9) es proclamada por los justos. Dios conoce la intención de los corazones malvados; por tanto, su tiempo es el perfecto para que las flechas de sus palabras caigan sobre ellos mismos (v. 8). Esta “obra de Dios” hará que todos los hombres “consideren sabiamente” sus acciones para que “teman” (v. 9) a Dios. El justo se “alegrará” de haber confiado (refugiado) en el Señor.

Una lección para aprender es que deberíamos tener “alabanzas en la espera” para proclamar sobre Dios. Comienza por recordar: (1) las grandes cosas que Dios ha hecho en el pasado (durante los tiempos bíblicos) y (2) las grandes cosas que ha hecho para ti. Que éstos sean la base para tu “oración gozosa de alabanza.” Dile por qué colocas tu “esperanza” en Él.

El Salmo 65 es un replanteamiento de los versos de otros Salmos, utilizado por los judíos al comienzo de la adoración en las “fiestas solemnes del Señor” (Lev. 23). Hay una progresión de 3 partes del pensamiento de cómo la congregación adora:

1. La congregación, con alabanzas en espera, se acerca a Dios: Los versículos 1-4 expresan la anticipación de los primeros pasos de la festividad.

2. La congregación celebra las maravillas de Dios: Los versículos 5-8 presentan a Dios el honor debido como su Sustentador.

3. La congregación agradece a Dios por la vasta cosecha: Los versículos 9-13 cantan a Dios por su benevolente y misericordiosa provisión.

Observa cómo, a través del Salmo, se desarrolla su alabanza: En primer lugar, la congregación declara que Dios es su “salvación” y “esperanza” (v. 5). Después da ejemplos del “poder” de Dios sobre la fuerza poderosa del mundo:

• vv. 6-7: Dios afirmó las montañas [¿Tal vez refiriéndose al Gran Diluvio de Noé?] y sosegó los mares [el pueblo de Israel en el Mar Rojo?].

• v. 8: Las grandes obras de Dios hacen que todas las personas las vean [Mar Rojo?].

• vv. 9-10: Dios mira cuidadosamente la tierra para que su pueblo tenga grano en abundancia.

• vv. 11-12a: Dios, cada año, hace que los rebaños y el grano prosperen.

• vv. 12b-13: A modo de ejemplo para la congregación, incluso las colinas, praderas y valles se regocijan en todas partes y gritan de alegría.

Profundizando, detectamos implicaciones proféticas en el Salmo. Los versículos 1 y 2 esperan un tiempo futuro (Isaías 66:23; Zacarías 14:16). El perdón del versículo 3 prevé que los sacrificios de animales serían cumplidos por la obra de Cristo en la cruz (Hebreos 9:13-14). El versículo 4 prevé la completa satisfacción que disfrutamos cuando “estamos presentes al Señor” (2 Corintios 5:8).

¿Eres un creyente con pecados pasados molestando tu “alma” (en términos prácticos, tu conciencia)? A continuación, asegúrate de escuchar el testimonio de David: cuando dejó de ocultar su pecado (“mirado a la iniquidad”) a través del llanto en la confesión y alabanza a Dios, Dios escuchó su oración, lo perdonó y luego continuó “asistiéndole” en cada una de sus necesidades (Pro. 28:13; 1 Juan 3:22).

Este Salmo de acción de gracias es una invitación para los diversos grupos de personas a presentarse y alabar a Dios. Se divide en cinco estrofas:

1. El Dios de todas las cosas, primera estrofa (vv. 1-4): Comienza y termina con la frase “toda la tierra”, e llama a la gente de todo el mundo para dar a Dios el honor y la alabanza debida a su nombre. Sin embargo, el cumplimiento de las palabras proféticas de los versículos 3-4 espera la aparición del Mesías.

2. El Dios de Israel, segunda estrofa (vv. 5-7): Todo Israel es exhortado a considerar cómo Dios ha intervenido a favor de Israel en el pasado. El salmista advierte a reconocer que Dios, en su soberanía, prevalece sobre los asuntos gubernamentales de las naciones (Daniel 2:21; 4:17).

3. El Dios de Israel a todas las personas, tercera estrofa (vv. 8-12): A continuación, Israel llama a todos a unirse a la alabanza de Dios por defenderlos y conservarlos; no permitiendo que resbalen sus pies, porque Dios es digno de alabanza ya (v. 9). Él tiene un propósito divino en traer pruebas y aflicción.

4. El Dios del creyente individual, cuarta estrofa (vv. 13-15): Nota la transición aquí desde la primera persona del plural (nosotros, nuestro, nosotros) a la primera persona del singular (yo, mi). David ahora expresa que personalmente se compromete a cumplir sus propias obligaciones de adoración a Dios.

5. El individuo a otros: unir mis alabanzas a Dios, quinta estrofa (vv. 16-20): David invita a todos “los que temen a Dios” a escuchar su testimonio cuando David clamó a Dios con respecto a su culpabilidad por su propio pecado, y cuando Él alabó a Dios, fue escuchado porque su corazón estaba justo delante del Señor y su “alma” fue restaurada. Termina el Salmo bendiciendo agradecido a Dios por su misericordia al oír su oración.

En Mateo 28:19-20 y Hechos 1:8, el Señor nos dio la comisión de llevar el mensaje del Evangelio de Salvación “hasta lo último de la tierra.” Por lo tanto, ¿cómo puedes expresar, en la casa, la escuela o en el trabajo, el gozo de vivir en los “caminos de Dios” para que así otros puedan “conocer” que Dios desea darles misericordia, perdón y abundantes bendiciones?

El salmo que tenemos ante nosotros es un “Salmo misionero.” Es uno de los varios que demuestran que la nación de Israel entendió que Dios deseaba para ellos que fueran una nación de sacerdotes que propagaran el mensaje de salvación de Dios hasta los confines de la tierra (v. 2). Históricamente, hicieron poco para cumplir esa comisión. Sin embargo, la promesa dada a Abraham, que a través de él serán benditas todas las naciones (Génesis 12:3), no fallará (Gálatas 3:16).

El Salmo se organiza en dos partes: 

1) una oración por la bendición de Dios (vv. 1-2) y 

2) el gozo anticipado que resulta cuando Dios contesta la oración (vv. 3-7).

El Salmo comienza citando la bendición que los sacerdotes tenían que decir sobre Israel (Números 6:24-26). Pide la bendición de Dios sobre Israel para que, a través de Israel, Su ayuda salvadora sea “conocida” (v. 2) a todas las naciones. Seguramente Israel había visto “el camino de Dios” (v. 2) de “misericordia” (v. 1), pero las muchas naciones del mundo no habían visto que los caminos de Dios son “justos” y que es un “refugio” a todo el que le busca (Salmo 9:11; 145:19).

Los versículos 3-7 son una respuesta a la oración de los versículos 1-2. Se hace un llamado a la gente a alabar a Dios “cantando” con “alegría” (vv. 3-4) porque Él gobierna “justamente” (v. 4). El versículo 5 pide a esta gente agrícola que alabe a Dios (y no a otro dios) para que Él les dé una cosecha abundante.

El versículo 6 (una cita de Levítico 26:4) expresa la esperanza en el futuro como un estímulo para el presente.

El versículo 7 es una declaración final de expectativa (se repite la oración de apertura). Podemos esperar la bendición de Dios sobre Israel y podemos esperar que “los caminos de Dios” sean conocidos, amados y “temidos” por todas las naciones.

¿Eres uno de los “justos?” (Es decir, ¿has recibido el “don de la justicia de Dios” ofrecido a través de la muerte de Jesucristo?) De igual manera, ¿estás viviendo una vida que agrada al Justo, Jehová-Dios, quien dispersa a los impíos? Entonces, ¿cómo ha mostrado Dios ser tu Padre tierno? ¿Qué cuidados ha tenido para ti?

El propósito del Salmo 68 es ensalzar al Dios de Israel como Aquel que trae la victoria sobre todos los enemigos de Dios y los opresores del pueblo de Dios del pasado, presente y futuro. Al hacerlo, el salmista utiliza siete nombres hebreos para Dios: Elohim (v. 1, Dios), Jah (v. 4, una abreviatura de Jehová), El Shaddai (v. 14, Todopoderoso), Jehová (v. 16), Jah Elohim (v. 18, Jehová-Dios), Adonai (v. 19, Señor) y Jehová Adonai (v. 20, Dios el Señor).

Para lograr su propósito, el salmista se basa en las Escrituras anteriores. El versículo 1 es la remembranza grabada por Moisés a Israel cada vez que la columna de nube les llevó a reanudar el viaje del Monte Sinaí a la Tierra Prometida (Números 10:35).

Los impíos (v. 2) son aquellos que no consideran a Dios al conducir sus vidas. Estos serán “lanzados” de la “presencia” de Dios (v. 2) mientras Él “cabalga” hacia adelante en la victoria (v. 4). Por el contrario, los justos se alegrarán (v. 3) porque se mantendrán “ante” la “presencia” de Dios. Así, los justos son exhortados a ser agradecidos, regocijarse, cantar, alabar y ensalzar al extremo.

Los versículos 5 y 6 declaran que Dios tiene un interés muy personal en cada individuo, en especial en aquellas personas que no tienen ningún otro protector. Esta poderosa virtud incluye que también es un Padre tierno.

Los versículos 7 y 8 son tomados de la canción de Débora (Jueces 5:4-5) y son un resumen de las peregrinaciones de Israel en el desierto (Éxodo 19:16-18). “Lluvias abundantes” (v. 9) es emblema de los regalos que Dios “hace llover” sobre su pueblo mientras están en el desierto, incluyendo el agua, el maná y las codornices, así como la “leche y miel” de la Tierra Prometida.

Así como este Salmo declara que una gran multitud “publicó” (v. 11) las maravillosas obras y palabras de Dios, así debemos estar “publicando” los hechos gloriosos y palabras de Dios. ¿Cómo Dios ha publicado “beneficios diarios” en tu vida? ¿Cómo puedes “publicar” su “salvación” a otros para que ellos también puedan disfrutar de sus bendiciones?

El Salmo 68 celebra una gran victoria obrada por Dios a favor de Israel. La ocasión para la escritura puede haber sido una de las campañas de David para ampliar el reino de Israel descrito en 2 Samuel 8.

Los versículos del 11 al 13 se centran en aquellos que mantuvieron el frente interno, mientras que el ejército se enfrentaba al enemigo. Las mujeres, formadas bajo lo instituido por Miriam (Éx. 15:20), continuada por Débora (Jueces 5:1). Véase también 1 Samuel 18:6. Ellas fueron enriquecidas con su parte del botín de guerra.

Los versículos del 14-16 hablan de la elección del Señor de escoger la colina aparentemente insignificante de Sión como Su morada terrenal (la colina sobre la que Jerusalén y el templo estaban construidos), en lugar de las montañas de Basán, que culminaban en el majestuoso nevado Monte Hermón.

El versículo 17 mira al presentador que trajo la ley a Moisés en el Sinaí (Dt. 33:2; Hechos 7:53; Gálatas 3:19). También puede buscar al presentador que acompañara al Señor cuando Él establezca Su trono en Sión (Dn. 7:10; Ap. 19:14).

Según Efesios 4:8, el versículo 18 profetizó la Ascensión de Cristo (Hechos 1:9-11, después de su resurrección, Jesús “ascendió” a un lugar de honor en el Cielo) que culminó en la victoria de Jesús sobre Satanás y la muerte, que ganó al estar en la cruz (Juan 12:31-33; Hebreos 2:14).

Los versículos 19 y 20 declaran que Dios debe ser glorificado porque Él provee día a día y también porque Él tiene la única respuesta a la muerte.

Los versículos 21 a 23 profetizan la última derrota de los enemigos de Dios y la reunificación de Israel al final de la era.

¿Cómo ha tratado el Dios de toda la tierra convertirse en el Dios de todas las áreas de tu vida? David pensó que era importante tener en cuenta que todas las doce tribus se habían sometido a la adoración de Dios. ¿Has hecho un punto importante el presentar todas las áreas de tu vida a Dios?

Los versículos del 24-28 hablan de una procesión victoriosa al santuario que David había preparado para el Arca de la Alianza en Jerusalén, la cual fue hecha antes de que el Templo de Salomón (v. 29) fuera construido. Los cantantes eran un grupo de levitas especialmente designado. Ellos vivían con sus familias en el lugar de adoración. Ellos eran los encargados de tiempo completo del santuario previsto por decreto especial (1 Crónicas 9:33; 15:16; Nehemías 11: 22-23; 12:47).

Se mencionan cuatro de las doce tribus de Israel. El cuatro representa poéticamente todas las tribus de Israel que habían venido a alabar a Dios. Las tribus de Benjamín y de Judá se mencionan en primer lugar. Estos ocuparon el extremo sur de Israel. Zabulón y Neftalí ocuparon el norte lejano.

El uso del tiempo futuro es una señal de que los versículos 29-32 nos proyectan en el futuro Reino Milenario del Mesías.

Todos los gobernantes de la tierra rendirán honor al llevar regalos al Rey en Jerusalén (Isaías 60: 6). Egipto se da como el primer ejemplo aquí, ya que siempre había sido una de las grandes naciones del mundo antiguo. Etiopía, la raza negra de las personas situadas al sur de Egipto, fue un ejemplo de un país de uno de los rincones más alejados del mundo que vendrían a alabar a Dios.

En los versículos 33-35, el Salmo concluye con un llamado a todos los reinos a cantar alabanzas a la grandeza del Dios de Israel. Todos los oyentes son exhortados a reconocer que el Dios de Israel es el Dios del universo y todo lo que hay en él. En el momento de la escritura de este Salmo, Dios era solo el Dios de Israel (v. 35), el punto de esta profecía es que se acerca el día en que Dios se convertiría en el Dios de toda la tierra (v. 32) cuando todas las naciones de la tierra lo reconozcan.

¿Te enfrentas a problemas y angustia a causa de vivir en rectitud y hacer lo que agrada a Dios, o a causa de tu propia insensatez y pecado? Si es debido a que te guías con cosas correctas y buenas, entonces pídele a Dios que te salve (v. 1) de esos problemas.

Si es debido a la insensatez y pecado, primero debes confesar tu pecado y alejarte de tales actividades insensatas. Una vez que hayas pedido perdón, puedes confiadamente esperar a que Dios venga en tu ayuda.

El Salmo 69 es uno de los Salmos más citados (junto con los Salmos 22 y 110) en el Nuevo Testamento. Aquí se ilustra una característica de los Salmos Mesiánicos: algunos versos aplican solo a David, mientras que otros se aplican tanto a David como a Cristo. Entonces, ¿cómo sabemos cómo aplicar los versículos? La angustia de David, y la oración resultante por la ayuda de Dios, es un patrón que siguen todos (¡incluyendo a Jesús!) cuando están bajo una gran angustia resultante de su celo por honrar a Dios.

La característica predominante del Salmo es el clamor a Dios de un hombre ante la gran aflicción descrita en cómo su alma se ahoga en aguas tormentosas y profundas (v. 2). Si bien David comprendió que su propia insensatez y pecados (v. 5, ver 1 Samuel 21) son una fuente de algunos de sus sufrimientos, David también sabe que por el amor de Dios (v. 6) había soportado el sufrimiento, el oprobio y la vergüenza. Aquellos que habían deshonrado a Dios (7, 9, insultar públicamente, hacer daño a la reputación de otra persona) ahora recaían sobre David.

Dado que David, después de su insensato pecado, había actuado con rectitud (lloró, ayunó, se sentó en cilicio, vs. 10-11; relacionado con el arrepentimiento del pecado), la condición dominante del Salmo es la de una víctima que es inocente de presuntos cargos presentados contra él (v. 12).

Observa que la oración de David también incluye una solicitud para que sus acciones necias y pecaminosas del pasado no ocasionen que otras personas piadosas (los que esperan en Dios) no estén avergonzados (implica estar retrasado en su servicio a Dios) o estar confundido (a ‘causar confusión’ y un enfriamiento de la fe en Dios).

¿Qué debes hacer cuando te encuentras en el lodo (pozo de barro) de la desesperación? Mira de nuevo a las varias verdades acerca de Dios que David usó para salir de su desesperación. Observa que estos son los pasos en la escalera de rescate que Dios extiende a tu alma para llevarte fuera del fango. Pregúntate, ¿quién es Dios y qué es lo que Él desea hacer por mí?

Los versículos 13-19 informan la solución de la angustiosa situación de David (vs. 2-4). Él aún se encuentra con el alma abatida (v. 18), pero sus ojos se han vuelto de su difícil situación a su Dios (v. 13). Él clama a Dios utilizando los nombres de Jehová y Elohim (v. 13). El primer nombre indica la confianza de David en su relación personal con Dios, Aquel con el que personalmente tiene comunión y actúa para beneficiar a los suyos. El segundo indica la confianza de David en que Dios, como el Supremo, es capaz de acercarse (v. 18) a él. David también pone su fe en el carácter inmutable de Dios:

• Dios es todo conocedor (vs. 5, 19, es decir, Dios ve y hábilmente discierne lo que debe hacerse).

• Dios tiene una multitud de misericordias (v. 13).

• Dios es conocido por su bondad (es decir, la actitud de lealtad de Dios hacia su pueblo resulta en su actuar como un aliado, que entonces se describe con más detalle como bueno [que aquí significa abundante]) (v. 16).

• Del mismo modo, Dios es conocido por sus misericordias (esta palabra ilustra el cuidado de una madre por su nuevo bebé) (v. 16).

Así que, David está suplicando con confianza a Aquel que ve, entiende y quiere ayudar con los problemas. Dios va a actuar, porque Él siempre será misericordioso con los que lo invocan.

Para enfatizar la urgencia de su ruego, David utiliza todas estas palabras: Líbrame (v. 14) – Mírame (v. 16) – Acércate a mi alma (v. 18) – No escondas tu rostro de tu siervo (v. 17). Se refiere a sí mismo como siervo en necesidad de ayuda del Maestro. Su razonamiento es: ¿Cómo puedo desempeñar mis deberes como su sirviente hasta que Tú me liberes?.

Tengamos en cuenta dos cosas: (1) En primer lugar, la indignación de Dios está sobre todos los que continúan en pecado y se rehúsan a permitir que Dios los libre de su pecado. (2) Sin embargo, Dios también desea traer la salvación (v. 29) a todos los que admiten que son pobres en la vida y están tristes por su pecado. ¿A cuál pobre y triste persona conoces que necesita escuchar de la salvación de Dios?

Los versículos 22-28 profetizan acerca de Israel (por ejemplo, derrama tu ira sobre ellos v. 24, enfurecerse por el pecado) durante el tiempo de la Gran Indignación de Dios (Deuteronomio 29:28). Este es el tiempo entre su rechazo a la mesianidad de Jesús y el tiempo, aún en el futuro, cuando la indignación es pasado (Isaías 26:20; Daniel 8:19). El apóstol Pablo cita los versículos 22-23 en Romanos 11:9-10 y luego dice que la indignación de Dios sobre Israel ha dado lugar a las bendiciones de Dios sobre los cristianos en la Iglesia.

En Hechos 1:20, el apóstol Pedro cita del versículo 25 y lo aplica a Judas Iscariote cambiando sus a su. Él, al igual que los líderes religiosos de Israel, rechazó a Jesús como el Mesías y trajo el mal sobre sí mismo.

El versículo 26 habla del tratamiento judío de Aquel Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores experimentado en quebranto … por herido de Dios (Isaías 53: 3-4).

Pon maldad sobre su maldad (v. 27). Todos nosotros, como David, somos formados en maldad (Salmo 51: 5). Al rehusarnos a reconocer nuestra maldad y recibir la provisión de Dios por nuestro pecado, añadimos la maldad definitiva a la maldad con la que hemos nacido. El versículo 29 continúa diciendo que Israel estaba procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios (Romanos 10: 3). Por lo tanto, se excluyen a sí mismos de El libro de la vida.

Los versículos 29-36 dan un vistazo al día en que el pueblo de Israel se verá a sí mismo como pobre y triste y con la necesidad de la salvación de Dios (v.1) y el rescate (v.14) de su propio cieno profundo (vs. 2, 14). ¡La Indignación de Dios será entonces pasado y recibirán a su Mesías!

¿Qué haces cuando estás fuera de las cosas que puedes hacer? David tenía la respuesta correcta, invocar a Dios (que es a la vez Elohim y Jehová) y así utilizar sus vastos recursos para que lo haga por ti. Después de todo, Dios ama hacerlo para aquellos que le aman (v. 4). Así que, dado que tú también amas a Dios ¿por qué no le pides a Dios, que está dispuesto y es capaz, que te ayude con tu necesidad?

Este salmo es una petición urgente para que sea liberado de sus perseguidores y es el tipo de oración que David pudo haber hecho en numerosas ocasiones. Por ejemplo, se adapta bien a la experiencia relatada en 2 Samuel 16:5-14. Mientras huía de Absalón, un grupo de benjamitas arrojó piedras contra él en medio de vituperios y burlas. Tal vez estaban enojados desde que David reemplazó a Saúl, hijo de Benjamín, como rey de Israel.

David invoca el nombre de Dios cinco veces en el Salmo (como Elohim tres veces y dos veces como Jehová). David le llama Elohim, ya que hace hincapié en que Dios es el Supremo, que es todopoderoso. David clama a Jehová ya que Dios es también el Dios personal quien lleva el interés en las necesidades de su pueblo.

David le pide a Dios que por favor se apresure. Esa es la forma en que comienza y termina su súplica. Pide cuatro cosas en lo que respecta a sus perseguidores:

(1) Que sean avergonzados,

(2) Que sean confundidos (humillados),

(3) Que huyan (dos veces),

(4) Que sean confundidos (deshonrados).

Después hace una petición para aquellos que buscan a Dios y aman Su salvación (David se incluye a sí mismo en este grupo) (v. 4). Que se regocijen, alegren y que magnifiquen a Dios continuamente.

David termina expresando su propia pobreza en recursos (v. 5) y toda su dependencia en un Dios que es capaz (Elohim), y un Dios que actúa en nombre de su propio pueblo (Jehová). David comprendió y confió en los recursos inagotables de Dios. David también quería que la grandeza de Dios fuera reconocida (v. 4) como Él trae libertad a David.

Tal vez tú eres uno de los actuales canosos ancianos (v. 18), cuya fuerza está fallando notablemente (v. 9) (o quizás eres una persona de la siguiente generación (v. 18) que tiene un ser querido), entonces considera cuidadosamente las maravillas de David. ¿Cómo Dios no te ha fallado? y ¿qué trabajo aún intenta que hagas para Él?

Los versículos 1-13 del Salmo 71 consisten en una oración y luego el resto del Salmo (vs. 14-24) es principalmente alabanza. Aunque no se nos dice quién fue el autor del Salmo, es probable que fuera David en su vejez (vs. 9, 18). La palabra confianza en el versículo 1 significa refugiarse, y el salmista estaba escapando (v. 2), por lo que asumimos el contexto histórico es la huida de David de su hijo Absalón, que se había rebelado y se hizo cargo de la nación (2 Samuel 15:14).

En el pasado, Dios había librado a David según la petición del versículo 4. Por lo tanto, tiene una base firme en la esperanza y la confianza, lo que lo hace alabar (v. 22) a Dios en lugar de huir aterrado.

Para asombro de muchos (v. 7). Ciertamente David era una fuente de asombro a quienes lo maldijeron y arrojaron piedras en 2 Samuel 16:5-8. David, el asesino de gigantes y conquistador de naciones, huía en desgracia de su propio hijo. Ellos pensaban que Dios lo estaba castigando y estaban listos para ayudar a Dios a acabar con él (v. 11). Algunos espectadores en la crucifixión de Jesús tenían pensamientos similares (Lucas 23:35-37, 48).

Observa que David da a sus lectores razones para maravillarse:

• Este viejo aún estaba lleno de confianza y esperanza en Dios (vs. 9, 17, 18).

• Pide a Dios que siga siendo su roca y fortaleza (vs. 3, 7).

• Él habla de y canta alabanzas a Dios todo el día (vs. 8, 15, 24).

• Él cree que Dios ha velado por él durante toda su vida (vs. 5-6, 17).

• Estaba seguro de que Dios no le fallaría ahora que él era viejo (vs. 9, 18).

• Este hombre viejo creía que Dios todavía tenía un trabajo para él por hacer, que era declarar la fuerza de Dios a la siguiente generación (v. 18).

El punto de David es que no hay problemas tan grandes y profundos de los cuales Dios no pueda rescatar. Dado que Dios es justo, fuerte y capaz de hacer un trabajo maravilloso, ¿cómo puede Dios rescatarte de las profundidades de tus problemas? ¿Cómo puedes decirle a la generación actual acerca de las maravillas de Dios?

En los versículos 1-13, el salmista ora una petición urgente para ser liberado de sus enemigos mientras que declara su confianza y esperanza en el Señor, Dios (vs. 1, 5). También expresó el deseo de alabar a Dios (vs. 6, 8).

En el versículo 14, deja de orar por sus enemigos y vuelve los ojos a la justicia (vs. 15, 16, 19, 24), fuerza (vs. 16, 17) y maravillas (vs. 17, 19) de Dios. Estas cualidades de Dios son el fundamento de la esperanza que él había expresado en el versículo 5. Firmemente confiando en la salvación de Dios (lo que significa aquí liberación del peligro), él alaba a Dios con la boca todo el día (v. 8). Como resultado, no hay tiempo para preocuparse por las circunstancias o enemigos.

En los versículos 17 y 18, el salmista recuerda a Dios y cómo desde su juventud había declarado Sus maravillas. Ahora en su vejez, pide el privilegio de continuar sirviendo a Dios diciéndole a las generaciones presentes y futuras sobre el poder liberador de Dios.

En el versículo 20, David usa una forma de hablar, traducido como profundidades de la tierra, que ahora es difícil de entender. Muy probablemente, David está expresando la esperanza de que Dios lo librará de su grave circunstancia actual. Una forma de esta palabra hebrea se usa en Génesis 1:2, la faz del abismo, para describir las vastas profundidades de los océanos. Así, nuestro versículo retrata, metafóricamente, a Dios trayendo a una persona de nuevo a la vida después de rescatarla de ahogarse en el profundo e imponente mar de peligros. Tal vez David, como anciano considerando su muerte, estaba hablando sobre Dios literalmente trayéndolo de nuevo a la vida después de rescatarlo de las profundidades de la tumba. Los santos del Antiguo Testamento ciertamente esperaban resucitar corporalmente (Job 19:25, 26; Salmo 17:15; Isaías 26:19).

Observa el interés de Dios en que su pueblo haga lo que es justo y recto (vs. 1-7); cosas como ser el librador a aquellos oprimidos (vs. 12-14). Entonces, ¿cómo puedes ayudar a una persona necesitada hoy? ¡Dios estará contento!

El Salmo 72 es una canción que se basa en el Pacto de David (2 Samuel 7: 10-16), una colección de las promesas de Dios para David sobre el futuro del reino de David. Estas promesas se cumplieron parcialmente durante el reinado de Salomón, hijo de David, que se caracterizó por la paz y el descanso (1 Crónicas 22: 9). Sin embargo, la realización completa del Pacto espera el establecimiento del futuro glorioso reino de Jesucristo, el futuro Hijo de David y el Mesías prometido (Daniel 2:44).

La inscripción por encima del Salmo está posiblemente diciéndonos que este Salmo fue concerniente a Salomón y no escrito por Salomón. Entendemos que significa referente a Salomón con el autor, David, escribiendo sobre su hijo y próximo rey, Salomón. (Nota: David, v. 20).

Los versículos 1-7 presentan el carácter del reino. Nota el uso repetido de juicio, el juez, y justicia en los versículos 1-7. Aparece entonces paz (v. 7), ya que la paz florece en un ambiente de estos tres: El efecto de la justicia será paz; y el efecto de la justicia, reposo y seguridad para siempre (Isaías 32:17). Una preocupación principal del rey será la protección de los pobres, los necesitados y los desvalidos (vs. 12-14). No habrá opresores.

Los versículos 8-11 presentan la extensión del reino que es hasta los confines de la tierra y para todas las naciones. El reparto original de Dios para Israel era desde el Mar Rojo hasta el Gran Mar (Mediterráneo). Sin embargo, se comprometió a ampliar sus fronteras. David amplió las fronteras hasta el río (Éufrates), y cuando venga Jesús como Mesías y Rey las extenderá hasta los confines de la tierra (Éxodo 23:30, 31).

Es importante tomar en cuenta que era la intención de David que cada lector de este Salmo se animara en su vida diaria mientras se pregunta por las cosas gloriosas que Dios ha planeado para el futuro del mundo. Puesto que Dios quiere establecer el carácter del Reino Futuro en tu vida ahora, ¿cómo puede tu vida ser un testimonio de Su bendición en ti para todas las demás personas (v. 17)?   

Este Salmo retrata el glorioso y futuro Reino de Jesús, el Mesías y Rey. Veamos una posible descripción:
– El carácter del Reino (v. 1-7): La justicia y la paz
– La extensión del Reino (v. 8-11): Hasta los confines de la tierra
– La prosperidad del Reino (v. 12-16): Abundancia para todos
– La duración del Reino (v. 17-19): Interminable

El Rey prestará especial atención a los pobres y necesitados que a menudo son descuidados en esta edad. Todas las personas son preciosas para Él (v. 12-14).

La vida abundante se expresa con Dios bendiciendo a este reino con lluvias (v. 7), granos y frutos (v. 16). El Rey será honrado con regalos (v. 10, 15), con homenaje (v. 9, 11) y alabanza (v. 15, 17).

El Milenio o la Era del Reino terminará con la destrucción de la muerte y Satanás, seguido por el juicio del gran trono blanco (Apocalipsis 20). En el Milenio habrá un Cielo Nuevo y Tierra Nueva (Ap. 21:1) en el que el trono de Dios y del Cordero (otro nombre para Jesucristo) continuarán para siempre (Ap. 22:1). Las promesas a David (2 Samuel 7:13-16) y la profecía de Daniel (Daniel 2:44) declaran enfáticamente la eternidad de este Reino.

El Salmo en sí termina en el verso 17. Los últimos tres versículos aquí forman una doxología al segundo libro de los Salmos (es decir, Salmos 42 a 72; ten en cuenta que los Salmos están organizados en 5 secciones o libros). La doxología nos insta a bendecir a Dios, que significa dignificar (o agradecer) a Dios por todas las bendiciones que nos ha concedido.

Asaf finalmente se dio cuenta de que había estado utilizando mal la vara métrica para comparar su vida con el necio. Asaf se había comparado con los que tenían más cosas (v. 7). Finalmente recordó que tenía la posesión más grande: el buen cuidado de Dios en su vida (v. 1, 23). No caigas en el error de Asaf. Tómate un minuto y considera todas las cosas buenas que tienes de Dios.

El Libro de los Salmos se divide tradicionalmente en cinco secciones o libros. Hoy empezamos el tercer libro (Salmos 73-89). Los primeros once Salmos se atribuyen a Asaf, que era jefe de los cantores del rey David (1 Crónicas 15:19; 16:5). También fue un vidente de Dios (es decir, un profeta, 2 Crónicas 29:30).

El Salmo 73 considera una vieja pregunta: ¿Por qué prosperan los malvados mientras que los justos sufren? Asaf tropieza y casi se cae debido a la envidia (v. 3). La misma pregunta dejó perplejo a Job, Jeremías y Habacuc.

El necio indica los que arrogantemente viven sus vidas sin tener en cuenta a su Creador. Tales parecen tener vidas llenas de cosas buenas. No hay evidencia del juicio de Dios sobre sus malas acciones (v. 4-5). Ellos están llenos de orgullo, complacen todos sus deseos (v. 6-7). Son corruptos, opresores y jactanciosos (v. 8). Ellos se vanaglorian por donde quiera que van, desafiando a Dios y al hombre sin penalización aparente (v. 9).

Asaf observó al pueblo de Dios siguiendo los planes de los impíos. Habían llegado a la conclusión de que Dios no estaba al tanto de lo que ocurría en la tierra (v. 10-12). Esto hizo que Asaf supusiera que: dado el aumento y prosperidad de los impíos, ¿estaba él viviendo una vida limpia para Dios totalmente en vano (v. 13-14)? Asaf casi decide que había sido inútil para él vivir una vida limpia. Providencialmente, Asaf no decidió seguir los caminos de los necios e impíos. Regresa al versículo 1 para mirar su conclusión, que, debido a su importancia, Asaf coloca en primer lugar y notablemente fuera de orden. A pesar de la aparente evidencia de que los hombres malvados tienen una vida mejor, Asaf observa y da una conclusión correcta: Ciertamente Dios es bueno con los que están limpios de corazón.

¿Tienes un lugar especial apartado donde Dios puede hablar tranquilamente a tu corazón? Aprende de Asaf; es bueno tener un lugar para tener un tiempo de Hora Silenciosa. Fue en su lugar apartado donde Dios guió (v. 24) sus pensamientos a la verdad sobre sus preocupaciones. Pídele a Dios que te dé un santuario espiritual donde puedas ver que Él está constantemente contigo, sosteniendo tu mano (v. 23), aconsejándote (v. 24) y fortaleciéndote (v. 26) en referencia a tus preocupaciones.

Asaf sabía que algo estaba mal con su forma de pensar en el versículo 13. ¿Qué pasa si escandaliza a la generación venidera (v. 15)? Alguien con una obligación con la generación debe permanecer fiel a Dios por el bien de ellos. ¿De qué otra forma sabrán ellos el camino de Dios? En el Salmo 78:1-7, Asaf muestra que llevó su obligación a las generaciones futuras de forma seria.

El santuario (v. 17) es un lugar especial apartado de manera que una persona puede acercarse a Dios con el fin de tener comunión con Él (por lo tanto, a menudo se utiliza como un nombre alternativo para el templo de Jerusalén) (Salmo 20:2; 77:13; 96:6). Es el lugar donde Dios le mostró a Asaf la necedad de sus pensamientos. Es el lugar donde Asaf encontró la respuesta al problema que causó su dolor (v. 16). Es el lugar donde Dios trajo convicción a su corazón y en el que se confesó libremente (Job 42:5, 6). En el santuario, Asaf se dio cuenta de que su Dios estaba con él, sosteniendo su mano todo el tiempo (v. 23). También Asaf obtuvo la seguridad de que Dios lo aconsejaría y guiaría durante su vida en la tierra y lo llevaría a la misma presencia de Dios en la gloria del cielo (v. 24). Su Dios era su deseo y su herencia eterna (v. 25).

En cuanto a aquellos que están lejos de Dios por rechazar su santuario, Asaf dice que Dios se encargará de eso a su tiempo. Los que siguen los planes de los impíos perecerán con los que les han llevado por mal camino. Al final del Salmo, tenemos el mismo hombre en las mismas circunstancias, pero con una nueva y verdadera perspectiva del papel que jugará en la etapa de su vida.

Nosotros también enfrentamos tiempos cuando parece que Dios ha retirado su mano de en medio de nuestras vidas. Tal vez necesitas reafirmar tu antigua fe declarando que Dios sigue siendo el mismo Dios de tiempos antiguos. Dado que su mano aún trabaja activamente su voluntad en tu vida, ¿cómo quiere guiarte?

Este Salmo de Asaf debió ser recopilado por sus descendientes conocidos como los hijos de Asaf. Estos fueron los líderes de adoración por muchas generaciones después de los tiempos de Asaf (2 Crónicas 20:14; Esdras 3:10). La triste situación de la nación descrita en el Salmo 74:3-9 fue resultado de la destrucción de Jerusalén por el ejército de Babilonia en el 586 a.C. (2 Reyes 25:8-12), mucho después de que Asaf sirvió al Rey David (1010-970 a.C.).

Al parecer, en algún momento después de la destrucción de Jerusalén, el salmista pregunta: ¡Oh Dios, ¿nos has desechado para siempre? ¿Hasta cuándo nos afrentará el enemigo? (despreciar públicamente y hacer daño a la reputación de Dios) (v. 1, 10).

En Romanos 11, el apóstol Pablo responde a estas dos preguntas. La restauración completa para Israel como nación vendrá. La restauración de Israel se produce después de que se cumplan los tres Hasta que del Nuevo Testamento:

1. Hasta que llegue el tiempo en vosotros (la Nación de Israel) que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor (Lucas 13:35). Israel como una nación entera debe creer primero que Jesús es el Mesías.

2. Hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan (Lucas 21:24). Jerusalén será hollada por los gentiles desde el 586 a.C. hasta la gran batalla de Armagedón cuando el Mesías aplastará las potencias mundiales.

3. Hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles (Romanos 11:25). Dios tiene la intención de completar su primer llamado de entre los gentiles, un gran número de personas que invocan su nombre (Hechos 15:14).

Al principio, parecía que Dios había retirado Su mano de actuar en los asuntos del mundo (v. 11). A continuación, el salmista reconoce la verdad: Dios no había cambiado; seguía siendo el Rey de tiempos antiguos (v. 12a). Por lo tanto, continúa salvando en medio de la tierra (v. 12b).

En Levítico y Deuteronomio el Señor explica completamente que si Israel rechazaba su advertencia, Él actuaría. Ellos la rechazaron. Ellos no aprenderán por la instrucción, por lo que deben aprender por la experiencia. Hoy en día, ¿estás dispuesto a aprender mediante la instrucción o deberás experimentar la mano castigadora de Dios? No hay que olvidar: El Señor juzgará a su pueblo (Dt 32:36; Hebreos 10:30; 12:6).

En los versículos 13-15 el salmista repasa la historia de cómo Dios manifiesta su poder a favor de Israel. Los animales monstruosos de los versículos 13 y 14 son emblemas de fuertes adversarios que sólo el poder de Dios podía destruir (Isaías 27:1; Ezequiel 29:3). Los habitantes del desierto (v. 14) habla de las criaturas del desierto y el mar que tuvieron como comida a los soldados muertos de Egipto. El versículo 15 recuerda el agua procedente de la roca que Moisés golpeó y el paso del Jordán sobre tierra seca.

Los versículos 16 y 17 reconocen el trabajo de Dios en la Creación. El salmista le está diciendo a Dios: Yo sé que has estado dispuesto en el pasado para rescatar a tu pueblo, y que eres plenamente capaz.

En el resto del Salmo, el salmista recuerda a Dios (v. 18) las razones por las que debe levantarse (v. 22) en nombre de su pueblo:

1. Es Dios mismo quien ha sido injuriado y blasfemado en la profanación de Su santa morada (v. 18b).

2. Recuerda que eres un Dios misericordioso. Estamos tan indefensos como una paloma en una trampa (v. 19a).

3. Tú eres el proveedor de los pobres necesitados y que son vergonzosamente oprimidos (v. 19b).

4. Honra Su pacto con Abraham, Isaac y Jacob (v. 20).

5. Llamaste a un pueblo por Tu nombre. ¿Cómo pueden ofrecer alabanza en estas circunstancias? (v. 21).

6. Esta es Tu causa, y los enemigos prevalecen (v. 22).

Entonces, ¿has doblado tu voluntad a la justa y recta voluntad de Dios (v. 10) o has encontrado una manera de rebelarte contra los justos juicios de Dios (v. 2)? ¡No seas un insensato, vive una vida justa!

Este salmo es mejor visto como la respuesta de Dios a las dos peticiones al final del Salmo 74: (v. 22) abogar por su propia causa y (v. 23) No olvides las voces insultantes de tus enemigos. Se refiere a:

• En el versículo 1, el salmista habla a Dios en nombre de la congregación.
• En los versículos 2-3, habla a la congregación a favor de Dios.
• En los versículos 4-8, habla a los opresores de Israel a favor de Dios.
• En el versículo 9, habla para sí mismo.
• Finalmente, en el versículo 10, él, en nombre de Dios, habla a todos.

En el versículo 2, Dios dice: Al tiempo que señalaré. Esto muestra a Dios como un gran y soberano Rey que, en Su tiempo justo, actuará sobre las peticiones de la congregación.

En el versículo 3, Dios dice que, a pesar de la maldad y los problemas ocasionados por los pecados del pueblo de la tierra, Él siempre ha tenido el control del curso final de la historia del mundo.

En los versículos 4-5, Dios habla a los impíos, advirtiéndoles que no levanten el cuerno en contra de Dios. Este es un dicho oriental que ilustra a un toro desafiando a otro por el dominio. Dios sabe que estos hombres arrogantes e insensatos agitaron sus cabezas a Dios. Observa que el verso 10 dice: Quebrantaré todo el poderío de los pecadores. Los malvados nunca podrán tener el poder; más bien, Dios continuará siendo el poderoso y juez justo de los malvados.

La palabra hebrea para levantar, utilizada en los versículos 4-5, se usa de nuevo en el versículo 6 (juicio), en el verso 7 (enaltece) y en el verso 10 (será exaltado). Por lo tanto, la lección fundamental del Salmo es que, mientras los hombres impíos buscan cada rincón del mundo para encontrar una manera de alzarse a sí mismos, la verdad es que solo Dios levanta. El Salmo concluye con la observación de que Dios solo levanta o exalta a los que viven vidas justas (v. 10).

En el mundo antiguo, el rey de un pequeño reino llevaba regalos (v. 11) a un rey de un gran reino para demostrar su sumisión a la voluntad del rey más poderoso. ¿Qué regalos puedes darle a Dios para demostrar tu sumisión a su autoridad en tu vida? Dios desea regalos como estos: interés en la adoración a Dios, vivir una vida recta, que demostremos el fruto del Espíritu y el hacer buenas obras para otros. Piensa en un regalo para darle hoy.

El Salmo 76 es la secuela culminante del Salmo 75, donde Dios declara que Él es soberano en el mundo. El Salmo 75 fue la respuesta de Dios para el salmista en los problemas del Salmo 74: ¿Por qué no haces frente a tus enemigos?

El Salmo 76 es un canto de victoria que surge tras la destrucción de 185,000 invasores asirios por medio de un ángel (Isaías 36–37; 2 Reyes 19:30). Los asirios habían sitiado Jerusalén. Ezequías, rey de Judá, había orado y Dios respondió de una manera maravillosa no vista desde los días de Josué, cuando Israel había conquistado por primera vez la tierra.

El Salmo se divide en 4 tripletes (4 series de 3 versículos) de la siguiente manera:

• Vs. 1–3: Dios se ha dado a conocer, por medio de sus grandes obras, en Judá.
• Vs. 4–6: Dios es victorioso sobre las naciones obstinadas.
• Vs. 7–9: Dios es ahora temido por toda la tierra.
• Vs. 10–12: Dios será alabado por todo lo que lo rodea.

Montes (v. 4) se utiliza a menudo figuradamente para referirse a un reino (Isaías 2:2; Daniel 2:35). Los montes de caza son las naciones, como Asiria, que tomaban presa a otros países más débiles, como Judá.

Hay una lección para nosotros en el contraste entre los orgullosos hombres de guerra, que no quieren alabar a Dios (vs. 5, 10), y los mansos (v. 9), que se someten a la soberanía de Dios. Incluso hoy en día, los orgullosos hombres de guerra nos atacan con el deseo de echar a perder (v. 5) nuestras vidas. Podemos estar seguros de que Dios va a estar en contra de aquellos que no permitirán que Él sea su Soberano. Del mismo modo, Dios va a salvar (v. 9, escapar de un riesgo) a todos los que se sometan a Él.

Tal vez hayas escuchado la expresión: Tiene una mente tan celestial que no es un buen terrenal. ¿Piensas que Juan llegó a pensar que esto era posible? Lo opuesto también es verdadero. Nosotros podemos ser tan carnales que no vemos los beneficios de Dios. Para luchar con estos extremos, a veces los dividimos: dejamos la religión para el día domingo o el miércoles por la noche. Después de todo, no se puede hacer un negocio utilizando el Sermón del Monte. Pero esto no es una respuesta. Lo que nosotros necesitamos es integrar. Nuestra fe debe afectar todas las áreas de nuestra vida.

Observa los verbos que se utilizan en el pasaje de hoy. Estos verbos son sensoriales: de tacto, de audición, de vista. Son verbos de realidades físicas, no distantes, ni profundas, ni etéreas, ni de espiritualidad inalcanzable. Los falsos maestros de los días de Juan querían crear un falso dualismo, para separar lo espiritual de lo físico. Ellos querían un Cristo totalmente trascendente que nunca tuviera las manos sucias.

¿Por qué ellos querían este tipo de Cristo? Porque no querían que su cristianismo afectara su estilo de vida. El cristianismo siempre está destinado a satisfacer a las personas donde están. Ian Thomas escribió: Yo simplemente sostengo que la Cruz se eleva nuevamente en el centro del lugar del mercado, así como el campanario de la iglesia. Me estoy recuperando de la afirmación de que Dios no fue crucificado en una cátedra entre dos velas, sino en la cruz entre dos ladrones; en el montón de basura de la ciudad; en una encrucijada tan cosmopolita que tenía que escribir su nombre en hebreo, en latín y en griego… en el tipo de lugar donde los cínicos hablan obscenidades, los ladrones maldiciones, los soldados apostaban. Esto es donde Él murió. Y esto es lo que rodeó su muerte. Ahí es donde los creyentes deben estar y lo que los creyentes deberían ser.

El Cristo que ha estado desde el principio es el Cristo al que Juan tocó. El mismo Cristo quiere ser una realidad en nuestras vidas, y cuando esto pasa, nuestro gozo es completo

El caminar en tinieblas destruye la comunión, pero la comunión no es más que un acuerdo de distancia. La palabra de fe es el poder que venció el pecado.
La comunión se siente confortable según nuestra relación con Dios. Esto es lo que le preocupaba a Juan. ¿Qué reglas están gobernando nuestra relación con Él? Si nosotros tenemos una relación con Dios, la debemos tener en sus términos. Dios es luz (pureza moral). La oscuridad (pecado) no puede entrar en su presencia. Si tengo comunión con Dios, debo caminar en la luz (vivir en pureza moral), porque Él es moralmente puro. Si ando en pecado y digo que estoy en comunión, estoy mintiendo (v. 6). Para estar en comunión no debo andar en pecado. ¿Por qué andar en pecado? Porque, si no tuviéramos pecado, no habría nada que tendría que limpiarnos la sangre de su Hijo (v. 7).

¿No sería grandioso si pudiéramos entrar en comunión con Dios, ponernos nuestros zapatos, sentarnos y esperar el rapto? Perdón, esta hermosa comunión debe ser mantenida. El archienemigo de la comunión es el pecado. Juan nos da tres principios que son vitales en nuestra salud espiritual. En el versículo 8, él nos dice que tenemos una naturaleza pecaminosa y vamos a pecar. La frase si decimos que no tenemos pecado habla de negar el pecado. Él advierte que debemos estar preparados, porque el pecado va a venir.

El verso 9 nos dice lo que debemos hacer cuando el pecado irrumpe en nuestras vidas. Confesar es una palabra compuesta en griego (homo = igual y logeo = decir), que significa decir lo mismo o estar de acuerdo. Dios quiere que estemos de acuerdo (creer) con lo que hemos hecho mal. Este es el camino de fe para poder manejar el pecado. Finalmente, Juan nos dice lo que no debemos hacer: Decir que no tenemos pecado está en el tiempo verbal perfecto. Esto nos habla de una acción del pasado que está teniendo consecuencias continuas. El pecado va a continuar teniendo consecuencias en nuestras vidas hasta que lo abordemos de forma adecuada. No racionalices. No lo desestimes. Si Dios dice que está mal, está mal. La fe es la victoria.

Todos hemos lidiado en algún momento con la pregunta de saber si somos salvos. Queremos mirar atrás, hacia algún momento dramático o temblor en la tierra, cuando nosotros, como Jacob, luchamos con el Señor. Queremos la fractura de nuestra cadera como prueba de nuestro encuentro con Él. Pero Juan no enfatiza los encuentros anteriores, sino que nos enfoca en el presente. No es nuestra experiencia pasada con Cristo la que debe ser reforzada; es nuestra comunión presente. Ponte en comunión con Dios, y no tendrás necesidad de especular sobre la experiencia de conversión del pasado.

El verso 2:1 toma el pensamiento que da inicio en el 1:10. Cuando él escribe Si alguno (un cambio de si nosotros), Juan introduce un poco de incertidumbre en la discusión. Él está diciendo que si una persona tiene pecado sin confesar en su vida, hay dos posibilidades. Si él es salvo, tiene un abogado. Cristo Jesús defiende su caso (y gana) ante Dios el Padre. Si está perdido, aún tiene la propiciación: a Jesucristo, que absorbe la ira de Dios que de otro modo se dirigía hacia él. Sin embargo, Juan quiere que nos demos cuenta de que la propiciación no hace sentir ninguna diferencia en aquel creyente que está fuera de la comunión. El pecado erosiona nuestra seguridad. La seguridad es cómo nos sentimos sobre nuestra salvación; la certeza es lo que Dios conoce sobre nuestra salvación.

Saber que nosotros conocemos a Él nos da comunión y gozo. Un parafraseo del verso 3 podría ser: En esto (caminando en la luz y confesando nuestros pecados cuando lo hemos hecho), nosotros experimentaremos en nuestra vida diaria una seguridad de la realidad de que nuestra comunión (justificación) está inscrita con Cristo Jesús. Si nosotros no mostramos interés en obedecer sus mandamientos, no podemos decir que tenemos comunión o aún salvación. Podemos ser salvos, pero no tener esa seguridad (v. 4).

El verso 5 nos muestra la siguiente sección. Coloca en cero aquel antagonismo entre el amor y la ley. El amor se demuestra con la obediencia. Las dos son lo mismo.

Caín preguntó una vez: ¿Acaso soy yo guarda de mi hermano? De distintas maneras, muchos de nosotros estamos haciendo esta pregunta en nuestros días. Conocemos la respuesta, pero todavía hablamos de conflictos personales y de amar a alguien sin querer hacerlo. El ideal parece genial, pero nos vemos en problemas al buscar muchas personas que se merezcan nuestro amor. 

Piensa sobre esto: nuestro amor por Dios nunca podrá ser mayor al que le tenemos al hermano en la fe que menos nos agrada.
El oxímoron es un recurso literario que combina dos aparentes contradicciones de pensamiento. El propósito de tal figura es despertar la curiosidad, como lo haría un enigma. 

Esto es lo que Juan hace aquí. ¿Cómo puede un mandamiento ser ambas cosas: no nuevo pero viejo y no viejo pero nuevo al mismo tiempo? Esto parece ser racionalmente imposible.

Juan aclara. El mandamiento al que hace referencia es sobre amarse unos a otros. Recuerda, en el pasaje de ayer Juan comienza a igualar el amar y obedecer. Obedecer no es solo una motivación para amar; es amar. El mandamiento de amar es antiguo porque estos creyentes lo habían escuchado desde que fueron salvos. Es nuevo porque Jesús lo llama el nuevo mandamiento (Juan 13:34). Teniendo la atención enfocada en este concepto, Juan introduce el segundo pensamiento principal del libro: es imposible tener comunión (amor) con Dios y no estar en comunión (amor) con los Hijos de Dios. Observa el verso 8. Si Cristo es una realidad en nuestras vidas, Su amor (que era verdadero y real en Él) comenzará a ser una realidad (brillando y brillando) en nosotros. Claro, es un proceso, pero es un proceso que afecta nuestra relación con Dios.

Los versos 9–11 aplican este principio. Nuestra comunión con Dios y nuestra comunión unos con otros están mutuamente incluidas. Una no puede existir sin la otra. Si amamos a Dios, también vamos a amar a los Hijos de Dios. Si no amamos a los Hijos de Dios, no amamos al Padre.

El amor es exactamente lo contrario a estos deseos mundanos. En lugar de buscar nuestro propio beneficio, el amor ve por la otra persona; en lugar de tratar de poseer las cosas que ve, el amor se esfuerza en dar lo que tiene; y en lugar de superar a la otra persona, el amor busca cuidar a su hermano. ¿Qué domina tu vida, el amor o los deseos de este mundo?

El mandamiento de amarse unos a otros plantea otras preguntas. Primero, Juan trata con la pregunta: ¿Quién es mi hermano? Las iglesias a las que Juan les escribe estaban tratando de amar, pero al hacerlo estaban tolerando a falsos maestros. El amor no es la tolerancia indiscriminada.

Los versículos de hoy señalan que el cuerpo de Cristo, como en cualquier familia, está conformado por diferentes tipos de personas. Observa tu propia familia. No todos son iguales. Eso pasa en la familia de Dios. Estamos en diferentes formas y tamaños, diferentes niveles de madurez, pero todos somos igualmente miembros de la familia de Dios: seamos niños, jóvenes o padres.

Una vez establecida la diversidad en este grupo al que llamamos hermanos, Juan nos afirma que el mundo no es nuestra familia. Cuando Juan habla del mundo (kosmos), no hace referencia a las personas, sino a la organización estructurada que existe en el sistema controlado por Satanás. El mundo no está gobernado por amor, sino por tres deseos que lo definen. Los deseos de la carne: este es nombrado como el número uno, el egoísmo. Los deseos de los ojos: es el deseo de poseer las cosas que veo. Es la codicia, y es la base fundamental del marketing en nuestra sociedad. La vanagloria de la vida: es el deseo de ser el número uno. Este no es el deseo de excelencia, sino el deseo de ser mejor que alguien más.

Esto no es nada nuevo. Satanás utilizó estos tres en el ataque hacia Eva (ella vio el fruto, sabía que iba a tener buen sabor y quería ser como Dios), y en la tentación hacia Cristo (piedras en pan, mirar los reinos del mundo y tirarse desde el templo para que todos pudieran ver quién era). Él también usará estas técnicas para atraparnos y hacernos caer.

Ha habido mucha discusión sobre las personas que pierden su salvación. Lee el verso 19. Si alguien, que es miembro de una iglesia desde hace tiempo, decide renunciar a su fe, ¿qué nos dice eso acerca de él? ¿Por qué se fue de nosotros?

Hasta el momento, Juan tiene al mundo en una esquina y a los hermanos en otra. Pero hay un grupo que también Juan quiere que consideremos. Estos son los que se encuentran en el medio, las personas que alguna vez pertenecieron a la asamblea pero que, por razones teológicas, ya no están presentes. ¿Cómo evaluamos a alguien que viene a la iglesia por un tiempo y decide que el cristianismo no es para él o ella, y se regresa al mundo?

Esto es lo que pasaba en el grupo de creyentes al que Juan les estaba escribiendo. Un gran grupo se había separado de la iglesia porque se aferraban a una visión diferente de la Deidad de Cristo. Algunos de ellos habían sido miembros desde hacía mucho tiempo. Otros tal vez eran miembros de la familia desde el momento en que dijeron ser salvos. ¿No deberíamos tratarlos como creyentes y permitirles continuar en la comunión?

Juan abre la discusión en los versos 18 y 19 con una conclusión teológica final: aquellos que apostatan lo hacen porque, para empezar, nunca han sido salvos. La palabra anticristo tiene un doble significado. Es alguien que está en contra de Cristo o quien quiere reemplazar a Cristo. Los anticristos son característicos de esta época. Nosotros no deberíamos estar sorprendidos por ellos, sino más bien estar expectantes de ello. No seamos ingenuos acerca de esta cuestión. Esta es la guerra espiritual, y nosotros podemos estar expectantes de que Satanás utilizará diferentes tácticas que él cree que funcionarían. Una de las estrategias más exitosas es la creación de nuevas iglesias. Estas iglesias alternativas se ven mucho mejor que aquellas a las que nos referimos como cultos. Ellos claman predicar el evangelio, pero han cambiado tanto el contenido que no tienen el poder de Dios para salvación.

La verdad es un precioso regalo de Dios. Es poderosa pero frágil. De gran alcance porque es poder de Dios para salvación. Frágil en que no habrá un cambio si ha comenzado con una mentira. Esta verdad debe ser creída por nosotros. Debemos guardar esto para la próxima generación. Recuerda: la verdad es una terrible cosa que no debe perderse.

Los versos 20–23 son como un examen para los apóstatas, y los versos 24–27 una advertencia en cuanto a los mismos. No es que cada persona que sale de una iglesia sea un apóstata. Un apóstata es uno que sale de la iglesia por un error doctrinal importante. Tales divisiones son significativas. No todas las divisiones de las iglesias son pecado. Algunas son para la propagación (nueva plantación de iglesias), y esas son una bendición de Dios.

Con el fin de garantizar que cualquier alteración en la comunión sea de la manera correcta, Juan expone algunas pruebas por las cuales podemos identificar falsos maestros y falsas enseñanzas. Estamos para probar a estos apóstatas en base a la unción en la que nosotros participamos. Una unción es la habilitación para el servicio. En este caso, esto es una de las cosas que todos los creyentes tenemos en común: la enseñanza objetiva del Espíritu Santo de Dios, esto es, la Palabra de Dios. El verso 27 nos verifica esto. Nos dice que la unción nos enseña a permanecer en Él. ¿Estás permaneciendo en Él? (Juan 15).

La advertencia es doble. Primero, nosotros debemos aferrarnos a la verdad (24–25). No debemos jugar rápido y libremente con la doctrina. Debemos luchar constantemente para dividir correctamente la Palabra de Dios. La excelencia doctrinal debe ser nuestra prioridad.

En segundo lugar, no debemos subestimar la persuasión de los falsos maestros o anticristos (26–27). Nunca podemos bajar la guardia. No luchamos contra carne y sangre. Satanás utiliza cualquier engaño que pueda derribar la iglesia. No es algo menor que él pueda presentarse como ángel de luz, o sus mensajeros como ángeles de justicia.

Imagina la oficina de un doctor. Tú observas las paredes, pero no hay diplomas ni certificados. Nada. Tú le preguntas a la enfermera sobre ello, y ella te dice que este doctor nunca ha ido a la escuela. Tú estarás afuera lo más pronto posible. Si alguien tiene la expectativa de ser doctor, debe practicar y estudiar para esta profesión. De alguna manera, nosotros conocemos lo que queremos y nos preparamos practicando la justicia cada día.

En estos versos, Juan comienza a describir positivamente qué es un cristiano. El cristiano es puro en esperanza (2:28–3:3) y puro en acciones (3:4–10). El primer pasaje de Juan habla de la esperanza del creyente. Esta es una esperanza que está creciendo en base a que Cristo retornará por nosotros. Porque nosotros sabemos que Él regresará, debemos vivir cada día de forma que no seamos avergonzados cuando llegue aquel día. Las dos palabras utilizadas en este versículo que hablan de la segunda venida enfatizan dos aspectos distintos de este evento. Se trata de la venida: nosotros veremos al Señor en Su gloria. Esto también es su venida. Esta segunda palabra enfatiza la llegada de un conquistador o rey. Queremos ser hallados fieles cada día, porque cualquier día puede ser el día de su llegada.

Juan hace una transición al próximo pensamiento y desata una poderosa exclamación. La frase qué clase de… es literalmente el tamaño de o ¡lo grande!. El amor de Dios hacia nosotros es un paquete de doble tamaño; este tiene dos partes separadas. La primera de todas es ser llamados hijos de Dios. Qué increíble privilegio ser adoptados en la familia de Dios. Él nos ha dado Su nombre y seremos herederos de su Reino.

Pero Dios ha ido más allá de este increíble regalo. No solo somos llamados hijos, nosotros *somos* hijos de Dios. Hay una gran diferencia entre ser un hijo adoptado y ser un hijo genético. El hijo, al nacer, se ve como su padre. Esto es lo que pasa con nosotros. Vamos a ser como Él. Nuestro destino es ser santos, ser puros, y ser como Él. En nuestras vidas ha comenzado un proceso que no puede ser revertido. Nosotros creceremos hasta ser como nuestro Padre.

¿Con cuánta frecuencia alguien te dice que tú luces como tu padre o que tu hijo se ve como tú? Esta es una experiencia que la mayoría de los padres e hijos atraviesan. ¿Trabajas para que esto suceda? No, esto es una consecuencia natural de quién eres. El principio bíblico es el mismo: los verdaderos creyentes llevan la justicia, así como los hijos se parecen a los padres.

Este conjunto de versículos concluye con la discusión de Juan sobre los hermanos. En los dos pasajes previos vimos que los hermanos son puros por la esperanza que ellos tienen en Cristo. En esta sección, Juan explica cómo el concepto de ser hijos afecta nuestra forma de vivir. ¿Cómo esta doctrina afecta la calle principal? 

Los verbos en este pasaje están todos en tiempo presente. En el lenguaje griego, el tiempo presente es regularmente utilizado como el tiempo verbal para la caracterización (un patrón obvio de la vida de la persona). Un cristiano puede cometer pecado; 1 Juan 1:8 deja este punto muy claro. Pero su vida no puede ser caracterizada por el pecado. El pecado es siempre un intruso en la vida del creyente; no es una casa de huésped. Juan no está argumentando que los creyentes verdaderos nunca pecan. Él está diciendo que los creyentes verdaderos no están dominados por el pecado.

Hay algunos que les gustaría argumentar a favor de una perfección impecable en este pasaje, pero Juan está argumentando exactamente lo opuesto. Si nosotros decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y somos incapaces de resistir al maligno. El pecado es un constante enemigo y debe ser tratado de la manera apropiada.

Todo lo que viene por debajo de la norma expresa de Dios es pecado (v. 4). Pero Jesús vino para que pudiéramos ser libres de la pena del pecado y de la servidumbre del pecado (v. 5). Cuando nacimos en la familia de Adán, recibimos la naturaleza pecaminosa. Esta naturaleza de pecado gobernaba nuestra vida. Pero ahora, nacidos nuevamente en la familia de Dios, tenemos una nueva semilla espiritual. Estamos ahora en el proceso de ser hechos a semejanza de Cristo. Nosotros no podemos negar nuestra herencia espiritual, pero sí podemos negar nuestra herencia física. No te sorprendas: las manzanas caen de los árboles de manzana.

A veces minimizamos las diferencias que tenemos con otros. Pensamos que no es importante llevarnos bien con todos. Juan parece pensar que es un gran problema: si no aceptas a tu hermano (odias), Dios no está interesado en tener comunión contigo. Considera Mateo 5:23–24.

No existe palabra más utilizada que la palabra amor. Cada uno habla sobre él, escribe sobre él, canta sobre él, pero muy pocos realmente lo experimentan. Si hemos de amarnos de verdad unos a otros, debemos tener una definición bíblica del amor. Sin una explicación adecuada del amor, nunca lo reconoceremos genuinamente cuando lo veamos. Si Satanás puede redefinir el amor, puede estilizar un sistema de lujuria como amor genuino.

Caín es el ejemplo que Juan utiliza de lo que no es el amor. Tanto Abel como Caín hicieron un sacrificio a Dios. Dios aceptó el de Abel, pero rechazó el de Caín. Caín debería darse cuenta de que tenía que cambiar su ofrenda, pero terminó acusando a Abel de su problema. Él había pensado que si Abel no hubiera estado allí, Dios se habría visto obligado a aceptar su ofrenda. Por ello, él mató a su hermano. El amor nunca utiliza a un hermano. Este odia que se utilicen personas para su ventaja. El amor nunca lo hace.

Nosotros vivimos en un mundo vacío y oscuro que, de acuerdo con Juan, odia a cada uno y en especial a los creyentes. Todos los que viven en tinieblas son réplicas de la misma naturaleza que motivó a Caín. El amor de Dios ha sido reemplazado por los malos deseos.

Es verdad que tenemos que ser sencillos como palomas y astutos como serpientes. No te dejes llevar por la apatía espiritual. Nosotros vivimos en un tiempo de gran libertad religiosa. Esta libertad no debe ser interpretada como la capitulación de las fuerzas del mal. Esta no es paz, no es más que un cambio de estrategia. La persona que odia a su hermano es un asesino, porque está en las mismas circunstancias que Caín enfrentó; él hizo las mismas cosas. O nos amamos los unos a los otros, o nos odiamos los unos a los otros. Juan no permite un término medio.

Santiago escribió: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites (Santiago 4:2b–3). La oración contestada es un cambio de actitud en nuestra cercanía con Dios.

Cristo es el ejemplo positivo del amor. Su clase de amor es el que debemos tener en nuestras vidas. El amor verdadero centra su atención en el bienestar de los demás. Este no pregunta: ¿Cómo voy a salir de esto?, sino: ¿Qué puedo hacer por otros? Él puso su vida. Él dio todo lo que tenía. El verdadero amor no es una respuesta. No se gana. Cristo no murió por nosotros porque lo hemos merecido, sino que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Muy seguido decimos: Te amo porque eres muy… Esto no es amor verdadero; es la lujuria desfilando como amor, ya que se debe ganar. El verdadero amor lleva el costo total de la relación. No espera nada a cambio (se lo agradecerá, pero no lo exige como condición previa). Cristo cargó con todo el costo para que podamos tener nuestra relación con Él. El verdadero amor es un acto de la voluntad, no de las emociones. Jesús no falla en amarnos; Él no obró por una emoción desesperada que lo llevó a la muerte. Él no fue voluntariamente a la cruz en un momento de pasión. Él decidió amarnos, hizo todo lo necesario para salvarnos. Esto es el tipo de amor que necesitamos entre unos a otros.

Nuestra comunión con Dios es un reflejo del nacimiento en la familia de Dios. Nuestra salvación no depende de lo que nosotros sentimos; depende de Dios, quien es más grande que nuestro corazón. Sin embargo, Dios quiere nuestro corazón para asegurarnos; Él quiere que nos sintamos salvos. Cuando nuestros corazones y nuestra teología están unidas, comenzamos a ver cosas en nuestras vidas. Una cosa que comenzamos a ver es la respuesta a nuestras oraciones. La respuesta a nuestras oraciones no es el resultado de Dios siendo inspirado por nuestra pasión. Es el resultado del cambio en nuestras oraciones. Conseguimos lo que pedimos porque, cuanto más cercana es nuestra comunión con Dios, más pensamos como Él; y cuanto más pensamos como Él, más pedimos cosas que Él quiere darnos, que son cosas conforme a Su voluntad.

Muchos creyentes buscan la credibilidad ante los ojos del mundo. Ellos quieren la música que va a reconocer el mundo. Ellos quieren credibilidad académica y científica. ¿Pueden cumplirse estos objetivos sin dañar el mensaje del Evangelio? El Evangelio que parece ser inofensivo no es evangelio. Un evangelio marchito no hace bien a nadie.

El capítulo 4 contiene tres dinámicas de comunión: comunión y el Espíritu. El capítulo se divide en tres ideas principales. Los versículos 1–6 nos muestran cómo probar los espíritus; los versículos 7–12, la importancia del Espíritu; y los versículos 13–21, la obra del Espíritu. La primera prueba de cualquier espíritu se basa en el contenido. ¿Qué está enseñando el espíritu? En este punto, Juan no está haciendo referencia a los espíritus personales, sino a las actitudes. Finalmente, todas las verdades vienen del Espíritu de Dios, y toda otra enseñanza es deficiente. Cada generación de creyentes se ha visto enfrentada a una oleada tras otra de falsas religiones. Algunas son oscuras, pero otras, como el trigo y la cizaña, son difíciles de separar. Toda nueva enseñanza debe ser evaluada bajo el fundamento de la Palabra de Dios. Los falsos maestros y falsos profetas no son raros; ellos son la norma. Juan no nos está dando una prueba de posesiones demoníacas; es una prueba de falsos maestros.

La segunda prueba de cualquier enseñanza es el examen de la compatibilidad. Nosotros podemos decir mucho sobre un maestro observando el tipo de discípulos que atrae. Imagina una habitación llena de gente, cada uno hablando diferentes idiomas. Un amigo tuyo llega y comienza a hablar con una persona en la habitación. Tu amigo habla alemán; por lo tanto, sabes que la persona con quien habla, habla alemán. Este es el principio que Juan expone en este principio espiritual.

El mundo se encuentra bajo el control del maligno. Lo escucha con tanta seguridad como Eva lo escuchó, o como Caín lo escuchó. Siempre busca la aprobación de Dios en primer lugar, porque buscar la aprobación del hombre es el mayor malentendido y la peor trampa para el orgullo.

La palabra cristiano significa pequeño Cristo. Esto implica que debemos ser como Él. ¿Te han confundido alguna vez con Jesús? Recuerda que puedes ser la única imagen de Jesús que otros puedan ver.

En estos versículos, Juan muestra la importancia del Espíritu Santo al desarrollar nuestra relación con Dios. El argumento es simple y profundo al mismo tiempo. Dios es la única fuente de amor, por lo tanto, si alguien tiene amor, es porque lo recibió de Dios. Dios derrama su amor a través del Espíritu que mora en nosotros. Cuando nos amamos unos a otros, certificamos a nosotros mismos que poseemos el Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque solo Él es capaz de hacer que nos amemos unos a otros.

El amor se origina con Dios. Nuestro amor es el producto final de un proceso que inició con la fundación del mundo. El amor que Dios tuvo por nosotros envió a Jesús a morir en la cruz. Esta muerte produjo nuestra salvación. Nuestra salvación incluye la obra interna del Espíritu Santo, quien mora en nosotros y nos permite escapar de los deseos mundanos y exhibir el tipo de amor que solo Dios posee. El amor nunca puede ser originado por un hombre. Esto es humanamente imposible. Nuestro amor es producto del amor de Dios.

Sin embargo, si nadie ha visto a Dios (v. 12), ¿cómo pueden conocer sobre Él? Nosotros somos rediseñados por el nuevo nacimiento para ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Pero Él quiere que todos conozcan que son sus discípulos porque nos amamos unos a otros. Nosotros le mostramos al mundo quién es Dios cuando nos amamos unos a otros. Somos perfectos (completos) con el amor de Dios. Dios no va a llamar a la puerta de nuestro vecino. Nosotros necesitamos entregar su mensaje de amor. Somos el último eslabón para llevar el amor de Dios a un mundo perdido y agonizante.

Amar es más que el beneficio divino de nuestra salvación; se trata de una responsabilidad sagrada. Es el faro que brilla en un mundo que no conoce nada más que el sustituto satánico: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.

El Espíritu que mora en nosotros nos permite amar a Dios; y porque amamos a Dios, podemos amar a aquellos en quienes Dios vive.

En el verso 13 vemos que tenemos la base de nuestra garantía morando en nosotros. Pero, ¿cómo sabemos si mora en nosotros? Buena pregunta. Primeramente, sabemos que mora en nosotros porque creemos las doctrinas esenciales de la fe. No podríamos creer si no tuviéramos al Espíritu Santo para convencernos (vs. 14–15). Nuestra profesión de fe sería imposible si no fuera por el Espíritu Santo. Estos dos versos son paralelos a 4:1–6.

Secundariamente, sabemos que el Espíritu mora en nosotros porque nos capacita para amarnos unos a otros (vs. 16). Dios es amor. Lo que no es de Dios no es amor. Dios es la definición, el ejemplo y la fuente del amor. Porque tenemos amor unos por otros, sabemos que el Espíritu Santo mora en nosotros. Estos versos lo resumen (4:7–12).

En los versículos finales del capítulo 4, Juan comienza a examinar la relación entre el amor y la confianza. Estas dos están naturalmente unidas. Algunos dicen que el amor es ciego. ¿Por qué? Porque el amor nos da una confianza inquebrantable en el objeto de nuestro afecto. Cuando experimentamos el amor de Dios obrando a través de nosotros, perdemos todo el miedo de enfrentarnos a Dios. No porque seamos justos, sino porque comenzamos a entender lo que significa el amor verdadero en realidad. Como Él es (amor), nosotros somos (amor) en este mundo (vs. 16). El perfecto amor echa fuera el temor. Esto muestra que podemos enfrentar el juicio. Sabemos esto porque lo hemos experimentado en nuestro trato con otros. Como nosotros perdonamos, aprendemos sobre el perdón. Como nosotros consolamos, aprendemos cómo Él nos consuela. El amor genuino debe ser expresado en términos reales. Esto debe envolverse en actos de amor. Si nosotros no vemos a Dios, ¿cómo podemos amarle? Nosotros sólo amamos a Dios cuando amamos a las personas en las que Dios mora. Jesús dijo: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis (Mateo 25:40).

Jesús enseñó que si una persona tiene fe del tamaño de un grano de mostaza, puede mover montañas. Incluso una pequeña fe puede ser poderosa si se coloca en la persona correcta. El poder está siempre en la promesa.

Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6a). El área final que afecta tu relación con Dios es tu fe. En los primeros cuatro versículos vemos la necesidad de la fe. Esta es esencial para la comunión. En el verso 1 vemos el nuevo nacimiento como el resultado de la fe (creer). Esta fe no es solo una forma de vida que nunca se volverá a utilizar; es un estilo de vida. Nos permite amarnos unos a otros y guardar sus mandamientos (v. 2). La fe hace las reglas agradables. Nosotros disfrutamos esto porque es la cosa más amorosa que podía haber hecho (v. 3). Esto es fe: una vez iniciada, produce vencedores. Nosotros no podemos producir la fe; la fe nos produce. Por fe seremos el tipo de persona (como Jesús) que vence al mundo.

La fe es sin duda esencial para nuestra vida espiritual, pero ¿qué es exactamente la fe? Creer algo que no ha sido constituido es fe.
Yo puedo creer en Buda, pero esto no tiene valor. Hay quienes creen firmemente en una falsa doctrina, pero en vez de conducirlos a la vida eterna, los excluye de la misma. La fe es más que solo creer: es creer en la cosa correcta. En qué creemos es el problema. Nosotros vemos en los versos 5–8 que la fe genuina está envuelta en un claro conocimiento de quién es Jesús. Los falsos maestros del día de Juan pensaban que Jesús era solo un hombre sobre quien el Cristo descendió en el bautismo. Este Cristo que dejó la crucifixión. Ellos inventaron esta explicación con el fin de prevenir la muerte de Dios.

Juan es absolutamente claro: el mismo Jesús que fue bautizado (agua), fue crucificado (sangre). Si nosotros negamos la realidad de la deidad de Jesús o la realidad de su muerte, nuestra fe es vana. Esto es poderoso para salvarnos y transformarnos a Su imagen. No es la cantidad de fe que tengamos, sino en quién hemos puesto nuestra fe. Cualquier cosa que niega la Palabra de Dios no es fe.

La fe es la victoria tanto para los creyentes como para los no creyentes. Los creyentes vienen al conocimiento de la verdad cuando conocen a Dios, y los no creyentes pueden llegar a conocer a Dios por medio de la fe. Esto es por fe y para fe.

En el pasaje de hoy, Juan continúa su discusión sobre la naturaleza de la verdadera fe. Él abre con un argumento simple: ¿En quién crees realmente, en el hombre o en Dios? ¿Quién es más fiable? A veces actuamos de manera imprudente. Algunos simples mortales, con una cadena de letras mayúsculas después de su nombre, hacen un pronunciamiento y nosotros corremos alrededor como Chicken Little: ¡El cielo está cayendo! A veces tratamos de hacer que la Biblia coincida con la nueva ilustración científica. Juan dice que necesitamos resolver el problema: la audiencia está fuera; elige a Dios o al hombre.

Dios ha dejado un testimonio de su Hijo a través del Espíritu Santo. Este testimonio es la Palabra de Dios. Nosotros podemos aceptar este testimonio o podemos rechazarlo. No hay una posición intermedia. No está abierta a negociación. Sé cuidadoso en no postergar la decisión de tu eternidad. Aquellos que creemos en el testimonio de Dios recibimos vida eterna. Si creemos en el hombre, moriremos con el hombre. Si creemos en Dios, viviremos con Dios. De acuerdo con el verso 13, la fe genuina siempre nos da garantía. La fe no es solo un importante componente de la comunión, es básico. Juan les estaba escribiendo a los creyentes, aquellos que creen lo correcto sobre Jesucristo. ¿Por qué les está escribiendo a los creyentes? Porque solo ellos pueden experimentar la comunión con Dios. Los no creyentes primero deben creer en las cosas que Juan está hablando, que tienen significado en esta vida.

Él está escribiendo por dos razones: primero, para que ellos tengan la seguridad de su destino. Segundo, ha escrito para que ellos continúen creyendo más en el Hijo. Nosotros podemos creer más porque nos ha dado más para creer. Como tenemos más Escritura, debemos tener más fe, porque hay más para creer.

Puedes haber escuchado: Toda verdad es la verdad de Dios. No hay nada más lejos que esta afirmación. Solo la Palabra de Dios es verdad. La verdad fuera del contexto no es verdad en absoluto. Recuerda, Satanás siempre enseña un poco de verdad; es su método, es un veneno que lleva a la caída.

Los versículos finales de la epístola son una revisión de las confidencias que nosotros tenemos como aquellos que poseemos comunión con Dios. Juan nos da el principio (vs. 14–15) y ahora un ejemplo (vs. 16–17). El principio es este: si pedimos algo que es Su voluntad para nuestras vidas (de acuerdo a Su voluntad), Él escuchará nuestra oración. Y porque Él escucha, podemos saber que recibiremos aquello que hayamos pedido.

Observa el ejemplo: un hermano comete un pecado no de muerte (un pecado de muerte es un pecado de rebelión abierta). Vemos a alguien cometer este pecado. ¿Qué hacemos? Tenemos una promesa: si oramos, Dios lo perdonará. Nosotros sabemos que Dios lo perdonará por lo que prometió en 1 Juan. ¿Si se trata de un pecado de muerte? Nosotros no conocemos la voluntad de Dios. Podemos orar, pero no tenemos la seguridad.

En los últimos cinco versículos de este libro, Juan nos da dos cosas más que nos hacen tener confianza de que estamos en comunión con Dios. Podemos estar seguros de que vamos a vivir rectamente (vs. 18–19), y podemos confiar que servimos a uno y al Único, al Único verdadero, al Único genuino Dios (vs. 20–21). Vivir en rectitud es parte de lo que somos, al igual que la injusticia es parte de lo que hace el mundo. Nosotros no podemos negar nuestro segundo nacimiento, así como ellos no pueden negar el primero. Por naturaleza somos hijos de Dios, y por esta naturaleza llevaremos fruto de justicia. El mundo está en oscuridad y sin esperanza; nosotros somos hijos de la luz y sabemos hacia dónde vamos.

Juan también nos asegura que ninguna otra religión, ningún otro culto, ninguna filosofía es otra cosa que adoración a los ídolos. La palabra verdadero (*alethinos*) transmite la idea de algo genuino o real. Nuestro Dios es el único Dios real. Todos los otros son invenciones de los malos pensamientos. Puede que no sean ídolos tallados con las manos, pero sin dudas son ídolos tallados con las mentes.

Con frecuencia, en el mundo en que vivimos, se asocia la verdad con la división bajo la lógica de “si te sientes bien al hacerlo”. El problema es que no logramos comprender qué es realmente el amor. El verdadero amor siempre hace lo mejor para la persona amada, aunque duela. Los falsos maestros tratan de generar una división entre estos dos conceptos.

Las dos pequeñas epístolas, 2 y 3 de Juan, muy probablemente fueron escritas antes que su mayor acompañante, 1 Juan. El problema había surgido en algunas de las pequeñas asambleas en y alrededor de Éfeso. Juan puede haber sido el pastor y en parte el responsable de estos rebaños. Él no fue capaz de visitar inmediatamente a cada grupo, por ello envía rápidamente una carta a al menos dos de estas iglesias, dándoles algunos consejos para estabilizarlas hasta que pudiera llevarles una respuesta más completa frente a los falsos maestros que se habían levantado en la iglesia. Estas falsas enseñanzas estaban produciendo errores doctrinales y errores de práctica.

Esta pequeña carta parece estar escrita a una mujer pudiente. Parece ser que ella permitió que la iglesia se reuniera en su casa. El hecho de que su esposo no aparezca puede deberse a que él no era salvo, o porque ella era soltera o viuda. El hecho de que no se mencione al pastor es una probable indicación de que estaba involucrado con las falsas enseñanzas.

La exhortación inicial de Juan para aquellos que han permanecido en la verdad de la Palabra es que continúen caminando en la verdad (verso 4) y en amor (verso 5). La verdad y el amor no son mutuamente excluyentes; de hecho, dependen mutuamente una de otra. Si el gran mandamiento es que amemos a Dios y nos amemos unos a otros, y si la totalidad de la ley y los profetas se dedica a esta tarea, seguramente se deduce que toda la verdad, por su naturaleza, promoverá el amor. Las falsas doctrinas siempre producen corrupción y un comportamiento basado en la carne, que es la antítesis del amor.

El amor odia. Esto es correcto: el amor odia. Este odia el mal (Salmos 119:104; Amós 5:15). El amor no significa compromiso; significa un compasivo compromiso con la manera de vivir de Dios. Donde no hay compromiso, no hay amor. El amor solo puede existir cuando hay un pacto veraz.

La segunda mitad de esta pequeña epístola establece un principio muy importante de la vida espiritual. Cualquier demanda de la vida espiritual debe ser evaluada basándose tanto en el área doctrinal como en el comportamiento. El hecho de que una persona diga: Señor, Señor, con lágrimas en los ojos, no significa que esa persona tiene el título de santo. Muchos engañadores han salido por el mundo. Ellos hablan correctamente, visten correctamente, se relacionan con la gente correcta, pero lo que enseñan es una mentira. Son algunos de los que, en ciertas situaciones, predican tolerancia. Sin embargo, los falsos maestros no son almas bien intencionadas que necesitan un poco de aliento y consuelo; son emisarios de Satanás, cuyo único deseo es dividir y destruir el rebaño.

Juan es claro en el verso 8. Cada uno de nosotros debe cuidarse, porque sus mensajes pueden ser muy persuasivos. Los creyentes no pueden perder la salvación, pero sí pueden perder los beneficios de la misma.  
Algunos se preguntan cómo los versículos 6 y 10 pudieron haber sido escritos por el mismo autor. La respuesta debería ser obvia.

El amor no puede abrazar lo que no es verdadero. Cuando toleramos la falsa doctrina bajo el pretexto del amor, destruimos lo mismo que decimos amar. Verdad y amor están inseparablemente unidas. Una no puede existir sin la otra. Sería un crimen dar a nuestros propios hijos para alimentar a un lobo hambriento. No solo destruiría el amor, sino que sería perjudicial para el lobo también. Si él prueba carne humana, probablemente querrá atacar a otros que le llamen la atención al cazador.

Gracias por compartir este texto tan profundo, Gabriel. Aquí ¿Dónde están las misiones en tu prioridad de dar? ¿Están estos hombres y mujeres siendo tratados con gran respeto o, porque están fuera de la vista, son los primeros en ser recortados en una crisis financiera? Recuerda: nosotros debemos enviarlos de la manera que glorifique a Dios.

Tercera de Juan fue escrita para una iglesia diferente, pero con las mismas falsas enseñanzas que invadieron la iglesia de 2 Juan. Probablemente Gayo era un miembro de influencia, si no es que era uno de los ancianos de la iglesia. El hecho de que no fue capaz de anular la decisión de Diótrefes (verso 10) parece indicar que ocupaba una posición inferior en la iglesia, tal vez como un pastor asociado o uno del grupo de líderes que estaba bajo la influencia de Diótrefes.

Tenemos en esta pequeña epístola uno de los pocos pasajes del Nuevo Testamento que habla sobre el sustento de los misioneros. El hombre mencionado en el verso 5 salió por fe (observa el verso 7), y la expectativa de las iglesias locales—algunas que ni siquiera los conocían—fue sustentarlos en su ministerio mientras estaban en esa localidad (versos 6 y 8). Mediante el apoyo a estos misioneros, las iglesias locales se convierten en compañeros de trabajo con ellos y participantes en su ministerio.

Obviamente, estos son hombres y mujeres que están enseñando la verdad, ya que en 2 Juan se nos dice que no debemos, de ninguna manera, ayudar a aquellos que enseñan falsas doctrinas. Tal vez el verso 6 nos da un poco de conocimiento sobre cómo Dios quiere que administremos esta responsabilidad. Se dice que ellos fueron enviados “de la manera digna de Dios”. ¡Wow! Los que dan su vida al servicio de la difusión del Evangelio deben ser tratados con gran honor en las iglesias. Ellos no deberían tomar nada de los perdidos (gentiles), sino depender de las iglesias locales para su apoyo. Esto es muy parecido a las misiones de fe que conocemos hoy en día.

A veces, de todas maneras, son necesarias. Este es uno de esos casos. La división de las iglesias nunca es sencilla, y siempre es triste. Pero por Dios y por la voz de la verdad, nosotros debemos estar preparados para cuando el liderazgo rechaza el plan de enseñanza de la Palabra, para caminar en amor e ir con aquellos que caminan en la verdad.

En los pasajes de hoy podemos ver un poco de lucha en la iglesia local. Diótrefes, quien parece ser el anciano principal, se ha desviado de la doctrina al punto de rechazar a los misioneros asociados con el apóstol Juan. Demetrio era un anciano menor que se opuso a Diótrefes, y él mismo fue colocado fuera de la iglesia por la junta liderada por Diótrefes. Gayo, a quien se le escribe la carta, se vio ubicado entre la lealtad a la iglesia local y su liderazgo, y la lealtad a Juan y su enseñanza. Juan escribe diciéndole que es totalmente correcto denunciar a Diótrefes, aun cuando era un anciano, por su claro rechazo a que la verdad de Dios sea proclamada por los apóstoles (verso 9). Esta es una de las decisiones más difíciles que los creyentes deben tomar. Verdad y amor no deben tornarse en adversarios. Nosotros amamos en verdad y enseñamos la verdad en amor.

El verso 13 aquí, junto con el verso 12 de la segunda epístola, son tal vez indicadores de que 1 Juan aún no se había escrito. Las muchas cosas que Juan quiso decir fueron escritas al final y son recordadas por nosotros en esta larga epístola. Estas dos pequeñas epístolas nos dan un contexto para comprender el mensaje de 1 Juan un poco mejor. La profunda pregunta en todas estas tres epístolas es sobre el balance crucial entre caminar en la verdad y caminar en amor. ¿Cuándo es correcto que nosotros separemos aquello del amor? La respuesta a esta pregunta está profundamente arraigada en la naturaleza de la verdad y la naturaleza del amor. Si permitimos que el mundo o las falsas enseñanzas definan estos conceptos, estaremos seguramente en problemas.

¡Estas personas habían visto obrar a Dios de primera mano! Pero, como lo veremos más adelante, ellos lo olvidarían. ¿Has visto obrar a Dios a lo largo de tu vida? ¿Has visto a Dios responder tus oraciones? ¡No lo olvides! De otro modo, se vuelve fácil dudar que Dios hará lo que promete.

Como contexto, aquí están los detalles del primer censo: el jefe de cada tribu (vs. 5–19), y el censo de las doce tribus (con la excepción de Leví) (vs. 20–43). El número total de las tribus es realmente trece, al adoptar Jacob a los dos hijos mayores de José (Efraín y Manasés). En un censo normal, los dos hijos de José son contados con sus diez hermanos (hijos de Jacob), y el último hijo de Jacob, Leví, es excluido (por razones específicas explicadas en la lectura de mañana).

El libro comienza un mes después de la terminación del Tabernáculo, mientras el pueblo está acampando fuera, en el desierto de Sinaí, ubicado en la península del Sinaí. Esta pudo haber sido una región bastante árida, pero Dios estuvo proveyéndoles.

El censo, hecho por orden de Dios, es por razones militares, similar a lo que es un reclutamiento militar. El pueblo de Israel necesitaba estar listo para pelear por la Tierra Prometida de Canaán. El número total de varones mayores de veinte años era de 603,550, con números por cada tribu redondeados a cincuenta. Con números así de grandes, debió haber tomado demasiado tiempo contar, ya que algunos hombres pudieron haber cumplido sus veinte años o muerto antes de que el censo fuera hecho. Esta era la primera generación, los mismos que vieron las plagas en Egipto. Ellos vieron el Mar Rojo abrirse para que cruzara el pueblo. Ellos oyeron la voz de Dios en el monte Sinaí.

Dios es claramente un Dios de orden. Él también es un Dios santo. El orden del campamento le recordaba al pueblo continuamente la importancia de que Dios sea el centro. ¿Olvidamos nosotros su importancia? ¿Él realmente está al control, lo está? Cuando venimos a Dios, recordemos que estamos hablándole al Creador del universo, el único que concede la vida misma.

El Señor le dijo a Moisés que no contara a la tribu de Leví porque ellos no serían soldados. Ellos tenían un propósito aparte al ser colocados sobre el Tabernáculo. En vez de ser una rotación militar, ellos tenían que transportar el Tabernáculo y sus enseres, como el Arca del Pacto, cuando el Espíritu se movía. Esto debía estar por encima de llevar sus propias pertenencias.

Con una población que probablemente excede el millón, la vida en el desierto tuvo que haber sido muy organizada. La densidad de población debió haber sido bastante alta, y seguro que la distancia para caminar del centro del campamento a sus afueras debió ser considerable. Cada grupo de familia tenía sus banderas y estandartes que identificaban a cada tribu.

El Tabernáculo, que era la construcción móvil donde el Arca del Pacto estaba guardada, debía estar ubicado en el centro del campamento, usualmente en la posición del rey o comandante. Los levitas tenían que rodear el Tabernáculo. Ellos eran el primer muro de protección, guardando al pueblo de la santidad de Dios. ¡Una sola tribu se acercaba al Tabernáculo! Que estaba puesto un poco lejos del pueblo (de otros lugares, la sugerencia es escasamente 980 metros, ¡cerca de 10 canchas de fútbol!). El resto del capítulo 2 explica cómo las otras tribus debían rodear a los levitas y el Tabernáculo. En Números 2:17 se explica el orden de marcha.

Reverencia es una actitud de respeto profundo, con un poco de admiración. ¿Qué tan seguido tratamos las cosas de Dios como si fueran comunes? Él es el Dios del universo, no el señor de arriba. ¿Qué tanto disfrutas pasar tiempo con Dios? ¿Leer Su Palabra es siempre una carga? Si es así, ora para tener una actitud reverente.

Esta sección empieza con una palabra común en el Pentateuco: descendiente. La palabra descendientes (toledot en hebreo) es usada a lo largo de Génesis para introducir las diferentes secciones del libro. Ahora se utiliza durante la descripción de la tribu de Leví, refiriéndose a sus números y funciones. Somos recordados de la triste falla de Nadab y Abiú descrita en Levítico 10; ellos eran sacerdotes, hijos de Aarón, pero se descuidaron y, como resultado, desobedecieron. Los descendientes de Aarón servirían como sacerdotes, participando de la actividad en el Tabernáculo. El resto de la tribu de Leví estaría al servicio de ellos y del Tabernáculo.

Al igual que todos los varones primogénitos de Egipto murieron en la décima plaga, los primogénitos varones de Israel también pertenecían al Señor (vs. 13). Dios ordenó que Moisés también contara a todos los varones de Leví que tuvieran un mes de edad o más (vs. 15). Los siguientes versículos (vs. 17–37) dan el número de los levitas por grupos de familia y también las tareas grupales y a quién era responsable cada grupo.

El trato especial de los levitas y sus tareas especiales enfatizan que Dios es especial. Él no es ordinario. El pueblo de Israel tenía esta idea visualmente ante ellos todo el tiempo; aun así, ellos lo olvidaron. El Señor era el centro de las cosas, no solo de sus corazones.

El concepto de sustitución y redención es muy importante para entender la salvación. Cristo murió por ti y tú has sido redimido por Él. ¡Eres suyo, como los levitas de la antigüedad! ¿Estás sirviendo al Señor?

El censo de los levitas ha terminado y se ha dado el número total (vs. 39). El Señor ordena el censo de los primogénitos de todas las otras tribus, mayores a un mes de vida (vs. 40). Los levitas fueron tomados (vs. 45) como sustitutos por los varones primogénitos de las otras tribus (anteriormente en los vs. 12–13), porque los primogénitos varones habían sido comprados por Dios en el momento de la primera Pascua que no afectó a Israel durante la décima plaga, cuando los primogénitos de cada egipcio murieron. El censo de los primogénitos de todas las otras tribus está en el versículo 43; la mayoría de edad en el primogénito de la población general comparada con los levitas debía ser pagada con cinco shekels (una unidad de peso y, por lo tanto, dinero), probablemente de plata. Números 18:15–16 enseña que cada varón nacido debía ser redimido por cinco shekels de plata. Este dinero era dado a los levitas para sustentar a la tribu, siendo que ellos estarían involucrados en el servicio al Señor.

En un sentido muy real, los levitas pertenecían al Señor. Además, al primogénito siempre se le recordaba como aquel que pertenecía al Señor porque ellos tenían que ser redimidos. De hecho, el pueblo entero pertenecía al Señor porque Él los había rescatado de Egipto. En el Nuevo Testamento, los cristianos le pertenecen al Señor (Romanos 14:7–8). Ellos son comprados con un precio (1 Corintios 6:20; 1 Pedro 1:18–19). Este concepto de sustitución es crítico para el entendimiento de la redención de Cristo. Cristo murió por nosotros, los pecadores; Él tomó nuestro lugar.

El cristiano es fuertemente animado a separarse del mundo (Romanos 12:1–2). Nosotros no debemos conformarnos a nuestro siglo, sino debemos ser sacrificio vivo para Dios. ¿Cómo está tu dedicación al Señor?

El capítulo 4 da el número de los levitas involucrados en el servicio del Tabernáculo. En el capítulo 5 se inicia el tema de la santificación del pueblo, primero tratando con aquellos que eran ceremonialmente inmundos, y después con aquellos que necesitaban hacer restitución (aquellos que necesitaban más que sólo admitir su equivocación), y después con aquellos casos específicos de sospecha de infidelidad de una esposa y celos del marido sin tener base alguna.

El capítulo 6 comienza con la discusión de los votos de consagración, específicamente el voto nazareo. El nombre nazareo viene del verbo hebreo que significa dedicar, consagrar, separar. Los levitas y, más específicamente, los sacerdotes, eran los únicos dedicados a Dios. Pero cualquiera podía tomar este voto especial de consagración para Dios. Normalmente, el voto era voluntario y por un periodo limitado de tiempo, pero había sus excepciones (como con Samuel y Sansón), donde los padres hacían el voto y parecía ser para toda la vida del niño. Durante el tiempo del voto, la persona no podía hacer ciertas cosas: no podía consumir ningún producto de la vid (vs. 4); no podía cortarse el cabello (vs. 5); y no podía tocar un cuerpo muerto (vs. 6). A su vez, se aclara cómo actuar en aquellas situaciones raras cuando alguien moría en su presencia (vs. 9–12), fuera de su control, y en cómo terminar el voto, al cortarse el cabello (vs. 13–21).

La sección final (vs. 23–27) es conocida como la bendición sacerdotal, pero era realmente el Señor quien bendecía; no era magia de parte del sacerdote.

Hoy, muchos quieren escuchar al Señor, pero igual que Israel, tenían que leer la Escritura (entonces, sólo Génesis, Éxodo, Levítico y ahora Números) para escuchar a Dios. La voz del Señor viene a través de la Biblia. No vayas buscando otros métodos, ignorando lo que ya te ha dado. Él nos ha hablado y nos ha dado Su Palabra. El pueblo de Israel tenía que leer la Escritura del Antiguo Testamento para conocer a Dios.

Mientras que el Tabernáculo fue construido, este no había sido aún armado y dedicado. El Tabernáculo era una construcción movible relativamente pequeña (14 por 5 metros) en un área delimitada en la que Dios ordenó a Israel que construyera. Más adelante sería reemplazado por el Templo de Salomón, en Jerusalén. El capítulo 7 detalla las ofrendas de los líderes de las doce tribus por la dedicación del Tabernáculo. Se ofrecieron seis carros jalados por dos bueyes cada uno (vs. 3) ante Moisés. El Señor le dijo a Moisés que aceptara el regalo al Señor y usara los carros para el servicio del Tabernáculo, específicamente para transportar los componentes de la estructura. Al clan de Merari le dieron cuatro carros porque ellos eran responsables de las partes más pesadas: el marco de madera del Tabernáculo y el límite alrededor de este (3:36–37). El clan de Gersón (3:25–26) obtuvo dos carros para el movimiento de la tienda, sus cubiertas, la pantalla de tela que rodeaba el complejo, las cortinas y las cuerdas. El tercer clan, Coat, no obtuvo ninguno porque ellos eran responsables de los objetos en el Tabernáculo que tenían que ser transportados a mano (vs. 9).

La sección interviniente (vs. 10–83) detalla una ofrenda especial de dedicación ofrecida por doce días seguidos por cada uno de los doce líderes; el resumen de los regalos está en los versículos 84–88. Con el Tabernáculo dedicado al Señor, Moisés escucharía la voz del Señor de forma audible, viniendo del Arca del Pacto.

De Números vemos el ejemplo de que el servicio al Señor requiere dedicación y santidad. No mires el servicio al Señor como algo que tú simplemente vas a probar, o te comprometes a servir, o no te engañes a ti mismo diciendo que eso es para el Señor. Segundo, permanece limpio del pecado. Es necio (peligroso) servir al Señor con pecado en nuestras vidas.

Los sacerdotes ya habían sido dedicados al Señor (Levítico 8), pero en el pasaje de hoy, vemos al resto de los levitas siendo dedicados al Señor para el servicio a Él. Ellos debían raparse todo el pelo (vs. 7, literalmente pasar una navaja sobre todo su cuerpo, que no es la expresión usada cuando se quitaban todo el pelo de su cabeza como en Levítico 14:8-9), lavar sus ropas y ser ceremonialmente limpiados (falta el contraste de lavar sus cuerpos enteros). Ellos debían traer un toro con una ofrenda de grano y un segundo toro para una ofrenda por el pecado.

Lo primero es aparentemente para un holocausto descrito en Levítico 1:3-17 y 6:8-13, por adoración voluntaria, también ciertos rituales prescritos (como este o como el voto nazareo), y ofrendas durante las fiestas. El segundo es una ofrenda de grano o de alimento descrita en Levítico 2:1-16 y 6:14-23 como una ofrenda adicional al holocausto. La tercera es una ofrenda por el pecado descrita en Levítico 4:1–5:13 y 6:24-30, para pagar por un pecado accidental contra los mandamientos de Dios.

Observa que las personas debían poner sus manos en los levitas (v. 10), pero los levitas debían poner sus manos en los toros (vs. 12). Este es el acto de sustitución: las personas estaban tomando a los levitas como sus sustitutos en el ministerio, mientras que los toros estaban siendo ofrecidos en sustitución de los levitas, uno para dedicarlos a Dios y otro como pago por el pecado. Después de que esto era hecho, el resto de los varones levitas, de edad de 25 a 50 años, estaban calificados para servir como ayudantes a los sacerdotes.

Nosotros no podemos mezclar el pecado con la santificación. Si queremos ser herramientas limpias para Dios, debemos mantenernos limpios del pecado. El simbolismo externo de los levitas con sus ropas limpias pudo haber sido inútil sin el compromiso interno de permanecer limpios.

Los levitas estaban para ayudar a Aarón y a los sacerdotes en su servicio. Si consideras las demandas de cada familia sacrificando un animal varias veces al año, te darás cuenta de la ayuda que necesitaban. Así que Moisés y la congregación hicieron como el Señor ordenó, y los levitas fueron puestos aparte. Ellos hicieron lo que se les había mandado: purificarse a sí mismos. Esta no era una ceremonia especial, era sólo lo que ellos habían prometido: guardarse del pecado y apartarse del mismo. Aarón también haría expiación por ellos para purificarlos del pecado, como Cristo lo haría finalmente por todos nosotros. Además, ellos lavaron sus ropas como una representación de extrema separación. El grupo entero era presentado como una ofrenda al Señor. Ellos estaban listos para presentar los servicios que el Señor ordenaba. El rango de edad para el servicio de los levitas era de 25 a 50 años en el Tabernáculo. A los 50 años, ellos debían retirarse de tal trabajo, pero podían ayudar a los otros levitas en su servicio, aunque no podían realmente hacerlo más tiempo por ellos mismos.

La preparación para el ministerio es importante; los levitas, como el resto de Israel, necesitaban el perdón de sus pecados. Por esto Aarón sacrificó para su expiación. El confiar en Cristo como nuestra expiación nos capacita para el servicio. Los levitas tenían que escoger apartarse del pecado. Esto es santificación: el poner algo aparte para un propósito especial. En este caso, es separarse del pecado con el propósito de servir al Señor.

Buscar la dirección del Señor es un tema importante para nosotros hoy en día. ¡Ahora no tenemos una nube a la cual mirar! Pero sí tenemos Su Palabra. No desesperes, deja que Dios hable a través de Su Palabra. Cuando Él se mueva, lo sabrás. Él se asegurará de que conozcas sus tiempos. Escucha, y no desesperes.

Como mencionamos antes, la Pascua hace memoria de la décima plaga de Egipto, donde el Señor mató a los varones primogénitos de todos los hombres y del ganado. El Señor instituyó la Pascua para que el juicio pasara sobre las casas de aquellos que creyeron, y por lo tanto, obedecieron. La Pascua requería el sacrificio de un cordero macho y sin mancha. Cristo es llamado nuestro Cordero de Pascua (1 Corintios 5:7).

Dios demostró su presencia con el pueblo a través de su dirección: de día, una nube reposaba sobre el Tabernáculo, y por la noche tenía una apariencia de fuego (posiblemente rayos); este evento no tiene una explicación natural. En otros once lugares se usa la frase columna de fuego/nube, lo cual puede ayudar a visualizar un poco a lo que se asemejaba. Si la columna se levantaba del Tabernáculo, el pueblo debía empacar y moverse; donde se detenía, ese se volvía el lugar del Tabernáculo, y el campamento se asentaba alrededor de este (vs. 17). Si la nube permanecía sobre el Tabernáculo, el pueblo se quedaba en ese lugar. Como el texto dice, algunas veces el Señor hacía que el pueblo se moviera durante el día, y otras veces de noche (vs. 21). En ocasiones, ellos permanecían en un lugar sólo por un día, a veces un mes, y otras veces un periodo más extenso (vs. 22). El pueblo siempre esperaba que el Señor los guiara a moverse. La misma frase se repite en los versículos 18, 20 y 23: Al mandato de Jehová partían, al mandato de Jehová acampaban. Moisés deja en claro el punto: ellos se movían al mandato del Señor.

Este capítulo es un contraste interesante entre vivir por fe y vivir por vista. Vivir por fe no implica vivir de una manera riesgosa, sin un plan organizado. Tiene sentido común. Por algo, Él te lo dio.

Mientras el Señor usaba su presencia en la nube para decirle al pueblo cuándo empacar y cuándo desempacar, se necesitaba una mayor organización. Por lo tanto, el Señor le ordenó a Moisés hacer dos trompetas. Cuando las dos se tocaban juntas (suponemos que tenían un sonido tan diferente que el pueblo sabía que ambas estaban siendo tocadas), el pueblo se reunía a la entrada del Tabernáculo (vs. 3). Si sólo se escuchaba una, solo se reunían los ancianos de las tribus (vs. 4). Cuando era el tiempo de moverse (indicado por el movimiento de la columna de fuego/nube), un sonido particular indicaba que el pueblo debía empezar a moverse.

Considera que debía tomar horas empacar y moverse; esencialmente, esto prevenía horrendos momentos de tráfico. Las trompetas también se utilizaban como alarmas de guerra y durante las fiestas para gozarse, siempre recordándoles que el Señor estaba presente. En la sección central (vs. 14–32), la columna de nube se levantó y el pueblo se movió del desierto de Sinaí hacia el desierto de Parán, el cual está bastante desolado. Moisés invitó a su cuñado, Hobab, a unirse al pueblo. Al principio él rechazaba la propuesta, pero aparentemente se unieron, ya que vemos que ellos eventualmente se situaron con Israel en el territorio de Judá/Simeón (Jueces 1:16). Moisés específicamente quería que Hobab conociera el desierto. Vemos claramente que no es un problema vivir por fe y usar el sentido común también.

La parte final de la lectura de hoy nos habla de los primeros tres días del viaje. ¡Debió haber sido interesante mantener a tanta gente organizada! Pero, de nuevo, era el Señor quien estaba guiando.

Es muy fácil dejar que el estrés nos abrume. El estrés, en sí, no es el problema; es mi respuesta pecaminosa ante el estrés el problema. Ten cuidado de no cargar con problemas (y, por consiguiente, estrés) que realmente no son tus problemas. (Alimentar al pueblo era el problema de Dios, no de Moisés). Aprende a confiar más en Dios al poner tus problemas en sus manos.

El pueblo estaba en un área desierta, pero Dios les estaba proveyendo. Tiempo atrás, en Éxodo 16 (sólo unos meses antes), cuando el pueblo estaba realmente hambriento, el Señor les proveyó maná, que significa ¿Qué es esto? Se describe como pan del cielo, blanco, con sabor a hojuelas con miel (Éxodo 16:31). El maná se podía comer como estaba, o hervido y cocido. Era realmente una comida que podía adaptarse (vs. 8). En Números, el problema no es que estaban hambrientos como en Éxodo; ellos se estaban quejando porque querían una comida diferente. Recuerda que el pueblo estaba en un área desierta. Había muy pocas cosas aparte de rocas. El Señor milagrosamente les proveyó, ya que no existía otra forma en la que el medio ambiente pudiera sustentar a tanta gente.

La actitud del pueblo también afectaba a Moisés. Él se sentía abrumado con sus quejas, por eso le pidió al Señor que le aliviara la presión. No había una solución humanamente posible para responder a las quejas del pueblo. En primer lugar, ¡no había una solución humanamente posible para alimentarlos! En el caso de Moisés, su suegro Jetro le visitó en Éxodo 18 y le recomendó que distribuyera la responsabilidad del pueblo a través del liderazgo, en vez de hacer que todos los problemas recayeran sobre él. Moisés implementó su consejo, pero el Señor lo extendió más allá. Moisés estaba aprendiendo que no podía hacerlo todo. Intelectualmente, él seguramente se dio cuenta de esto, pero también tenía que aprender a confiar en Dios cada vez más.

No lleves tus problemas al Señor y luego te quejes con la solución que te dé. Dios le dio al pueblo maná, pero eso no era lo que querían. El Señor provee lo que necesitamos, y a veces nos da lo que queremos aparte de lo que necesitamos. Muy frecuentemente, confundimos nuestros deseos con nuestras necesidades. Dios es bueno. Él sabe lo que es mejor para nosotros.

Ten cuidado con lo que pides. El Señor les dio lo que querían, pero al poco tiempo se tornó en una satisfacción caprichosa. El pueblo se cansó de la carne también. Lo que le desagradó al Señor fue la pregunta del pueblo: ¿Por qué nos sacaste de Egipto? Esencialmente, ellos estaban diciendo que preferían permanecer como esclavos con una variedad más amplia de comida que conformarse por un corto tiempo (sólo el tiempo del viaje a la Tierra Prometida) con maná. Su forma de pensar era clara: yo quiero lo que quiero, cuando yo quiero.

Moisés estaba expectante de ver la forma en la que el Señor alimentaría a este pueblo (vs. 22). El Señor le respondió esencialmente con una pregunta: ¿El poder de Dios está faltando? El Señor trajo un viento que aparentemente causó que las codornices volaran a un metro del suelo. La menor cantidad de codornices que los quejumbrosos juntaron fueron diez montones, que equivale a veintitrés metros cúbicos (vs. 32). ¡Es demasiada codorniz! Aquellos que fueron extremos en su lujuria murieron en la oleada resultante (vs. 34). El salmista lo describió en el Salmo 106:10–15:

Los salvó de mano del enemigo, y los rescató de mano del adversario.
Cubrieron las aguas a sus enemigos; no quedó ni uno de ellos.
Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza.
Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo.
Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; y tentaron a Dios en la soledad.
Y Él les dio lo que pidieron; mas envió mortandad sobre ellos.

No permitas que un pequeño problema interpersonal cause fallas en áreas mayores como el ministerio o la vida. Todos somos pecadores salvados por gracia. No permitas que los conflictos con alguien más sean una piedra de tropiezo.

María y Aarón eran los hermanos mayores de Moisés. María, de pequeña, observó a Moisés escondido en una canasta que flotaba en el río Nilo (Éxodo 2). Aarón era el Sumo Sacerdote, y su familia eran los sacerdotes. Aunque ambos, María y Aarón, son el sujeto en el versículo 1, el verbo hebreo de “hablar” es singular y femenino, específicamente “ella habló” y no necesariamente “ellos hablaron.” Esto implica que María fue la cabeza en este dúo. También es claro ver en el versículo 1 que la razón de su conflicto estaba relacionada con la familia. A ellos no les agradaba su cuñada, pero no era esa su queja. Ambos permitieron que su animosidad personal en contra de ella afectara su relación con Moisés.

Ellos dijeron que Moisés estaba reservando para sí la gloria y el poder, cuando debería ser compartido también con ellos. Creían que deberían ser capaces de decir “Así dice el Señor,” y no solo Moisés ser el que transmita el mensaje. Por eso el Señor les habla a los tres, diciéndoles que se reúnan ante el Tabernáculo (vs. 4). Ellos lo hacen, y la nube los cubrió. El Señor les aclara que Él elige quién va a hablar, no son ellos; además, Él escoge el método: con Moisés habló verbalmente, pero con otros fue a través de sueños y visiones.

Cuando la nube se retiró, María fue cubierta de lepra. (El término para lepra no es específicamente la enfermedad de Hansen que llamamos “lepra” hoy en día, sino cualquier enfermedad de la piel). Irónicamente, cuando Aarón ve a María, el Sumo Sacerdote (quien debería ser el “intercesor”) va con Moisés pidiéndole que intervenga con Dios. Moisés le pidió a Dios que la sanara, pero Dios dijo que ella necesitaba estar en cuarentena por siete días, como establece Levítico 13 para todas las enfermedades relacionadas con la piel.

¡Puedes sentir la anticipación! Las promesas de Dios son reales. ¡Ellas están cercanas a cumplirse! Jamás olvides que Dios te ha hecho promesas de una vida eterna con Él, en un cuerpo perfecto, en un lugar perfecto, sin pecado.

¡El pueblo finalmente llega a la Tierra Prometida! Ellos estaban asentados directamente al sur, listos para dirigirse al norte. El Señor le dice a Moisés que envíe doce espías, uno de cada tribu, a explorar la tierra. En Deuteronomio 1:22 podemos ver que esta petición viene por parte del pueblo, pero en sí misma era una buena idea. El hombre representando a Efraín (vs. 8, 16) era Oseas (que significa “salvación”), pero Moisés lo llamó Josué (que significa “el Señor es salvación”), que también llega al inglés (transliterado del griego a través del latín) como Jesús.

Los espías pasaron cuarenta días examinando la tierra. Moisés específicamente les dijo que viajaran a las diferentes regiones de la tierra para ver cómo eran los habitantes (su número y su fuerza), conocer cuáles eran sus fortalezas, y finalmente para ver cómo era la tierra en sí misma: qué partes eran verdes y cuáles no, dónde estaba la tierra fértil y dónde no. Seguramente había historias que se escuchaban desde los tiempos antiguos sobre cómo era la tierra.

Esta tierra fue prometida por Dios de forma incondicional a Abraham y sus descendientes (Génesis 12:7; 13:14–17; 15:7, 16, 18–21; 17:7–8; 22:17); esta promesa fue repetida a Isaac (Génesis 26:2–5) y a Jacob (Génesis 28:13; 35:12). En ocho ocasiones diferentes Dios lo afirma claramente, por eso Abraham entendió lo que Él quería decir (Génesis 24:7). Sin embargo, ninguno de la generación actual había estado allí en cientos de años. Tal como Dios le dijo a Abraham, pasarían cuatrocientos años desde ese tiempo hasta que la Tierra Prometida fuera adquirida (Génesis 15:13–16), cuando los habitantes de la tierra recibieran juicio. Israel era el que ejecutaría el juicio de Dios.

La fe le permitió a Caleb no desmayar por miedo. No dejes que los problemas gigantes te hagan desistir; aférrate a la Palabra de Dios.

Puedes imaginar la atención y la expectativa que tenía el pueblo por el informe que se daría (vs. 26). Las personas debieron haber visto a los dos hombres cargando las uvas en el versículo 23. Los espías comunicaron que en la Tierra Prometida realmente mana leche y miel. Sin embargo, era verdad el reporte que se da en el versículo 28, donde se establece que el pueblo que moraba allí era fuerte y tenía ciudades muy grandes. Los hijos de Anac, nombrados en el versículo 28, eran conocidos como un grupo de gigantes. Hasta los egipcios mencionan a este grupo de gigantes como sus enemigos. El tamaño es muy importante en un combate mano a mano. El texto hebreo en el versículo 33 relata que eran nefilines (gigantes en otras traducciones), similares a los que son mencionados antes del diluvio en Génesis 6:4.

También los hijos de Amalec (vs. 29), un grupo enemigo que ya había atacado a Israel en Éxodo 17:8–16, estaban en la tierra. Los hititas eran el Imperio del Norte en desaparición. Los jebuseos ocupaban la ciudad que un día sería Jerusalén (realmente no sabemos cuán numerosos eran). Los amonitas eran invasores de Mesopotamia hace más de 400 años. Los cananeos estaban viviendo en la tierra desde la Torre de Babel. Y esto sin mencionar la posibilidad de que Egipto también llegara a invadir la tierra. Estas eran amenazas reales.

Sin embargo, Caleb y Josué vieron los problemas reales y tomaron en cuenta la promesa de Dios de que se les daría la Tierra Prometida y que Israel triunfaría. Ellos no dijeron que sería fácil; ellos dijeron que la misión era posible. Pero los otros diez espías no estuvieron de acuerdo (vs. 31) y dijeron que era imposible cumplir esa tarea, aunque Dios estuviera a su lado. ¿Se olvidaron del ejército egipcio que fue derrotado en el Mar Rojo? ¿No vieron las diez plagas de las que se escaparon?

No confundas la paciencia de Dios con su aceptación. El hecho de que Él no castigue a un cristiano por su pecado inmediatamente no significa que está aceptando nuestro error y que éste no tendrá consecuencias. El pecado siempre tiene consecuencias. Por otro lado, Él está siempre listo a perdonar a aquellos que se acercan a Él.

Los primeros cinco versículos nos muestran cómo el pueblo murmuraba contra Moisés y Aarón, diciendo frases como: Deberíamos haber muerto en Egipto. Llegaron tan bajo que desearon tener un nuevo líder que los guiara de vuelta a Egipto. Caleb y Josué no estaban de acuerdo con el reporte de los otros espías acerca de la Tierra; le mostraron al pueblo que ésta era demasiado buena (vs. 7) y que, si Dios estaba con Israel, tendrían victoria (vs. 8). Ellos animaron al pueblo a que no se revelarán contra el Señor y que no temieran a los hombres de la Tierra. Por esto, el pueblo se puso de acuerdo para matarlos a ambos. Por esta causa, el Señor actúa.

Dios le pregunta a Moisés: ¿Por cuánto tiempo más me rechazará este pueblo? Ante esa pregunta, Dios decide destruirlos a todos y reemplazar al pueblo con descendientes de Moisés. Este es un examen importante para Moisés. En capítulos anteriores (11:15), Moisés le pidió a Dios que le quitara la vida. Ahora él tiene la oportunidad de reemplazar a ese pueblo rebelde; sin embargo, Moisés intercede por ellos. Al hablar Moisés con Dios, plantea lo que pensarían los pueblos paganos acerca de Dios, acusándole tal vez de ser un Dios incapaz de llevar a su pueblo a la Tierra Prometida.

Lo más importante es que Moisés clama a Dios para que los perdone (vs. 19). Este es un gran cambio en la forma de pensar de Moisés, necesario para lo que vendría. Moisés apunta a que Dios es un Dios perdonador y paciente; sin embargo, no declarará inocente al culpable (vs. 18). Dios sabía muy bien que los causantes de problemas eran los incrédulos que estaban en Israel.

El control es algo que cambia; pensamos muchas veces que tenemos el control de nuestras vidas, pero no lo tenemos. Es más fácil que confiemos en nuestro propio control sobre las cosas que en el control de Dios. No te quedes del lado de afuera como esta generación. No confíes en Dios en algo que no puedes controlar (tu eternidad), fallando en tu confianza en Él en tu diario vivir en este mundo.

Dios perdonó al pueblo gracias al pedido de Moisés. ¡La tierra será llena de su gloria! Pero aquellos que vieron el actuar de Dios en sus vidas y decidieron rechazar confiar en Él en su diario vivir, a esos, Dios los pone a un lado. Dios nos muestra en el versículo 22 que hubo diez murmuraciones contra Él:

1. Éxodo 14:11–12, cuando pensaban que estaban atrapados por el mar.
2. Éxodo 15:23–24, cuando cuestionaron si Dios era capaz de darles agua en una tierra desierta.
3. Éxodo 16:2, cuando cuestionaron si Dios era capaz de proveerles comida.
4. Éxodo 16:20, cuando intentaron guardar maná para el día siguiente.
5. Éxodo 16:27, cuando intentaron recoger maná en el día de reposo.
6. Éxodo 17:1–3, cuando cuestionaron acerca del agua.
7. Éxodo 32:1–10, cuando hicieron para sí un becerro de oro en Sinaí.
8. Números 11:1, cuando hubo murmuración y queja general.
9. Números 11:4–6, cuando se quejaron sobre la provisión de Dios acerca del maná.
10. En este capítulo, estas personas no confiaron en el Señor; por lo tanto, no entrarían en la Tierra Prometida, excepto Caleb y Josué.

La generación que tenía veinte años y más, y personas más grandes (vs. 29), morirían en el desierto. De esa generación, solamente Caleb y Josué entrarían en la Tierra Prometida. Muchas veces el Señor dijo que esa generación que no había confiado en Él moriría, y que sus cuerpos se quedarían en el desierto (vs. 29, 32 y 33). El Señor no está diciendo que el pueblo era inconverso, sino que eran personas que en su diario vivir no confiaron en Él. Esas personas no podían ser usadas por Él.

No creas que estás en control de los eventos de tu vida. Sólo un orgulloso puede creer que es independiente. La realidad es que todos necesitamos del Señor para tener una buena estabilidad. Si confío en Dios y en sus promesas, puedo vivir despreocupado. No seré libre de problemas, pero viviré en paz.

La independencia puede ser una buena característica, pero solamente hasta cierto punto. Debemos depender del Señor; eso no significa que no estudiaremos para un examen porque dependemos de Él. Israel tenía que confiar en el Señor para conquistar la tierra, pero ellos debían involucrarse en esa conquista. La independencia es mala cuando pensamos que podemos salir bien en el examen sin considerar a Dios. ¡Eso es algo tonto! Es la forma de pensar de alguien que es ignorante en cuanto a Dios (Efesios 4:17–18).

En estos versículos, Dios les dice que estarán cuarenta años en el desierto (vs. 34). Los diez espías que trajeron un mal reporte de la Tierra Prometida murieron por la plaga. Moisés habló acerca del castigo divino y ellos murmuraron. Increíblemente, muchos aún no lo entendían: aquellos que el día anterior decían que la tierra no podía ser conquistada ni con la ayuda del Señor, ahora afirmaban que podrían hacerlo. Pero el Señor ahora les decía que no lo harían. Moisés les muestra que ellos están actuando con rebeldía contra el Señor, por eso el Señor no iría con ellos. Esto es independencia en el mal sentido. Ellos no consideraron a Dios en su deseo de conquistar la tierra. Por eso los amalecitas y los cananeos del sur de la tierra derrotaron vergonzosamente a estos invasores.

Dios no da muchas vueltas ante el pecado deliberado. No seas tonto planeando confiar en tu perdón. Una cosa es caer en el pecado; otra cosa es caminar hacia él.

El Señor le da al pueblo las reglas de cómo vivir en la Tierra (vs. 1), que Él planea darles. Esto es un refinamiento de leyes que ya habían sido dadas, pero no podían ser cumplidas en el desierto. No había manera de traer cereales o las primicias de los frutos para una ofrenda hasta que tuvieran un lugar para cultivar.

Levítico 4 introduce el pecado en la ofrenda, con ejemplos en Levítico 5. Estos no son pecados que necesitan una restitución, como robar algo que requiere una ofrenda, sino pecados involuntarios, como fallar en hacer algo que es correcto (no ser testigo de alguien inocente en el tribunal), estar impuro para una ceremonia, o no cumplir con una promesa. El versículo 25 incluye una lista de pecados involuntarios, tales como: que toda la nación no cumpla con una fiesta en tiempos de guerra, haciendo que el ciudadano no tenga control.

Es similar: si una persona (vs. 27) peca involuntariamente, ella debe buscar el perdón de Dios. De manera contraria, esta persona debía ser ejecutada. ¿Cuál es la diferencia entre un pecado involuntario y el pecado voluntario? Había once pecados por los cuales se debía morir públicamente lapidado, como por:

• Falsas profecías (Deuteronomio 13:1–5)
• Promover la práctica de la idolatría (Deuteronomio 13:6–10; 17:2–7)
• Sacrificios de infantes (Levítico 20:2–5)
• Adivinación (Levítico 20:27)
• Blasfemias (Levítico 24:15–16)
• Asesinato (Éxodo 21:28–29)
• Adulterio (Deuteronomio 22:22)
• Rebeldía (Deuteronomio 21:18)
• Robarle la gloria a Dios (Josué 7:25)
• No respetar el día de reposo

El hombre de los versículos 32–36 no estaba confundido con el día de la semana; él eligió deliberadamente y públicamente desobedecer el mandato de Dios.

Dios elige ciertas personas para tareas específicas. Este es un tema también en 1 Corintios 12. Todos tenemos una tarea para cumplir: ¡solamente cúmplela! No tengas celos de los dones o responsabilidades de otros.

El capítulo anterior es sobre la rebelión de Coré, un levita de la tribu de Coat, junto con dos descendientes de Rubén, que influenció a muchas personas a estar en contra del liderazgo de Moisés, reclamando que ellos también tenían el derecho de ser sacerdotes. Dios le dio la orden al pueblo de que se mantuvieran lejos de los rebeldes. Moisés les advirtió que, si no les pasaba nada a los rebeldes, era porque entonces estaban en lo correcto; pero si algo raro pasaba, si la tierra se abría y los tragaba, era porque Dios no estaba con los rebeldes sino con Moisés. Aún no había terminado de hablar cuando la tierra se abrió y todos los que estaban involucrados en esta rebelión fueron tragados, cerrándose rápidamente la tierra de nuevo.

Al día siguiente, el pueblo culpó a Moisés y a Aarón por la muerte de Coré y sus seguidores. El castigo de Dios afectó al pueblo como una plaga, y aunque Aarón intentó rápidamente reparar la situación, 14,700 personas murieron.

El capítulo 17 habla nuevamente sobre quién sería el sacerdote, a pedido de los rubenitas. Una vara por cada tribu debía ser llevada al tabernáculo juntamente con la vara de Aarón. No sabemos si esta vara era simplemente una varilla o algo usado como señal de liderazgo sobre la tribu. De cualquier forma, esta vara iba a florecer como un árbol plantado.

La vara de Aarón floreció tan rápido que produjo almendras. Este acontecimiento fue un recordatorio de la rebelión de Coré y de la confirmación de Dios de que el linaje de Aarón debía seguir con el servicio sacerdotal.

El capítulo 18 muestra las responsabilidades y ayuda hacia el sacerdote, y el capítulo 19 muestra la vaca alazana, que era usada para purificar a aquel que se había quedado ceremonialmente inmundo.

El pecado tiene un precio. Si eres líder, nunca pienses que tu éxito en el ministerio significa que Dios está pasando por alto tus pecados. Como dice Hebreos 12:1: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia.”

Hay un costo alto para los que se levantan contra una autoridad. Cronológicamente estamos en el cuadragésimo año de caminar en el desierto (comparemos Números 33:37–38 con la presente localización); Miriam, la hermana de Aarón, murió. Ellos están otra vez en un lugar infructífero. Hay un paralelo muy obvio a los cuarenta años anteriores en Refidim, en Éxodo 17:1–7. Los eventos son muy similares. El pueblo, una vez más, empieza con sus quejas (vs. 2–5 con Éxodo 17:2–3), diciendo cosas como: “¿Por qué nos trajiste a un lugar donde no hay agua? ¡Estaríamos mejor en Egipto!” Ellos estarían mejor si hubieran obedecido la primera vez.

Otra vez Moisés y Aarón acuden al Señor (vs. 6 con Éxodo 17:4). Dios muy claramente le ordena a Moisés que agarre su vara, reúna a las personas y le hable a la roca (vs. 8 con Éxodo 17:5–6) para que de ella salga agua. Moisés está aparentemente con poca capacidad para pensar: él agarra su vara, reúne al pueblo y les habla (no a la roca), y pregunta (vs. 10): “¿Os hemos de hacer salir aguas de esta roca?” Rápidamente él golpea la roca dos veces con su vara y empieza a salir agua (vs. 11). Observa que ni Aarón ni Moisés clamaron para que saliera el agua. Ellos desobedecieron la orden. Sin embargo, el milagro se realizó. ¿Quiere decir que Dios se agradó por ello? No.

El Señor les habla a Moisés y Aarón, diciéndoles que, como ellos no lo habían considerado como santo, tampoco entrarían en la Tierra Prometida. Ellos se mostraron como obreros milagrosos, no como si Dios fuera el autor. No pensaron cuán importante era hacer exactamente lo que Dios les había dicho verbalmente. Ellos profanaron al Señor. Por fe, todo pecado puede ser perdonado, pero no quiere decir que sus consecuencias serán borradas.

¿Cuántas personas murieron por no mirar la serpiente? No dejes pasar la oportunidad de creer en Cristo como tu Salvador. ¡Mira y vive!

Israel se prepara para entrar a la Tierra Prometida, pero esta vez por el este. Moisés pidió pasar por el territorio de Edom, pero el pueblo rehusó su autorización, por lo que regresaron al sur para evitar pasar por Edom. En el pasaje de hoy, Dios le dice a Aarón y Moisés que suban al monte Hor (localización desconocida, pero era una de las fronteras entre Israel y Edom) con Eleazar, el hijo de Aarón.

En el monte, fueron cambiadas las vestimentas sacerdotales de Aarón para pasarlas a su hijo Eleazar; después de eso, Aarón murió en el monte (vs. 28). Después de un mes de lamento, el campamento es levantado otra vez. A diferencia de los edomitas, que eran descendientes del nieto de Abraham (Esaú), los cananeos estaban en la Tierra Prometida de Israel. Ellos atacaron a Israel, pero Israel los derrotó. Este acontecimiento se repitió una y otra vez en la conquista de la Tierra.

Para evitar Edom, ellos tendrían que pasar por el Golfo de Acaba, al norte del Mar Rojo. Nuevamente el pueblo resucitó sus antiguas quejas. Esta vez, Dios envió serpientes venenosas que mordían al pueblo, provocando la muerte. El Señor le dijo a Moisés que hiciera una réplica de una serpiente y que la pusiera sobre una asta: cualquier persona que mirara esa réplica sería salva. Ellos tenían que creer en la promesa divina y mirar la serpiente. La obediencia es un paso de fe.

El rey de Judá, Ezequías, destruyó la serpiente de bronce, ya que años más tarde pasó a ser un objeto de idolatría. Jesús, en Juan 3:14–15, menciona nuevamente esta serpiente de bronce, explicando que Él sería levantado (en su crucifixión) y que aquel que creyere en Él tendrá vida eterna.

¿Tratamos de manipular a Dios para hacer lo que queremos, o obedecemos a Dios para hacer lo que Él quiere? Mejor es obedecer a Dios, trabajando en el plan que Él ya tiene preparado.

Los capítulos 22–24 muestran un alto nivel en el estilo de literatura, con paralelismos y algo de acción. Israel está cerca de Edom, cerca de la llanura de Moab. Los amorreos tenían el control de la llanura, y Moisés preguntó si podía cruzarla, lo cual les fue negado por los conquistadores amorreos de la ciudad de Hesbón. Anteriormente, Dios le había dicho a Israel que no lucharan contra los edomitas ni contra los moabitas, pero ahora les permite luchar contra los amorreos. Sihón de Hesbón había sido derrotado, así como Og de Basán.

Balac, rey de Moab (vs. 2–3), vio cuán rápidamente Israel había derrotado a sus enemigos de Sihón de Hesbón y sintió temor. Entonces envió a Balaam, un profeta politeísta amorreo, por intereses monetarios, para que maldijera a los israelitas. Balaam tenía una influencia memorable en su cultura. Se dijo una profecía sobre él cerca del 800 a.C., en lo que hoy es Jordania. Él sabía acerca de Dios, pero no conocía a Dios.

Observa que Balaam (vs. 8) habla de buscar el consejo de Dios. Dios negó el pedido de Balaam (vs. 12), por eso el rey Balac intentó otra vez, con la esperanza de que Balaam maldijera a Israel. Esta vez, Dios permitió que Balaam fuera, pero solamente si decía lo que Él le mandaba que dijera. Balaam aún llama al Señor como “mi Señor” en el versículo 18, pero en realidad, Dios para él era simplemente alguien más que podía ser manipulado para obtener lo que quería.

Dios no puede ser manipulado. Lo que Él ordena no falla.

Las motivaciones son claves. No hagas cosas para Dios cuando en realidad las estás haciendo para ti. Dios no puede ser burlado (1 Corintios 3:10–13).

Balaam tenía el permiso de Dios para ir, si decía lo que Él le ordenara. La realidad es que Balaam solamente esperaba una oportunidad para escapar de eso. Él era un profeta que buscaba beneficios monetarios antes que todo. Solamente tendría dinero si su cliente, el rey Balac, quedaba satisfecho.

La motivación de Balaam no era obedecer a Dios, sino hacer dinero y agradar al rey. Tres veces el ángel del Señor (teofanía o aparición del Hijo de Dios) se paró frente a él para no permitirle ir. Su asna vio al ángel, y se hizo a un lado, yendo contra una pared, y finalmente se acostó bajo Balaam. Cada vez que Balaam no veía al ángel, azotaba a la asna para poder avanzar.

El Señor le da a la asna la capacidad para hablar, y ella pregunta: ¿Qué te he hecho que me has azotado estas tres veces? Aparentemente, Balaam estaba tan enojado que no se daba cuenta de que su asna estaba hablando. Finalmente, el Señor abre los ojos de Balaam para que pudiera ver lo que la asna estaba viendo: un ángel parado en el camino, con una espada en la mano. El ángel le pregunta: ¿Por qué le pegaste a la asna tres veces? Él explica que la asna le había librado la vida, porque Dios sabía cuál era la motivación de Balaam.

Después de ser muy claro con Balaam, Dios permite seguir su camino, pero solamente para decir lo que Él le ordenara (vs. 35). Balaam, para desgracia del rey Balac, dice siete frases en los capítulos 23–24, todas eran favorables para Israel. En el capítulo 24:2, el Espíritu del Señor entra en Balaam y le impide profetizar una maldición contra Israel en Su nombre.

Pero la triste historia de Balaam no termina aquí; él busca una manera para que Israel se maldiga a sí misma, intentando que el rey ofreciera a los hijos de Israel las mujeres de Moab y de Madián, llevándolos a una entrega a la idolatría y a un castigo merecido por parte de Dios (capítulo 25).

Las cualidades de un liderazgo son notorias. Moisés estaba preocupado no por él, sino por el futuro de Israel. Un líder siempre acompaña a su pueblo y los guía a hacer lo que es correcto. Existen muchos libros sobre liderazgo, pero aquí vemos cómo debe ser realmente.

En el capítulo 26 se realiza el censo de la nueva generación. Este incluía a todos los que nacieron después de los treinta y ocho años, y todos los que tenían menos de veinte años durante el primer censo. Nadie con más de veinte años entró en la Tierra Prometida, a excepción de Caleb y Josué (26:64–65).

El capítulo 27 da inicio con una cuestión legal de herencias familiares. Generalmente, los hijos heredaban las tierras de los padres, pero las hijas sólo las heredaban si no hubiera hijos en la familia. Esto cambiaría aún más (36:1–12), ya que las hijas deberían estar casadas con personas de la misma tribu, para que las tierras no fueran cambiadas de tribu a tribu.

En el versículo 12, vemos que el Señor se dirige a Moisés para decirle que había llegado la hora de su muerte. Moisés, a esta altura, tenía 120 años. Su muerte, tal como el Señor la ordenó, se redacta en Deuteronomio 34. Moisés le pide al Señor (vs. 16–17) que levante un nuevo líder, uno que fuera capaz de llevar al pueblo adelante; uno capaz de hacerlos entrar, si no el pueblo estaría como ovejas sin pastor.

El Señor escoge a Josué, uno de los ancianos de más de sesenta años, quien se describe como aquel que tenía el Espíritu (vs. 18). Moisés pone su mano sobre Josué, identificándose con él como señal del paso de autoridad. Con Josué en el liderazgo, el sumo sacerdote que reemplazó a Aarón (Eleazar) usaría el Urim y Tumim para buscar la voluntad de Dios. Este método se realizaba con dos piedras que estaban en las vestimentas sacerdotales. Estas eran usadas para determinar la voluntad de Dios.

Tal vez involuntariamente Gad y Rubén actuaron egoístamente. Lo que hacemos siempre hablará más fuerte que lo que decimos. Piensa bien en las repercusiones que tiene todo lo que haces, en tus amigos y familia.

Los capítulos 28 y 29 nos muestran las diferentes ofrendas que el pueblo realizaba. En el capítulo 30 vemos los votos que deberían ser guardados. En el capítulo 31 nos encontramos con la derrota de Madián por haber sido parte del incidente de Baal-Peor, descrito en el capítulo 25. La región este del río Jordán, llamada Transjordania, estaba desierta.

El capitán del sur, Sehón de Hesbón, que había llevado a Moab hacia el sur y el oeste, había atacado a Israel y fue aniquilado completamente. Similar a Og, un hombre gigante y rey de Basán en el norte, el cual se había ido, dejando más de sesenta ciudades desiertas. La tribu de Rubén y Gad tenía mucho ganado y le pidieron a Moisés que su herencia fuera de este lado del territorio.

Moisés se enfocó en lo obvio: que eso sería de gran desánimo para todo el pueblo de Israel; las otras diez tribus lucharían para obtener la tierra, pero estas dos tribus se quedarían del lado oriental. Él no quería que los dos líderes de estas tribus hicieran lo mismo que los diez espías de la Tierra Prometida del capítulo 13, desalentando al resto del pueblo de entrar en la Tierra Prometida. En el versículo 14, Moisés lo describe como una repetición del pecado pasado, obteniendo así el mismo castigo de Dios.

Podemos pensar que este pedido es razonable, pero Moisés tenía toda la razón: estaban contentos al tener a todo el pueblo con ellos conquistando este lado de la tierra, pero después no querrían pasar a la Tierra Prometida para ayudarlos. Este pedido no tenía fundamento para ser aceptado, ya que de otro modo las tribus empezarían a trabajar individualmente.

Las palabras de Moisés en el versículo 23 tienen mucho sentido. Nuestro pecado, con la culpabilidad que conlleva y los problemas que causa, nos alcanzará. No podemos pecar y huir del pecado. El pecado siempre nos atrapa. Es por eso que, como cristianos, debemos dejar de lado toda práctica pecaminosa y poner en práctica los hábitos piadosos.

Gad y Rubén vuelven a expresar su pedido, pero al ver que no se les concedería, se establece que construyan fortalezas para sus ciudades y un lugar para sus animales. Sin embargo, debían pasar el Jordán con todo el pueblo y ayudarlos a conquistar la tierra.

Recuerda que Israel había conquistado sesenta ciudades fortificadas. Hubo un compromiso de Gad y Rubén de no regresar con sus familias hasta que el pueblo de Israel obtuviera su herencia. Esto sería de ánimo para todo el pueblo. La clave de todo era que estos hombres cumplieran su palabra. Como lo dijo Moisés en el versículo 23, si ellos no cumplían su palabra, estarían pecando contra el Señor, y la disciplina del Señor vendría sobre ellos.

Los hombres de Gad y Rubén estuvieron de acuerdo, dando así el anuncio de los planes de estas dos tribus. Si los colonos al este del río Jordán mantenían su promesa de ayudar a sus hermanos al oeste del Jordán, tendrían la tierra del este como su asignación.

Pero si ellos no cumplían su promesa, el resto les obligaría a pasar al otro lado del Jordán (vs. 30). Entonces Moisés asignó la zona este del Jordán a Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, que anteriormente no participó en esta solicitud.

La buena noticia es que estas dos tribus y media cumplieron su palabra. Lucharon por años con sus hermanos en el lado oeste y sólo regresaron a sus casas cuando Josué los liberó (Josué 22). La mala noticia es que, en un futuro, las tribus restantes tuvieron poca comunión o trato con estas tribus del este.

Quitarle la vida a alguien es algo muy serio. La sociedad actual no lo ve así, ya que la televisión, películas, videojuegos y prácticas de abortos han hecho que esta práctica no sea tan traumante. Dios dice que todos nosotros somos hechos a su imagen (Génesis 1:26; 9:5-6), por eso la vida humana es preciosa y valiosa.

El capítulo 33 describe una vez más la jornada de los últimos cuarenta años. El capítulo 34 muestra la actual estancia en la frontera de la Tierra Prometida, específicamente quién sería el responsable de asignar los límites de la misma. El capítulo 35 habla de las ciudades especiales, debido a que la tribu de Leví no heredaría ninguna ciudad; ellos tendrían cuarenta y ocho ciudades y pueblos por todo Israel, incluyendo los alrededores de la tierra (a una distancia de cinco estadios de fútbol). La selección de las ciudades fue hecha en Josué 21. De estas cuarenta y ocho ciudades, seis serían designadas como ciudades de refugio, localizadas con una distancia equitativa en toda la tierra, ubicando tres en el este y tres en el oeste del río Jordán (vs. 14).

Las ciudades de refugio eran parte del sistema legal de Israel. Si algún israelita o extranjero mataba a alguien, accidentalmente o voluntariamente, él podría huir a la ciudad de refugio más cercana. Si iba a otro lado (escondiéndose), sería tomado como una confesión de asesinato. Allí la persona era protegida por los líderes de la ciudad para que no sufriera ninguna injusticia. Había un tribunal en el cual se le garantizaba al acusado un buen juicio. Si se descubría que el asesinato había ocurrido voluntariamente, el acusado sería ejecutado, siempre que hubiera varios testigos (vs. 30). Si se descubría que la muerte había ocurrido accidentalmente o si no había muchas evidencias para probar el asesinato, el acusado permanecería en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote del momento. No habría vigilantes, ni una justicia privada, ni un pago para que la persona quedara libre de la ciudad de refugio.

Introducción al Libro

¿Alguna vez te has sentido totalmente insuficiente para encargarte de alguna materia en la escuela o en tu trabajo? ¿O tal vez has tenido algún problema que involucra a miembros de la familia o a amigos que te hace sentir abatido? ¿Cómo está tu relación con el Dios perfecto y santo? ¿Te sientes preparado para el desafío de ser todo lo que debes ser en obediencia a Él para aceptarte y estar complacido contigo? Sin duda, algunos lectores responderían con un rotundo ¡Sí!, pero la mayoría de nosotros probablemente expresaría alguna preocupación o incluso consternación si fuéramos totalmente transparentes.

El libro de Colosenses es una epístola esencial para el crecimiento del creyente. Presenta la verdad liberadora de Jesucristo, que es completa y suficiente ante el Padre. Para aquellos que se sienten adecuados, se pondrá a prueba su autosuficiencia. Para aquellos que se sienten inadecuados, se afirmará su suficiencia en Cristo y solamente en Cristo.

Marco histórico

Pablo escribió esta epístola alrededor del año 61 d.C., durante su primer encarcelamiento en Roma (4:3, 10, 18). En este tiempo, se le permitió permanecer en una casa particular junto con un guardia romano, en cuartos alquilados. Sin dejar pasar una oportunidad por una mala circunstancia, Pablo continuó recibiendo huéspedes para llevar a cabo su ministerio de enseñanza (Hechos 28:16-31). Este es un gran ejemplo para todo aquel que esté tentado a buscar excusas para no perseverar en la obra que Dios nos ha dado para hacer.

La ciudad de Colosas se construyó en una importante ruta comercial que atravesaba el valle del río Lico, en Asia Menor (la actual Turquía). Sin embargo, había perdido gran parte de su protagonismo en favor de Laodicea e Hierápolis, otras dos ciudades situadas en el valle del Lico. Esto se debió en gran parte a que la carretera principal había sido desviada para pasar a través de Laodicea. Los terremotos recientes en el área también pudieron haber contribuido a la disminución de Colosas, que con el tiempo dejó de existir en el siglo V.

Aunque Pablo nunca había estado en Colosas, conocía a Epafras, el probable fundador de la iglesia del lugar (1:7; 4:12-13). Estos creyentes eran probablemente el resultado del ministerio de Pablo en Éfeso, que se encontraba cerca de cien millas al oeste, ya que se nos dice que el Evangelio se había extendido por toda Asia durante los dos años del ministerio de Pablo en Éfeso (Hechos 19:10). Pablo menciona el hecho de que habían oído hablar de su fe (1:4, 9), lo cual debió haber sido muy alentador para él. ¡Es un recordatorio de que nadie sabe qué tan lejos puede llegar el impacto de su ministerio!

Tema

El tema principal de la epístola de Pablo a los Colosenses es la supremacía absoluta de Jesucristo y la suficiencia total de su muerte y resurrección para proveer nuestra salvación y santificación. Al parecer, los cristianos de Colosas estaban en peligro de aceptar la falsa enseñanza que algunos creen que puede haber sido una forma temprana de gnosticismo, una de las herejías más peligrosas que surgieron en la iglesia primitiva, alcanzando su punto máximo en el siglo II.

El gnosticismo viene de la palabra griega gnosis, que significa conocimiento. Lo vemos en español en la palabra agnóstico. En griego, la letra a se puede utilizar para algo negativo. Por lo tanto, el término agnóstico se refiere a alguien que no cree en nada, y ese nada puede ser conocer acerca de la existencia o naturaleza de Dios. Los gnósticos enseñaban que la perfección espiritual se obtiene por medio de un conocimiento especial, místico, que se podía encontrar en Jesucristo. Era una religión de conocimiento especial que evita la simple fe que salva. Los gnósticos reclamaban acceso a un conocimiento espiritual oscuro reservado para un pequeño grupo de aprendices. Para ellos, el conocimiento de Cristo podría ser un comienzo, pero se requería más para una experiencia espiritual completa. Sea o no que la herejía de Colosas estuviera directamente relacionada con el gnosticismo, el punto es que los falsos maestros afirmaban que la simple fe en Cristo no era suficiente para la salvación y la santificación. Para contrarrestar esto, Pablo presentó una descripción convincente de la persona y obra de Cristo. Como resultado, Colosenses es su epístola más cristocéntrica. Este libro hace referencia directamente a Jesucristo más de veinticinco veces y utiliza más de treinta diferentes palabras griegas para explicar y demostrar la total suficiencia de Cristo. Muchas de estas palabras más tarde se convertirían en las favoritas de los maestros gnósticos, como “plenitud” (1:19; 2:9), “conocimiento” (2:3; 3:10), “misterio” (1:26-27; 2:2-3; 4:3) y “sabiduría” (1:28; 3:16). En el primer capítulo se describe la supremacía de Cristo por encima de todo. En el capítulo dos, se advierte contra todos los intentos de añadir algo a la obra terminada de Cristo. Por último, en los capítulos tres y cuatro se demuestra cómo la verdad, la supremacía de Cristo y nuestra suficiencia en Él deben vivirse en la vida diaria.

¿Estás tentado a creer que Jesús no es suficiente? ¿O tal vez estás desanimado por la gran conciencia de tu propia insuficiencia espiritual? En ambos casos, disfruta Colosenses y piensa profundamente en sus verdades. Recuerda que “como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 Pedro 1:3).

¿¡Qué tan confiado estás en el poder de Cristo para salvar!? ¿Has renunciado a la oración para que alguien sea salvo? ¡Comienza a orar por ellos nuevamente hoy! ¿Te has dado por vencido al intentar ser un buen cristiano? ¡Excelente! En lugar de depender de ti mismo, pide a Cristo que viva a través de ti hoy.

¿Cuál es la fuerza más poderosa e imparable en todo el mundo? ¿Un huracán categoría 5? ¿Un terremoto? ¿Una explosión atómica? Estos son buenos candidatos, pero no se pueden comparar con el poder del Evangelio, el cual es el único que puede transformar totalmente el carácter de una persona y cambiar su destino eterno. Ningún otro mensaje puede producir amor donde una vez hubo enemistad (v.4, 8) y proporcionar esperanza que se extiende más allá de la tumba (v.5). Pablo nos recuerda en estos versículos que el Evangelio es imparable y está constantemente produciendo resultados y aumentando su impacto en todo el mundo. Ninguna fuerza terrenal puede detenerlo, a pesar de que se encuentre con resistencia dondequiera que va. ¿Qué puede explicar este tipo de poder? Pablo responde a esto con la expresión de su agradecimiento por el impacto del Evangelio en la vida de sus lectores.

El mensaje del Evangelio es poderoso porque no es una opinión o una idea inventada por el hombre. Es una verdad (v.5) que se centra en Jesucristo, el Hijo de Dios (v.4). ¿Qué puede salvar a una persona de la pena horrible y del esclavizante poder del pecado? Ningún esfuerzo humano, religión o filosofía puede hacer esto. Cristo es el único capaz de salvar. Su muerte pagó la pena del pecado y su resurrección abrió el camino a una nueva vida que no puede ser vencida por el poder del pecado.

La fe en Cristo (v.4) me une con Él para que su muerte y resurrección se hagan mías. Mi pena de pecado se paga y me convierto en una forma totalmente nueva de creación en Él. El Evangelio no es un llamado a tener fe en cualquier cosa o cualquier persona, ni un compromiso de vivir de cierta manera. Es una invitación a colocar continuamente una total confianza en Cristo solamente para salvación. Cuando lo hagas, no podrás evitar la transformación gradual resultante.

Hay mucho material para reflexionar en estos versos. ¿Cómo podemos empezar a orar por los demás como lo hizo Pablo? ¡Comienza hoy mismo! Escribe estas cinco solicitudes en lugares donde puedas verlas con frecuencia: en la casa, en el empleo, en tu tablet o celular, en tu carro, etc. Entonces empezarás a pedir continuamente a Dios por estas cosas, en primer lugar por ti mismo y luego por los demás. Cuando lo hagas, nunca tendrás que preguntarte si estás pidiendo lo correcto, ya que cada una de tus peticiones estará siempre de acuerdo con lo que Dios desea.

Si alguien fuera a grabar y luego analizar el contenido de tus oraciones durante dos semanas, ¿qué es lo que encontrarían en cuanto a la frecuencia, el contenido y las expectativas? La mayoría de nosotros negaríamos ese ejercicio al darnos cuenta de que los resultados dejarían mucho que desear. En estos versículos podemos ver la mente espiritual del apóstol Pablo; se nos da una idea de su lista de oración.

Es un reto tener en cuenta que cada solicitud tiene algo que ver con el crecimiento espiritual y se centra en el Padre y el Hijo. Pablo pide cinco cosas básicas:

1. Que sean llenos con la comprensión de Su voluntad.
2. Que caminaran y sirvieran de una manera que le agradara.
3. Que lo conocieran mejor.
4. Que fueran fortalecidos con Su poder.
5. Que fueran agradecidos con Él.

Pablo no pidió estas cosas de vez en cuando; por el contrario, estas solicitudes estaban constantemente en sus labios cuando oraba por sus lectores (v.9). Aquello por lo que continuamente oramos es un excelente indicador de la temperatura espiritual de nuestras vidas. La vida de oración de Pablo estaba al rojo vivo porque los afectos de su corazón estaban atados a las cosas eternas. ¿Puede ser que nuestra vida de oración sea fría porque nuestros corazones se han enamorado de cosas que no tienen importancia duradera?

Lee el texto de hoy varias veces y luego imagínate de pie delante de Jesucristo. ¿Cómo es tu reacción? ¿De culpa y vergüenza? Descansa en su justicia, que es la tuya por la fe. ¿Endurecida rebelión? Sométete a Él y descubrirás que es un Buen Pastor. ¿Super maravilloso? ¡Alábalo y adóralo! Este es el principio de la sabiduría.

La breve lectura de hoy contiene una de las descripciones más completas de la supremacía absoluta de Jesucristo en toda la Biblia. Los falsos maestros afirmaban que Cristo era simplemente uno de los varios seres creados, incluyendo ángeles, que vienen de Dios y por los cuales el hombre tenía que pasar para llegar a Él. En esta sección, Pablo afirma que Cristo no es parte de la creación; ¡Él es el creador de todas las cosas! El término primogénito (v.15) no se refiere al tiempo, sino más bien al rango (ver también Salmo 89:27).

Todo lo que existe, visible y los reinos invisibles, fueron hechos por Él, para Él y por medio de Él, incluyendo todos los ángeles, independientemente de su rango (v.16). Toda la creación no sólo se originó con Él, sino que su mantenimiento sigue dependiendo de Su potencia continua. Cristo no creó todas las cosas y las dejó que se mantuvieran por sí mismas. Él llevó a cabo de forma activa toda la creación junta (v.17). No es sólo el principio de la creación actual, sino también de la nueva creación que se está llevando a cabo con las personas que nacen de nuevo para ser nuevas criaturas en Él (2 Corintios 5:17; Apocalipsis 21:5) y los miembros de su cuerpo, la Iglesia (v.18).

Él está a la cabeza como primogénito de entre los muertos (v.18). Esto no quiere decir que Él fue el primero en resucitar de entre los muertos, sino que Él fue el primero en resucitar con un cuerpo inmortal y glorioso, como el que tendremos un día (1 Corintios 15:20-23; Filipenses 3:20-21). No puede haber ninguna duda de que Jesucristo ocupa el lugar más alto (v.18). El verso final del texto de hoy es una de las afirmaciones más poderosas de la deidad de Cristo (v.19). ¡Él es completamente Dios!

Es muy fácil caer en el mismo error en el que estaban los falsos maestros. Nuestra tendencia natural es la autosuficiencia, pensar que de alguna forma tenemos que añadir a la obra de Cristo si queremos ser aceptados por Dios. Nos imaginamos a Dios de pie a cierta distancia, con los brazos cruzados, y nosotros observando su rostro con preocupación mientras hacemos nuestro mejor esfuerzo para orar más, trabajar más duro, luchar contra el pecado y, por lo general, tratar de ser mejores cristianos y ganar un bien hecho. ¿Quién creemos que somos? ¡Cristo y sólo Cristo es nuestra salvación y quien nos da posición ante el Padre! Encuentra una manera de acordarte de esto durante el día para que tu dependencia sea constantemente de Él, para vivir en Él.

Para entender el impacto de estos versos hay que recordar a quién se estaba dirigiendo Pablo en esta carta. Los falsos maestros afirmaban que Cristo no era suficiente para la salvación y la santificación. Ellos enseñaban que Cristo no era ni completamente humano ni totalmente divino, sino que era una emanación espiritual de Dios que fue sólo una parte del camino de la reconciliación con Dios. En otras palabras, Cristo no era del todo suficiente. Se necesitaba mucho más que a Cristo si se quería estar bien con Dios.

Pablo negó rotundamente todo esto al afirmar la plena deidad de Cristo, su venida en la carne como un ser humano completo, y el hecho de que su muerte fue la única que hizo posible la reconciliación entre los pecadores hostiles y un Dios santo. Observa el resultado final del ministerio de la reconciliación de Cristo: nosotros, los que una vez fuimos extranjeros hostiles cuyas malas acciones eran simplemente la expresión exterior natural de lo que éramos en el interior (v.21), nos convertimos en santos, inocentes e irreprochables delante de Dios (v.22).

¿Cómo es eso posible? Eso no es algo que nosotros podamos realizar, ya que implica un cambio fundamental de lo que somos y no sólo de lo que hacemos. Sólo Cristo puede cambiar lo que fuimos. Lo hizo al morir en la carne en nuestro lugar. Por su muerte, lo que fuimos fue crucificado juntamente con Él, para que pudiéramos ser justicia de Dios en Él (2 Corintios 5:21).

¿Qué significa que estés buscando el crecimiento en ti mismo y en los demás? La lectura de la Escritura y la memorización, la responsabilidad, la asistencia fiel a la iglesia, pedir por protección en algo. Estos son excelentes ejemplos, pero nunca producirán una santidad genuina si están faltos de la constante presencia de Cristo que mora en nosotros. Escribe de qué manera dependes hoy completamente de Él. ¡Hazlo!

Imagínate un casco antiguo y oxidado de lo que alguna vez fue un hermoso Rolls Royce, que ahora se encuentra abandonado en un remoto campo, con árboles y arbustos que empujan hacia arriba los restos del naufragio. ¿Qué esperanza tiene una ruina tan lamentable de ser devuelta a su antigua gloria? Ninguna, a menos que un experto calificado lo rescate en el campo y cuidadosamente lo restaure con el tiempo.

¿Qué hay de nosotros? ¿Qué esperanza tenemos de volver a ser puestos de nuevo en una condición espiritual apropiada ante un Dios santo? ¿Hay alguna esperanza de ser completamente libres de la ira, la amargura, la lujuria, los celos, el miedo, el descontento y la soledad que parece que nos consume como el óxido? ¡Sí la hay! Esta esperanza no se encuentra en nosotros mismos, nuestras capacidades o buenas intenciones. No podemos restaurarnos en un estado correcto, al igual que el vehículo oxidado no puede restaurarse a su antigua gloria. Nuestra única esperanza de gloria es Cristo en nosotros (v.27).

No es simplemente el hecho de que Cristo murió y resucitó por nosotros. Eso es esencial, por supuesto. Pero es el hecho de que Cristo vive en nosotros (Gálatas 2:20). Él es nuestra vida y nuestra propia identidad ante el Padre (1 Corintios 1:30-31). Sólo la liberación de su poder puede permitirnos caminar en victoria sobre el pecado y la corrupción, y nos permitirá soportar el inevitable sufrimiento, trabajo y lucha que son una parte normal del servicio a Él (vs.24, 29).

La meta de Pablo no era obligar a la gente de alguna manera a hacerse presentables a Dios. Su objetivo era presentar a todos completos en Cristo y sólo en Cristo (v.28). ¿Qué meta estás persiguiendo vigorosamente?